El Partido Demócrata se sacó de encima el riesgo y la tensión constante que suponía tener como candidato a una persona que no está propiamente en sus cabales, con claras «deficiencias cognitivas», como se suele decir en estos días.
Por Ociel Alí López / Actualidad RT
Más allá de las sombras que puedan proyectarse a partir de los procedimientos del Partido Demócrata para elegir un candidato sustituto de emergencia que revierta todo el proceso de primarias, el panorama virtual de tener como protagonista a una candidata que va a responder racionalmente a las exigencias de la campaña, otorga tranquilidad y confianza no solo a los líderes y bases demócratas sino también al anti-trumpismo.
Las fuerzas vivas del Partido Demócrata pueden volver a enfilar todos los misiles en contra de la figura del expresidente Donald Trump.
Este «giro forzado» podría resultar mejor o peor electoralmente, pero independientemente de ello, implica para el partido tener un dominio mínimo y aplacar la incertidumbre ante cada aparición del candidato. Significa que se minimiza el riesgo ante una determinada respuesta condicionada por la senilidad que ha mostrado el presidente Joe Biden en infinidad de ocasiones y que llegó a un punto definitivo en el debate presidencial del 28 de junio.
En esos términos, las fuerzas vivas del Partido Demócrata, después de la renuncia del candidato, pueden volver a enfilar todos los misiles en contra de la figura del expresidente Donald Trump, sin gastar tantas armas defensivas que estaban desplegadas para proteger a un candidato desorientado.
Kamala Harris, la actual vicepresidenta de EE.UU., se convirtió rápidamente en la favorita para sustituir a Biden, en tanto consiguió el apoyo automático en sectores de derecha e izquierda de su partido y ha logrado un récord en la recaudación para la campaña.
Harris o un reseteo de la campaña
Por más gris que haya sido la gestión de Harris como vicepresidenta, según se le critica en diversos círculos, su nombramiento como abanderada puede recordar nuevamente las presidenciales del 2020 y también las elecciones de medio término de 2022, en las que el Partido Demócrata logró parar el ascenso del trumpismo.
En el 2020, la dupla Biden/Harris logró tejer una articulación histórica de los sectores populares estadounidenses. Las llamadas minorías raciales y sociales, enardecidas en medio de una situación de protesta generalizada, lograron derrotar a Trump gracias a una campaña, «atrápalo todo», impulsada por la incorrecta respuesta a la pandemia por parte del entonces presidente y la represión policial contra las protestas por la muerte del afroamericano George Floyd.
Además, en las elecciones de medio término de 2022, también ocurrió una recuperación electoral del Partido Demócrata en la que Harris fue protagonista, cuando la sentencia de la Corte Suprema sobre el aborto sumó de manera significativa el apoyo de mujeres y organizaciones feministas, que paró en seco una debacle electoral que se le venía encima al partido.
En el 2020, la dupla Biden/Harris logró tejer una articulación histórica de los sectores populares estadounidenses.
El abanderamiento de Harris, aún hipotético, recuerda esas victorias electorales de 2020 y 2022 porque ella, mucho mejor que Biden, logra reunir las dos tendencias prioritarias centrales que tendría el tipo de articulación política como el de aquellos años.
Si las revueltas contra la represión atrajeron el voto automático de las minorías afrodescendientes a una alianza «anti-trumpista», en 2022 el trabajo «aguas abajo» de Harris, otorgando preponderancia al tema de mujeres, logró la recuperación demócrata cuando esperaban un descalabro.
En definitiva, con una candidata mujer, hija de migrantes afro y asiáticos, Trump tendría una competencia mucho más resbaladiza, que además lo puede llevar a cometer errores por sus posturas misóginas.
Trump con nueva contendiente
Para lograr nuevamente la victoria, la campaña demócrata, ya sin Biden en el foco, requiere polarizar y recordar al «enloquecido» Trump, no solo de 2020, cuando mandó a inyectarse desinfectante contra el covid-19, sino también el «incorrecto» personaje de toda la vida, con el fin de revertir el impulso hacia la relativa moderación que ha tomado su candidatura los últimos días, y que lo llevó a muy buen resultado en el debate, en el que Biden perdió por sus errores y Trump pudo «humanizarse» y mostrar un perfil menos belicoso, haciendo concesiones en temas neurálgicos.
Trump ha afianzado su alianza con los conservadores colocando en la fórmula vicepresidencial a James David Vance, pero también ha rediseñado su perfil, haciendo giros necesarios para buscar a un público más moderado, más centrista, que desactive la lectura que se ha instalado en su contra, no solo a raíz de los acontecimientos del 6 de enero de 2021 en el asalto del Capitolio, sino también sobre sus exageradas posturas contra migrantes, mujeres y minorías.
Esta nueva imagen de un Trump más sensible fue relatada en la Convención Republicana por su nieta, Kai, quien describió a un tierno abuelo después del atentado en el que sobrevivió y que ha provocado llamados unionistas de su parte. Antes de esto, Trump había realizado giros discursivos de importancia, relativizando su postura contra el aborto y también contra los migrantes.
El expresidente y aspirante del Partido Republicano ha modificado su repertorio de mensajes y Kamala Harris ya comenzó a trabajar para desmantelar esta estrategia de moderación y «humanización». En Delaware, apenas dos días después de la renuncia de Biden, comenzó su ataque: «He visto depredadores de todo tipo. Depredadores que acosaban a mujeres, defraudadores que estafan, tramposos que rompían las reglas. Así que escúchenme cuando les digo que conozco a tipos como Trump y en esta campaña, con orgullo, lucharé contra él».
Harris, entonces, tiene que volver a buscar el apoyo de las mujeres y las minorías raciales, y lo más efectivo es intentar que Trump cometa errores en una pelea que es mucho más resbalosa para el republicano, por tratarse de una candidata mujer, proveniente de minorías étnicas y no ya de un blanco tan privilegiado y establecido en la política como lo era Biden.
La campaña ha comenzado nuevamente desde cero. Se espera la Convención Demócrata, del 19 al 22 de agosto, para confirmar la candidatura de Harris. El anti-trumpismo respira aliviado y siente haberse sacado un peso de encima cuando aún quedan más de tres meses para enderezar las cargas en una campaña que no tendrá respiro.
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