Los expertos alertan de que los flujos aumentarán en los próximos años y reclaman una visión común europea ante el fenómeno.
Tras un insólito letargo, la afluencia de migrantes en situación irregular hacia la Unión Europea vuelve a despertar y se acerca a los niveles registrados en los estertores de la crisis de 2015, que puso a medio continente patas arriba. Según la estadística de Frontex, divulgada la semana pasada, en 2021 accedieron a territorio europeo 196.000 migrantes irregulares, cerca de los 204.000 de 2017. Es pronto para saber si este aumento augura una nueva oleada de llegadas; y, más aún, si esta alcanzaría las cotas de 2015, cuando 1,8 millones de personas entraron en suelo comunitario.
En lo que sí coinciden los expertos es en que la presión migratoria va a aumentar en los años venideros, una tendencia derivada del aumento de la desigualdad tras la pandemia; del estallido de nuevos conflictos y, en algunos casos, del recrudecimiento de otros; y del calentamiento global. Se trata de un reto de grandes dimensiones ante el que la UE renquea por la ausencia de una visión común, según denuncian los analistas consultados.
Las entradas a Europa crecieron un 57% en 2021, según las cifras publicadas el pasado miércoles por la agencia europea de fronteras. Su análisis indica que el levantamiento paulatino de las restricciones a la movilidad establecidas en los inicios de la pandemia —que se alargaron durante buena parte de 2020 y que provocaron el menor número de cruces desde que hay registros, en abril de ese año: 900— no explica por sí solo el incremento. Existen “otros factores” que provocan la afluencia migratoria, subraya Frontex en su informe.
En 2020, “la pandemia todavía creaba incertidumbre”, considera Patrycja Sasnal, profesora de la Academia de Migración del Colegio de Europa de Natolin, con sede en Varsovia. “La gente estaba en una especie de espera, pero el número de personas que quería o necesitaba emigrar siguió creciendo. El aumento es el resultado de la liberación de esa presión acumulada”, prosigue Sasnal. La escalada de la desigualdad provocada por el coronavirus —mientras los multimillonarios se enriquecían, 800 millones de personas más se han visto abocadas a la extrema pobreza— es otro factor clave detrás de este fenómeno. “El empeoramiento de sus condiciones de vida les ha empujado a emigrar”, constata Mira Milosevich-Juaristi, investigadora principal del think tank español Real Instituto Elcano.
Más allá de las repercusiones de la pandemia, las cifras de Frontex muestran también un alza con respecto a los años previos a la covid, con cerca de 50.000 llegadas más que en 2018 y 2019. Para la agencia de fronteras, uno de los factores “definitorios” ha sido la crisis en Bielorrusia. Los países europeos limítrofes con la antigua república soviética —Polonia, Lituania y Letonia— registraron el año pasado un crecimiento enorme: de 677 entradas irregulares en 2020 han pasado a cerca de 8.000. Sin embargo, la afluencia de personas orquestada por el régimen de Aleksandr Lukashenko representa solo un 4% del total de llegadas a territorio comunitario en 2021. “Este porcentaje no explica el aumento”, afirma Milosevich-Juaristi, de Elcano, por teléfono.
Para leer la nota completa, pulsa aquí
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/albertorodnews y dale click a +Unirme.