Tres años después de su triunfo arrollador, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, mantiene una elevada popularidad a costa de intensificar su campaña contra los que considera sus adversarios, como la prensa crítica, los empresarios o incluso la clase media.
En la víspera del tercer aniversario, celebrado este jueves, López Obrador subió un grado más el enfrentamiento al estrenar una sección en sus ruedas de prensa matutinas para exhibir las «fake news» de la prensa crítica, pues considera que se están viviendo los «peores momentos del periodismo en México».
«Busca construir una narrativa de amigo-enemigo. Los que están a favor de su transformación y los del antiguo régimen», opinó el politólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Khemvirg Puente.
LA TRANSFORMACIÓN QUE SE RESISTE
El 1 de julio de 2018, arropado por un Zócalo abarrotado tras ganar las elecciones, López Obrador prometió la «cuarta transformación» de México – tras la independencia, las reformas liberales y la Revolución mexicana- que erradicaría la corrupción, la violencia y la desigualdad.
Esa transformación avanza a trompicones. «Creo que llega al tercer aniversario con la frustración de no poder concretar los cambios que propuso», dijo Puente a Efe.
La creación de la Guardia Nacional, un cuerpo militarizado de seguridad pública, no ha mitigado la crisis de violencia en el país, que en mayo registró la cifra récord de homicidios en 2021 con casi 3.000 asesinatos y en junio sufrió al menos dos masacres.
La imprevisible pandemia también ha empañado casi la mitad del mandato de López Obrador en México, donde la vacunación avanza tras dejar la covid-19 más de 350.000 muertos, según el reporte de exceso de mortalidad asociado a covid de las autoridades de salud.
El coronavirus enfermó la economía, que sufrió la peor caída desde la Gran Depresión con un desplome del 8,1 % del PIB, si bien es cierto que el desempeño económico ya era errático antes del virus.
Falto de resultados en el combate a la corrupción, el presidente acaba de cesar a su ministra encargada del asunto, Irma Eréndira Sandoval.
Mientras su plan estrella, los programas de becas y pensiones para los más desfavorecidos, se han sufragado mediante tijeretazos en el gasto público, que han afectado a los fondos para desastres naturales, búsqueda de desaparecidos y protección de activistas.
DIVIDIR PARA VENCER
A pesar de todo, López Obrador ha sorteado su desgaste y mantiene una popularidad cercana al 60 %, gracias al apoyo de gran parte de los 52 millones de mexicanos pobres que ven en él un presidente que habla su mismo idioma.
Y es que el mayor éxito de su gestión yace en la eficaz política de comunicación que consiste en una campaña permanente a través de sus ruedas de prensa diarias.
«Es una estrategia que le funciona porque la política es una confrontación. Él lo hace evidente y gana mucho», dijo a Efe Gustavo López Montiel, politólogo del Instituto Tecnológico de Monterrey.
Desde las llamadas mañaneras opina de todo y de todos, y arremete contra expresidentes, periodistas, intelectuales, empresas -especialmente del sector energético- e incluso el movimiento feminista.
El Instituto Nacional Electoral lo llegó a apercibir por inmiscuirse en la campaña electoral de los comicios intermedios del mes pasado y su respuesta fue prometer una reforma para restar poder al organismo.
El Movimiento Regeneración Nacional (Morena), partido creado bajo la figura de López Obrador, tuvo unos resultados ambiguos en dichos comicios.
Si bien retuvo la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y venció en casi todos los estados, no logró la mayoría calificada para reformar la Constitución y perdió mucho terreno en la capital.
Desde entonces, el presidente la ha tomado con las clases medias urbanas, a las que critica por su «falta de escrúpulos morales».
Y LA CAMPAÑA CONTINÚA
Todo apunta a que la retórica de confrontación permanezca durante los más de tres años que quedan de presidencia de López Obrador.
El próximo 1 de agosto está convocada una consulta popular para decidir si se debe investigar por corrupción a los expresidentes del país, lo que sirve al mandatario para criticar al «periodo neoliberal».
Además, el próximo año prevé convocar un referéndum para que los mexicanos decidan si revocan su mandato y en 2024 serán las elecciones para escoger al sucesor de López Obrador, quien no puede repetir mandato.
Lo que no estaba en sus planes es que sus dos probables herederos, la alcaldesa capitalina, Claudia Sheinbaum, y el exalcalde y actual canciller, Marcelo Ebrard, fueran golpeados por el derrumbe del metro que dejó 26 muertos en mayo.
«El accidente desapoderó a Sheinbaum y a Ebrard y eso favorece a López Obrador porque concentrará más poder y atención», concluyó Montiel.
EFE
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