El factor de violencia en las campañas electorales en Latinoamérica ha tocado sus puntos máximos con asesinatos de candidatos presidenciales que, en países como Colombia, México y, en estos días, Ecuador, han dejado ver el nivel de penetración de estructuras del crimen organizado para dar golpes mortales a aspirantes a conducir una nación.
Por Voz de América
Con el asesinato este miércoles del candidato Fernando Villavicencio al salir de un mitin en un centro educativo en Quito, Ecuador, trae al recuerdo otros hechos similares ocurridos en países golpeados por la violencia y permeados por el crimen organizado.
Los asesinatos del aspirante a la presidencia colombiana Luis Carlos Galán, del Nuevo Liberalismo, ocurrido el 18 de agosto de 1989, y de Luis Donaldo Colosio, dirigente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México, el 23 de marzo de 1994, guardan parecido con las circunstancias de la muerte del candidato Villavicencio este 9 de agosto.
También por los mensajes de esos tres aspirantes presidenciales asesinados, que pregonaban luchar contra el crimen organizado, combatir la corrupción y plantar batalla al narcotráfico e inseguridad.
En Colombia también fueron asesinados, en diferentes épocas, otros dos candidatos a la presidencia que buscaban el apoyo popular en las urnas para imponer agendas de corte socialista, en crímenes que las investigaciones de la época dejaron inconclusas, como el del opositor Jorge Eliécer Gaitán ocurrido en 1948, y el del dirigente del Partido Comunista de Colombia, Bernardo Jaramillo Ossa, asesinado el 22 de marzo de 1990.
Luis Carlos Galán, reformista liberal y enemigo de Pablo Escobar
La segunda mitad de la década de 1980 representó para Colombia la entrada a una espiral de violencia con estructuras del crimen organizado, autodefensas o paramilitares y la penetración a gran escala de los carteles de la droga.
La Comisión de la Verdad, luego de los Acuerdos de Paz, consideró en su informe que la muerte del candidato presidencial Luis Carlos Galán fue el resultado del ataque frontal del Estado contra los cárteles de la droga.
La revista El Colombiano, al reseñar años después la muerte del aspirante presidencial colombiano, considera que “Luis Carlos Galán sabía que lo iban a matar”, pues dos semanas antes del ataque mortal se salvó del primer atentado que resultó fallido para los hechores.
Luis Carlos Galán estaba a favor de la extradición de narcotraficantes a Estados Unidos para purgar penas en la nación norteamericana. La campaña contra la extradición había generado en Colombia una guerra frontal entre el Estado y los cárteles que demostraban cada día sus capacidades operativas para descabezar a altos niveles del gobierno, desde ministros a magistrados y altos mandos militares.
Galán se había embarcado en una cruzada para frenar el poder y la penetración del narcotráfico en el Congreso desde 1982, según documentos de la época, y con acciones y declaraciones contra el mismísimo Pablo Escobar, quien no podía explicar como funcionario electo el origen de su creciente riqueza.
Galán decía que “no podía tener a su lado personas que no tuvieran cómo explicar el origen de sus ingresos: sospechaba de sus nexos con el narcotráfico”, cuando el hombre fuerte de la droga intentaba donar dinero a la primera campaña presidencial del reformista liberal.
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