La diplomacia de la trampa de la deuda es uno de los sellos más importantes de la política exterior de China.
Hace 20 años, la influencia económica de Beijing comenzó a expandirse. China comenzó a cargar a varios países con deudas impagables. Venezuela, es uno de los que se tambalean bajo la sombra de las agobiantes deudas con el gigante asiático. Y fue Hugo Chávez el que metió al país en ese problema.
El dinero prestado rara vez ha servido para lograr los objetivos nominales que tenían las transacciones. Más bien, en Venezuela, los fondos provenientes del Partido Comunista Chino solo alimentaron la insaciable corrupción bolivariana.
China profundizó su relación comercial con América del Sur empezando el siglo XXI. Además de Venezuela, se convirtió en el principal socio comercial de Brasil, Chile, Perú, y también Argentina.
Venezuela, con las reservas de petróleo más grandes del mundo, estaba bien preparada para convertirse en un socio perfecto para Beijing. Podría fácilmente convertirse en su principal proveedor confiable de crudo.
Hasta crearon un banco binacional. La relación beneficiaba a China y a Chávez. El dictador veía una fuente de financiamiento para su agenda revolucionaria bolivariana en el país y en el extranjero.
Y China vio la posibilidad de controlar los recursos naturales de la nación, incluido el petróleo. Además podía usar al país como un peón en su disputa con EEUU por la supremacía global.
Hasta ahora, el plan a China le ha salido relativamente bien. Porque aun cuando contaban con un probable colapso del aparato productivo en Venezuela, difícilmente puedan estar satisfechos con el pobre desempeño de la economía venezolana.
La caída en la trampa
EL caso de la venta de mineral de hierro venezolano a China es un ejemplo arquetípico de cómo funciona la trampa de deuda china.
En 2009, Venezuela firmó un acuerdo para la exportación de mineral de hierro a Beijing.
China prestaría mil millones de dólares a Venezuela y, a cambio, el gigante minero estatal CVG Ferrominera Orinoco entregaría 42,96 millones de toneladas de mineral de hierro.
Eso lo recibiría la empresa siderúrgica china Wuhan Iron and Steel Corporation (Wisco). El tiempo estimado para el pago era de ocho años. Pero el hierro se tenía que entregar en menos de dos años.
Además, el trasfondo del acuerdo era éste: China pagó apenas mil millones de dólares por asegurar 42,96 millones de toneladas de mineral de hierro. El costo según las tarifas del mercado en 2009 se acercaba a los 4 mil millones de dólares.
Además del engaño, el acuerdo tuvo un efecto decastador en la capacidad de la empresa.
Según el acuerdo que se firmó en octubre de 2009, se suponía que la empresa venezolana entregaría la primera entrega de 160.000 toneladas de mineral de hierro a finales de mes. Asimismo, se vio obligada a entregar 160.000 toneladas en noviembre y 140.000 toneladas en diciembre.
Pronto era evidente que Chávez había llevado a Venezuela un pantano del que no había escapatoria.
En junio de 2010, Ferrominera había entregado solo 337.250 toneladas de mineral de hierro, menos del 10% de la cuota pactada.
Para cumplir con su compromiso anual, tenía que entregar 3.461.946 toneladas de mineral de hierro, con solo seis meses para el final. Una tarea aparentemente insuperable.
Una delegación venezolana conjunta advirtió que la empresa pronto necesitaría pagar a China una cantidad equivalente al volumen no entregado al precio acordado.
Lo que significó para la empresa venezolana fue que tuvo que pagar $ 70 millones, junto con el costo de transporte, cargos de carga y descarga de carga, entre otros. El mismo esquema se ha repetido.
El sucesor de Chávez en 2019 había prometido que Ferrominera volvería a producir 3 millones de toneladas de mineral de hierro por año. Sin embargo, la producción ni siquiera tocó la marca de 2 millones de toneladas en 2020. Una séptima parte de lo que estaba produciendo una década antes.
Con información de OpIndia.
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