La votación de la Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) para incorporar a Palestina como miembro pleno exhibió la fractura geopolítica de América Latina y Europa. La posición frente a la guerra que libra Israel contra el grupo terrorista Hamas en Gaza, una clave para entender los distintos alineamientos, quebró los vínculos regionales y confirmó la influencia mundial que detenta la situación en Medio Oriente.
La Asamblea General de Emergencia de la ONU aprobó incorporar al Estado de Palestina como miembro pleno por 143 votos a favor, 9 en contra y 25 abstenciones. Fue una votación inédita, en un conflicto que se arrastra desde 1948.
En América Latina votaron a favor Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Guatemala, Ecuador, Honduras, México, Nicaragua, Panama, Perú, Uruguay y Venezuela. En contra estuvo Argentina, y Paraguay fue la única abstención regional.
La votación muestra la fractura de los socios del Mercosur respecto a Palestina y su relación con Israel. Lula da Silva sostiene que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) cometieron una masacre en Gaza, mientras que Javier Milei afirma que se está ejerciendo el principio de auto defensa frente al ataque terrorista perpetrado por Hamas el 7 de octubre. Luis Lacalle Pou apoyó el ingreso de Palestina en la ONU, y Santiago Peña propuso la abstención. El foro regional, entonces, no tuvo posición única.
El eje de las posiciones diplomáticas no fue el apoyo a la existencia y coexistencia de los dos estados, sino la estrategia bélica que ejecutan Israel y Palestina en la Franja. Y ello encierra una paradoja: si finalmente la votación hubiera sido efectiva -todo pasó al Consejo de Seguridad-, la ONU habría aceptado a una organización terrorista como miembro pleno.
En este contexto, los líderes de Hamas tendrían pasaporte diplomático, serían inmunes a las alertas rojas de Interpol y podrían abandonar su exilio dorado en Qatar, adonde están protegidos por el Emirato. Además, para complicar la situación, se desataría una interna doméstica por la representación en Naciones Unidas.
Hamas controla Gaza, y la Autoridad Nacional Palestina (APN) aún administra Cisjordania. Las dos son mitades de Palestina, y es poco probable que Yahya Sinwar -líder de Hamas- se siente a acordar una agenda común con Mohamed Mustafa, premier de la APN. Son enemigos mortales.
Bolivia, Chile, Cuba, Colombia, México, Nicaragua y Venezuela votaron acorde a su ideología y su mirada del mundo. Son países con gobiernos pro palestinos, que tienen una binaria sobre el conflicto de Medio Oriente e Israel. Es más: Gustavo Petro, Daniel Ortega, Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro hacen fe de su condena a la estrategia de supervivencia de Estado de Israel.
En Europa, la fractura regional aparece con mayor evidencia. España, Francia, Grecia, Irlanda y Portugal votaron por la inclusión de Palestina como miembro pleno de la ONU, mientras que Austria, Alemania, Italia, Países Bajos, Reino Unido, Suecia y Suiza se abstuvieron. Ningún estado europeo votó en contra.
Otra vez, la percepción del conflicto en Medio Oriente y su impacto en la opinión pública pesaron más en la votación que la mirada ideológica de los gobiernos. Pedro Sánchez votó igual que Emmanuel Macron, mientras que Georgia Meloni se abstuvo como el canciller alemán, Olaf Scholz.
La votación sobre Palestina en Naciones Unidas implosionó a la Unión Europea. No hubo una posición unívoca, y cada país se movió en la ONU en directa relación con sus intereses geopolíticos y su propia agenda doméstica.
A diferencia de la guerra que libra Ucrania contra Rusia, adonde la mayoría de los países europeos apoya al gobierno de Volodimir Zelenski, el premier israelí Benjamin Netanyahu tiene un respaldo fragmentado y muy dependiente de la opinión pública.
El proyecto de Resolución sobre Palestina fue remitido al Consejo de Seguridad, que es el poder real en Naciones Unidas. Desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial, cuando se creó la ONU, el Consejo de Seguridad tiene cinco miembros permanentes –China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia– y diez miembros no permanentes.
La incorporación de nuevo integrante de la ONU necesita de 9 votos en el Consejo de Seguridad, y ningún veto de un miembro permanente. China y Rusia apoyan a Palestina y a su principal financista, que es Irán. Francia y el Reino Unido son aliados de Estados Unidos, pero en este caso cada uno actuó sin alianza: París a favor, Washington en contra y Londres se abstuvo.
Ello significa que Palestina no será miembro de la ONU hasta que firme un acuerdo de paz con Israel. Esa fue la condición que impuso Estados Unidos para permitir su ingreso a las Naciones Unidas.
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