La división en torno a cuándo celebrar las elecciones en Bolivia, aplazadas por la emergencia del coronavirus, preocupa a Naciones Unidas, inquieta tanto por la posibilidad de que se celebren en poco tiempo y sin medidas de protección adecuadas frente al COVID-19 como por el riesgo de que el Gobierno interino se perpetúe.
EFE
Así lo apuntó este jueves 21 de mayo, una fuente de la organización, que habló a los periodistas bajo condición de anonimato y que destacó el caso boliviano como ejemplo del impacto que la pandemia está teniendo en procesos electorales en todo el mundo.
De todos ellos, Bolivia es para Naciones Unidas el caso «más preocupante», principalmente por la falta de consenso entre las distintas fuerzas políticas.
Los comicios que tenían que haberse celebrado el 3 de mayo fueron pospuestos por el coronavirus y, por ahora, el país está a la espera de una fecha para ir a las urnas pese al plazo de noventa días marcado por el Parlamento en contra del criterio del Gobierno interino.
El Parlamento, con mayoría del Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales, ha promulgado una ley que da tres meses para celebrar las elecciones, pero parlamentarios que respaldan a la presidenta interina, Jeanine Áñez, han presentado recursos para frenar la legislación dado que el Gobierno considera que no debe acelerarse la convocatoria en medio de la crisis sanitaria.
Naciones Unidas está preocupada porque ve poca voluntad de establecer medidas para mitigar el riesgo de contagios durante las votaciones, por ejemplo permitir que se vote durante dos días o con horarios escalonados, según la fuente.
Al mismo tiempo, también ve el riesgo de que se busque prorrogar la situación actual y convocar los comicios en un momento particular que pueda beneficiar a un partido.
Cuando se decidió el aplazamiento, la candidatura del MAS, encabezada por el exministro Luis Arce, iba primera en las encuestas.
El MAS y Morales, que desde Argentina ejerce de jefe de campaña de su partido, acusan a la presidenta interina de intentar perpetuarse en el poder, pues lo asumió en noviembre pasado de forma transitoria con el mandato de convocar cuanto antes los comicios.
Bolivia tiene que elegir presidente, vicepresidente, diputados y senadores después de que se anularan las elecciones de octubre, en las que Evo Morales fue declarado vencedor entre denuncias de fraude a su favor e informes de organismos internacionales sobre irregularidades en los comicios.
El entonces presidente anunció que renunciaba a un cuarto mandato consecutivo porque era forzado por un golpe de Estado para privarlo de una nueva victoria electoral y sacarlo del poder en medio de presiones de militares y policías, entre otras.
Áñez asumió entonces el poder con un mandato interino primero hasta el 22 de enero de este año, cuando debía empezar una nueva legislatura, luego ampliado hasta que salga un nuevo Gobierno de las elecciones, a las que se presenta como candidata por la alianza Juntos.
El jefe de la ONU, António Guterres, desplegó el pasado noviembre al diplomático francés Jean Arnault como enviado especial al país con el objetivo de tratar de mediar en la crisis y ayudar a las distintas fuerzas bolivianas a lograr una salida pacífica.
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