Lograr un nivel razonable de cobertura contra la covid será especialmente difícil para la región, que no solo tiene una posición débil en la puja por las dosis, sino que debe lidiar con la falta de infraestructura, la politización y la desconfianza alimentada por las noticias falsas.
Jorge Galindo | Eliezer Budasoff
Si el desarrollo de la vacuna contra la covid-19 es una carrera que ha quebrado récords históricos de velocidad, implementar campañas para que las dosis lleguen a la mayor cantidad de personas posible —y en las condiciones que deben llegar—, será una carrera de resistencia en América Latina.
Los países de la región, que casi no han tenido participación en las vacunas que se encuentran más avanzadas, están en peor posición para acceder a un mercado que apenas va a poder satisfacer una pequeña parte de la necesidad existente: todo el mundo, literalmente, necesitará las vacunas, y no parece que haya de sobra por ahora. Pero el desajuste entre la demanda y la oferta es apenas el primer obstáculo de esta carrera: “No es solamente la vacuna. Hay que tener toda la planificación y toda la preparación”, asegura Jarvas Barbosa, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud.
Además del acceso a las dosis, América Latina deberá resolver con condiciones desiguales dos grandes frentes de batalla: los problemas técnicos —falta de recursos e infraestrucutra para almacenar, distribuir y aplicar las dosis— y los problemas culturales, porque la vacuna se ha convertido también en un asunto político. Es una cuestión de confianza: la predisposición de las sociedades a vacunarse está atravesada hoy por el nivel de apoyo o recelo hacia sus gobernantes, la polarización y un puñado de prejuicios alimentados por noticias falsas, hábitos arraigados y campañas de desinformación.
Obtener la vacuna
“Hemos llegado a un acuerdo con” es uno de los inicios de frase más repetidos en los últimos meses entre los dirigentes latinoamericanos, seguido por el nombre de una farmacéutica o institución metida en la producción de vacunas. Pero “un acuerdo” puede significar muchas cosas. A veces solo es el inicio de una negociación. Otras, las menos, es una compra. Luego están los acuerdos que no se anuncian o tardan en hacerse. Lo que sabe, a día de hoy, es incompleto. Los datos disponibles señalan que solo el país más rico de la región, Chile, cuenta con un stock preadquirido de vacunas comparable (incluso superior, al menos por ahora) al de Estados Unidos o la Unión Europea: 84 millones de dosis para una población estimada en 19 millones de personas. Es decir, 4.4 dosis por habitante.
Una sola dosis no es suficiente por dos razones: primera, los ensayos preliminares para los que existen datos disponibles indican que hará falta más de una para garantizar una inmunidad significativa durante un tiempo razonable, que ni siquiera se sabe cuán largo será. Segunda, y más importante ahora mismo: aún no se sabe a ciencia cierta qué vacunas van a funcionar. Aunque hay datos preliminares muy prometedores para algunas de ellas, también es posible que a medida que avancen los estudios los porcentajes de efectividad se vayan ajustando. Así que tiene sentido no arriesgarlo todo a un solo corredor.
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