A falta de gasolina, gas del bueno. Agentes gubernamentales arremetieron ayer contra cientos de personas que se saltaron la «cuarentena social y radical» para manifestarse en Churuguara, estado Falcón, por la sequía de combustible. Los policías se emplearon a fondo «gas del bueno», como bautizó Hugo Chávez a los gases lacrimógenos que ordenaba lanzar contra los estudiantes.
Las protestas se repitieron en medio país, desde Barinas a Lara pasando por Guárico, Cojedes y Portuguesa. Un día antes, cientos y cientos de motorizados, sedientos de combustible, rompieron en Valencia el confinamiento nacional, tan sui géneris en Venezuela, en un nuevo capítulo del Mad Max bolivariano. Los vídeos y las imágenes de lo acontecido en el distribuidor San Blas han vencido una vez más la fuerte censura gubernamental para retratar la realidad del país con mayores reservas de petróleo del planeta: no hay gasolina.
«Desde hace semanas mantenemos reuniones con los jefes militares, que nos han advertido que la escasez de gasolina va para largo. Hay muy poca y debe ser dirigida a quienes ellos consideran imprescindibles, como fuerzas de seguridad y la gente del gobierno. Estamos ante un colapso«, precisó para EL MUNDO el dueño de una bomba (gasolinera) de Valencia, quien prefiere mantenerse en el anonimato.
Ni en Valencia, ni en Caracas (racionada por cédula de identidad) ni en Barquisimeto, mucho menos en el resto del país. Tampoco en los estados fronterizos, que luchan contra el racionamiento desde hace dos años. Hasta el personal sanitario se encuentra con una montaña de obstáculos para cargar con combustible sus vehículos y acudir a proteger a sus conciudadanos.
Venezuela está seca, de agua pero también de gasolina. El 89% de los ciudadanos denuncian que en sus estados no hay combustible, según la Encuesta Nacional de Impacto Covid-19, realizada por expertos elegidos por el Parlamento.
Ni siquiera los productores pueden llevar sus frutas y verduras a los mercados, lo que repercute directamente en los precios y en la escasez de ciertos productos. Carlos García, ex alcalde de Mérida, relató las peripecias de un grupo de agricultores que caminó durante ocho horas para trasladar alimentos desde Chacanta hasta Santa Cruz de Mora. Los enfermos crónicos tampoco pueden acudir a sus diálisis o tratamientos.
Las colas se multiplican por todo el país, entre protestas y junto a peleas y discusiones, no importa si son militares contra policías. En Guárico una multitud acorraló a un grupo de guardias nacionales. Las detenciones de quienes revenden en dólares la poca gasolina que hay acaparan los medios oficiales, pese a que estas prácticas son conocidas desde que hace 13 meses se produjera el primer gran apagón nacional. En el mercado negro se venden 20 litros de gasolina en un precio entre 20 y 30 dólares americanos, cuando el salario mínimo ronda los tres dólares al mes.
«Estamos trabajando todos los días para resolver lo del combustible y para que hayan buenas señales las semanas que están por venir», prometió el domingo Nicolás Maduro en una de sus declaraciones televisivas. En paralelo, un cargo militar avisaba en Barinas, megáfono en mano, que no había ni una gota para la multitud que esperaba.
Una de las esperanzas del gobierno es la puesta en marcha de la refinería El Palito, paralizada durante años y con capacidad para producir 80.000 barriles al día. «Después de tanto tiempo con el Palito parado no será tan rápido que produzca gasolina. Estaría más pendiente de que lleguen barcos cargados, porque sin combustible en breve no es el gobierno el que se va a parar, sino la vida de mucha gente en medio de la pandemia», respondió el politólogo Luis Vicente León, presidente de Datanálísis.
«El problema más grave ahora es el combustible, no el coronavirus», advirtió el portavoz de Fedeagro, la patronal de los agricultores.
¿Por qué Venezuela carece de combustible en el peor momento posible? «La razón de la falta de gasolina es que el chavismo destrozó las refinerías y ahora quiere culpar a un supuesto bloqueo naval», desveló el diputado José Guerra, que opina lo mismo que el antiguo zar del petróleo, Rafael Ramírez, exiliado hoy en Italia. En 2013, comienzo de la presidencia de Maduro, Venezuela consumía 400.000 barriles diarios. El descalabro económico redujo a 140.000 barriles en este año, pero en los primeros días de la pandemia ya sólo se contabilizaban 30.000 por día.
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