Lesther Alemán tenía 20 años el 16 de mayo de 2018, cuando encaró a Daniel Ortega en el primer día del llamado Diálogo Nacional, entre la oposición y el régimen nicaragüense. “Por doce años lo hemos escuchado, presidente, conocemos la historia, no la queremos repetir. Estamos aquí para exigirle ahorita mismo que ordene el cese inmediato al ataque. Estamos siendo perseguidos, somos estudiantes. ¿Por qué me salto la palabra? Porque nosotros estamos poniendo los muertos”, reclamó ante Ortega y Rosario Murillo, en la reunión que media Nicaragua seguía en vivo a través de la televisión.
La intervención de dos minutos y 55 segundos hizo de Lesther Alemán un personaje famoso en Nicaragua. Admirado por unos y odiado por otros. Ortega no le perdonó nunca el bochorno al que lo sometió y de ahí en adelante sería perseguido, acosado, se convertiría en preso político y, despojado de su nacionalidad, sería enviado al destierro. “No me arrepiento”, dice en entrevista con Infobae.
Alemán es uno de los personajes más conocidos de la rebelión de 2018, que este 19 de abril cumple cinco años. “Personalmente son cinco años en los que la juventud de Nicaragua asumimos conciencia sobre nuestra realidad, lo que puede significar vivir en un país democrático y lo que puede costar seguir viviendo en un país en dictadura. Hemos pagado altos costos de vida. Hemos perdido a más de 355 nicaragüenses, únicamente por defender el derecho a la libre movilización, a manifestarse, a expresar sus pensamientos”, afirma.
“En estos cinco años también he podido notar lo mejor de los nicaragüenses cuando nos decidimos cambiar nuestro futuro y, también, lo peor, al ver con qué saña te pueden reprimir, perseguir y violentar los derechos ciudadanos”, añade.
El 19 de abril de 2018 marcó un antes y un después en la historia de Nicaragua y en la vida de Lesther Alemán. Hasta antes de ese día era un joven de 20 años que, según dice, su preocupación era agarrar a tiempo el bus, la ruta 120, que lo llevara a la universidad para no llegar tarde a clases.
“Después del 2018 todo se altera, cambios drásticos en la misma convivencia con mi familia. Dejé de compartir con mis padres la cena con el gallo pinto infaltable, viendo noticias, a estar tal vez ahora hablándole por videollamada o en reuniones”, dice Alemán que se declara un “opositor activo” desde el exilio.
La rebelión de abril de 2018 comenzó a la víspera con reclamos de un grupo de jóvenes por la indolencia con que el gobierno de Ortega asumió unos incendios en Indio Maíz, una de las reservas forestales más importantes de Centroamérica.
El 16 de abril de ese año, el régimen anunció unas reformas al seguro social que despojaban de algunos derechos a los jubilados. Marchas aisladas de ancianos y piquetes de jóvenes protestaron por la medida. El régimen de Ortega respondió como estaba acostumbrado a hacerlo: envió grupos de sus simpatizantes a agredir a quienes protestaban.
Las imágenes de militantes sandinistas golpeando a ancianos y jóvenes indignó a toda Nicaragua y el 19 de abril estalló una rebelión generalizada, cuya represión ocasionó, en ese primer día, la muerte de tres personas, dos jóvenes y un policía.
Lesther Alemán estuvo en las protestas de Indio Maíz y en el grupo de jóvenes que fue agredido la tarde del 18 de abril en un sector de Managua conocido como Camino de Oriente.
Más espontáneas que organizadas, se produjeron multitudinarias marchas en distintas partes del país, que exigían a esas alturas la salida de Daniel Ortega del poder. La represión fue escalando y ya para el 20 de abril se produjeron 20 muertes en el contexto de las protestas.
Con el país casi paralizado por las marchas y cientos de barricadas, Daniel Ortega solicitó a la iglesia Católica que organizara e intermediara un diálogo entre el gobierno y la oposición. En el primer encuentro, en representación del sector estudiantil, Lesther Alemán asaltó la palabra y ejecutó su famosa recriminación a Ortega.
Dice que no cree que “haya un segundo hito así en mi vida”, pero no quiere que esa sea su única carta de presentación. “No quiero que sea lo único bueno que yo haya hecho por Nicaragua, por mi país, mi vida y por mi realidad como joven”, señala.
La exposición le trajo fama y reconocimiento. Donde iba había personas que le pedían autógrafos y tomarse fotografías con él. Los medios de comunicación lo buscaban constantemente para entrevistas y eso, incluso, le trajo problemas con sus compañeros de la oposición, dice.
“En el Diálogo Nacional hubo cierta inconformidad por parte de otros liderazgos jóvenes y sociales ante la atención mediática que yo estaba teniendo. En un momento llegaron a decir que yo no tenía que brindar informes, ni declaraciones y lo acepté. Lo que pasa es que los medios de comunicación estaban pendientes de lo que estaba sucediendo y al final de las sesiones me abordaban”, relata.
“Cualquiera pensaría que es cómodo recibir atención mediática. Tal vez lo es en otras situaciones, pero la fama en esta situación cuesta muerte y cárcel, y ahora destierro. Por un lado, tengo la atención mediática y por otro lado tengo los rifles de la dictadura apuntándome”, añade Alemán.
Lesther Alemán sufrió acoso virtual y físico de parte de la dictadura. A su padre, que maneja una pequeña empresa familiar de transporte, le quitaron todos los contratos. Lesther Alemán se fue al exilio y regresó cuando hubo amnistía para los presos políticos. Sin embargo, fue apresado el 5 de julio de 2021 y pasó 584 días en la cárcel conocida como El Chipote. Fue condenado a 13 años de prisión y finalmente desterrado a Estados Unidos el pasado 9 de febrero.
Convertido en un símbolo, Alemán está todo el tiempo sometido al escrutinio público. Dice que toma cuidados cuando hace una entrevista o los lugares que visita porque hay quienes le critican el lugar donde está, la forma como anda vestido, y hasta los zapatos que usa.
“Ese escrutinio público me ha tocado enfrentarlo desde la inexperiencia. En cinco años, por ejemplo, en los que en Nicaragua me privé de ir a un restaurante, no conozco las discotecas. Me han privado de cómo se puede comportar un chavalo de 20, 22 o 25 años ahora”, señala. “Al final de cuentas no me incomoda ese escrutinio público porque sí de algo estoy seguro es que en ningún momento ha llegado a mí dinero en nombre de las víctimas”.
En estos momentos, dice, está buscando cómo regularizar su situación migratoria en Estados Unidos para trabajar formalmente. Cree que la dictadura de Daniel Ortega está debilitada y la tarea de los opositores debe ser “aprovechar cada día para debilitarla” porque el mismo comportamiento de la dictadura le dice que “ya está acabada”.
“Hay un criminal de lesa humanidad que está ocupando la silla en la presidencia y es una persona que debe responderle a la justicia nacional e internacional”, concluye.
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