La salida del presidente número 45 de Estados Unidos supondrá un punto de inflexión en las relaciones internacionales. La llegada de Donald Trump en 2016 sacudió la esfera global en múltiples ámbitos, pero sobre todo supuso un espaldarazo para todas las formaciones y movimientos nacionalistas que habían tratado de ganarse su hueco en distintas partes del mundo y que se vieron entonces reflejados en la Casa Blanca. Washington sirvió para respaldar una visión compartida del cosmos, una concepción de la sociedad que chocaba de plano con algunos de los consensos asentados en la clase política tradicional.
Pese a tener centenares de matices en función de cada país, si algo tienen en común estos partidos es el nacionalismo. Algunos ejes que fueron explotados por el neoyorquino desde 2016 hasta hoy han sido importados por múltiples movimientos de otros territorios tras el éxito cosechado en EEUU. En este tiempo, los partidos que centran su discurso en la exaltación de la bandera y los mensajes antiinmigración han proliferado en el seno de la UE, pero también en otros puntos del globo.
Con la salida del magnate del centro de poder más codiciado se apaga ese faro que ha marcado la senda por la que caminar a muchas de estas formaciones. Pese a la derrota el pasado 3 de noviembre, los buenos resultados del republicano logrando ensanchar su base han sido interpretados como una prueba más de que estas visiones y estas formas de hacer política no solo tienen buena acogida, sino que no se han resentido en cuatro años.
Hungría, Polonia, Brasil, Italia, Francia, Austria, Finlandia, Países Bajos o Suecia son algunos de los territorios en los que estas organizaciones han ido creciendo en los últimos años y se han visto reforzados con la incursión del trumpismo en la primerísima línea. En España hubo que esperar a que en 2018 -por cuestiones internas como la crisis catalana- un partido de este corte obtuviera representación.
Con mayor o menor excentricidad, con más o menos conservadurismo y con distintos postulados en materia económica, sí que han presentado algunas líneas maestras que les han llevado a tejer alianzas. Más allá del nacionalismo, las bases compartidas suelen contener un fuerte rechazo a la inmigración irregular, una evocación constante del pasado glorioso y el anhelo de los liderazgos fuertes, generalmente de hombres, pero también un escepticismo ante los organismos supranacionales.
Para leer la nota completa, pulsa aquí
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.