La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) arrancó hoy su programa oficial en Lisboa con una misa de apertura que animó a los jóvenes a «ponerse en marcha», con otros cinco días del evento por delante y en vísperas de la llegada del papa Francisco.
EFE
«Desde lejos o cerca, emprendes tu camino. Es muy importante ponerse en marcha. Es así como debemos afrontar la vida misma, como un camino a seguir, haciendo de cada día una nueva etapa», apeló en la misa inaugural el cardenal patriarca de Lisboa, Manuel Clemente.
«Vivimos mediáticamente y ya no sabemos vivir de otro modo», dijo el cardenal, que animó a los jóvenes a «verificar directamente la realidad que nos toca».
Ante más de 200.000 peregrinos -según la organización- concentrados en el Parque Eduardo VII, rebautizado como Colina del Encuentro, Clemente reconoció que para muchos el camino a Lisboa fue «difícil por la distancia, las conexiones y los costos que implicaba el viaje».
Un viaje en el que muchos tuvieron que recorrer miles de kilómetros y hasta cruzar un océano, como fue el caso de Juan Sebastián, de 26 años, que forma parte de un grupo de peregrinos procedente de Colombia.
En su primera JMJ, está alojado con una familia de angoleños en Entroncamento, al norte de Lisboa, lo que ha enriquecido todavía más el viaje, explica a EFE.
«Es una experiencia muy bonita vivir en la casa de ellos, aprender de su cultura, ver también su experiencia de fe… Ha sido lindo», relata.
La de Colombia es sólo una de las cientos de banderas de países que se reparten por todo el parque, donde los jóvenes han seguido con atención la misa a pesar de la barrera del idioma.
La parte principal fue oficiada en portugués, aunque la aplicación oficial permite escuchar una traducción simultánea en las otras cuatro lenguas oficiales del evento (español, inglés, francés e italiano).
El español es uno de los idiomas que más se escuchan entre los asistentes.
Es el que habla Juan Pereira, un chico de 19 años que llegó a la capital lusa con un grupo de peregrinos desde la madrileña Villaverde para «empaparse de la gente y de Jesús», señala a EFE.
Juan y sus compañeros están alojados en una escuela de la localidad de Cascais, a unos 30 kilómetros de Lisboa, y duermen en esterillas y sacos: «Bastante bien», asegura.
La Jornada está dirigida a los jóvenes, pero también hay espacio para fieles de más edad.
La portuguesa Teresa y la brasileña Magda, residentes en Lisboa, ya están en la cincuentena, lo que no les ha impedido inscribirse como peregrinas y acudir a la misa inaugural, cuentan a EFE.
«Nosotras somos jóvenes desde hace más tiempo», bromea Magda.
A su lado, Teresa lamenta que personas de su generación crean que los jóvenes no van por el «buen camino».
«Creo lo contrario, que los jóvenes que están aquí son los jóvenes del futuro y van a mostrar que hay otra posibilidad más allá de las guerras y las injusticias», afirma.
Al final, miles de fieles tomaron la comunión, parte del millón de hostias producidas con dos toneladas de trigo del Alentejo que se repartirán durante las ceremonias de la JMJ. Aunque, aclara la organización, hay hostias para celiacos.
La JMJ que se celebra en Lisboa espera ahora por la llegada del papa Francisco, prevista pare miércoles.
Su presencia atraerá, hasta el día 6, más de un millón de fieles, confía la organización.
«Deseo que se sientan como en casa, en esta casa común donde viviremos la Jornada Mundial de la Juventud. ¡Bienvenidos!», invitó hoy el patriarca de Lisboa.
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