Pocas horas de que Joe Biden jurara este miércoles su cargo como nuevo presidente de EE.UU., su Administración ordenaba un parón inmediato de cien días en la deportación de inmigrantes indocumentados. La política migratoria es uno de los asuntos en los que Biden quiere un giro completo respecto a su predecesor, Donald Trump, y una de sus primeras decisiones es proponer una reforma migratoria que establezca una vía para acceder a la ciudadanía a millones de inmigrantes que no tienen estatus legal en el país.
La reforma se enfrentará a mucha oposición republicana en el Congreso. De momento, la Administración Biden puede tomar decisiones sobre cómo ejecuta la política migratoria y la relajación en las deportaciones es una de ellas.
La orden sobre la congelación de expulsiones de inmigrantes se incluyó en una circular firmada por el secretario interino de Seguridad Nacional, David Pekoske, que está al frente de esta cartera hasta que el elegido por Biden, el hispano Alejandro Mayorkas, obtenga la confirmación del Senado. Las excepciones para este periodo sin deportaciones serán aquellos individuos sobre los que el ICE -la policía migratoria- tenga documentado que son una amenaza a la seguridad nacional o que hayan entrado en el país después del 1 de noviembre del año pasado.
Según el documento, el Departamento de Seguridad Nacional dedicará cien días a revisar las necesidades en materia de cumplimiento de la legislación migratoria, y asegura que sus prioridades se centrará en la persecución de individuos que supongan una amenaza a la seguridad nacional -por ejemplo, acusados de terrorismo o de espionaje- o a la seguridad pública -sentenciados por delitos graves y en la protección de la frontera.
El mensaje duro del trumpismo queda atrás
Trump utilizó un mensaje duro contra los inmigrantes y se comprometió a deportar a millones de ellos. Al mismo tiempo, impuso vetos a países de mayoría musulmana, endureció las condiciones para acceder a visados de trabajo o de estudios y estableció procesos para limitar las solicitudes de asilo y para dejar a los solicitantes fuera de las fronteras.
En su mandato, el ICE llevó a cabo grandes redadas para encontrar indocumentados y aumentar las deportaciones. A pesar de ello, se quedó muy lejos de Barack Obama, al que sus críticos calificaron de «deportador en jefe», y en cuyos mandatos Biden actuó como vicepresidente. En sus primeros cuatro años en la Casa Blanca, Obama deportó a 1,6 millones de inmigrantes indocumentados, por 935.000 de Trump en su primer mandato. En campaña, Biden reconoció que aquel volumen de deportaciones fue «un gran error».
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