El Ejército de Israel aseguró este lunes que ha abortado ataques en la Franja de Gaza para evitar muertes de civiles, y negó estar restringiendo la entrada de ayuda humanitaria al enclave palestino, frente a críticas internacionales crecientes por sus bombardeos, que han dejado más de 19.000 muertos, según autoridades gazatíes, y una grave crisis humanitaria.
EFE
«Abortamos los ataques cuando vemos una presencia civil inesperada. Elegimos la munición adecuada para cada objetivo, para que no cause daños innecesarios», indicó Daniel Hagari, portavoz del Ejército, en un vídeomensaje.
«Utilizamos muchas medidas para tratar de minimizar el daño y el sufrimiento de los civiles (…) Advertimos a los civiles antes de los ataques, siempre que sea posible, también recomendamos a los civiles que se alejen temporalmente de las zonas de intensos combates», añadió.
Estas declaraciones surgen durante una visita oficial a Israel del secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, en un momento en que los Gobiernos israelí y estadounidense han mostrado diferencias sobre la manera de llevar la ofensiva.
Tras un ataque del grupo islamista Hamás que causó unos 1.200 muertos y 250 secuestrados en territorio israelí el 7 de octubre, el Ejército de Israel ha realizado una poderosa ofensiva por aire, tierra y mar sobre la Franja, con más de 19.000 muertos y más de 51.000 heridos, la mayoría mujeres, niños y ancianos, así como y 1,9 millones de desplazados, el 85 % de la población total del enclave palestino.
El secretario general de la ONU, António Guterres, aseguró el 6 de diciembre que los ataques de Hamás, aun cuando contravienen las leyes de la guerra, “no absuelven a Israel de sus propias violaciones”, y dos días después, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución para un cese el fuego, que fue vetada por Estados Unidos, el principal aliado de Israel.
Este mismo lunes, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, denunció la “espantosa falta de distinción” en la operación militar israelí contra Hamás en Gaza, que ha causado la muerte de “demasiados civiles”, e insistió en una “pausa humanitaria”.
Desde que estalló la guerra, los combates solo se han pausado durante una semana -del 24 al 30 de noviembre-, durante una tregua mediada por Catar, Egipto y Estados Unidos, que incluyó la liberación de 105 rehenes en poder de Hamás y la entrada de ayuda humanitaria a Gaza, aunque insuficiente.
Tras retomarse los ataques, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, advirtió de que no pararía el fuego hasta «la destrucción de Hamás», pese a que las familias de los rehenes que continúan dentro de Gaza exigen una tregua para liberar a los cautivos.
Mientras tanto, los desplazados en Gaza sobreviven en carpas en pleno invierno y en medio de una profunda crisis humanitaria por el colapso de los hospitales, el brote de epidemias y la escasez de agua potable, alimentos, medicinas, electricidad y combustible.
Israel permite la entrada de ayuda humanitaria a través de Rafah, la frontera entre Egipto y la Franja, y ayer, presionado por Estados Unidos, permitió por primera vez la entrada de ayuda a través de su propia frontera, por el cruce Kerem Shalom. Sin embargo, la ayuda llega a cuentagotas y de manera insuficiente.
«Israel no está restringiendo la cantidad de ayuda humanitaria que puede ingresar a Gaza», recalcó Hagari, poco después de que la organización Human Rights Watch acusara a Israel de cometer crímenes de guerra por negar deliberadamente el agua y el alimento a los habitantes de la Franja para utilizar el hambre como un arma bélica.
Hagari aseguró que su país «ha ofrecido a las organizaciones internacionales establecer zonas humanitarias», pero sobre el terreno, en Gaza, incluso las zonas marcadas como «seguras» han sido bombardeadas.
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