El coste de su realización se elevó más de tres veces del presupuesto inicial y acaba rodeado de sospechas por sobornos en su elección como sede olímpica.
Josep Solano | El Confidencial
La noticia de que el Comité Olímpico Japonés (COJ) asumía los 200 millones de yenes (1,55 millones de euros) de coste de la defensa del expresidente de la institución, Tsunekazu Takeda, investigado por las autoridades judiciales francesas por presunto soborno en la candidatura de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio a pocas horas de la celebración de la ceremonia de clausura revolucionó las redes sociales niponas. La revelación que el COJ resolvió asumir los costos judiciales del entonces presidente en la reunión de la junta en marzo de 2019 y se hará cargo de todo hasta el final de la investigación a partir de este año es, para muchos, una asunción implícita de las acusaciones y otro montante que añadir a los recargos que ha tenido que ir asumiendo la organización de la cita olímpica.
Si hasta la fecha, los de Londres fueron los Juegos Olímpicos de verano más caros de la historia, el retraso de un año implicó no solo un descenso en el ánimo del pueblo anfitrión por albergar a los deportistas. Según datos del Comité Olímpico Internacional (COI) y del propio gobierno nipón, se estimó que el coste del aplazamiento en más de 6.631 millones de euros, aunque otras cifras destapadas por ‘Associated Press’ señalan que el coste del retraso de un año se elevaría unos 13.466 millones de euros. Sea como sea, una minucia si se comparan con los más de 46.417 millones de euros que se estimó que costaría una cancelación de los juegos.
El presupuesto del evento fue aumentando desde 2013, cuando se hizo público que Tokio acogería los juegos batiendo a Madrid. Si en 2019, la cifra del presupuesto de los Juegos Olímpicos ascendía a 10.712 millones de euros desde los 6.375 millones iniciales de 2013. Sin embargo, auditorías internas realizadas por el mismo gobierno nipón aseguran que el coste total de los Juegos Olímpicos de Tokio será, al menos, de 21.250 millones de euros, una cifra que es más del triple de la cantidad inicialmente presupuestada.
El exprimer ministro japonés, Shinzo Abe, consideró la cita olímpica una prioridad que buscaba entonces no solo recrear la magia y los avances tecnológicos y sociales que supusieron los Juegos de Tokyo 1964 y demostrar que el país salía adelante después de la triple catástrofe de Fukushima, sino que introdujo el evento en su ecuación económica de ‘Abenomics’ para tratar de finiquitar la deflación económica en que estaba Japón después de la crisis de finales de la década pasada. Nadie entonces se hubiera imaginado en el panorama una pandemia mundial causada por un virus.
Las autoridades judiciales francesas acusan a la entonces candidatura olímpica de Tokio de haber pagado unos 230 millones de yenes (casi 1,8 millones de euros) a la empresa consultora de Singapur Black Tiding para influir en los miembros del COI con derecho a voto de la ciudad anfitriona, algo que el COJ asegura que no es ilegal. Pero esta no es la única ni, seguramente, será la última que empaña todo lo relacionado con Tokio 2020.
Horas antes de oficializarse las nuevas fechas de la cita olímpica después de su aplazamiento el año pasado, una investigación de la agencia Reuters desveló que un hombre de negocios japonés llamado Haruyuki Takahashi recibió casi 7 millones de euros para asegurar que la candidatura de la capital nipona contara con el apoyo de varios integrantes del COI en detrimento de Madrid, siendo luego recompensado con un puesto en el Comité Organizador.
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