Héctor Llaitul es uno de los principales dirigentes del pueblo mapuche, que habita principalmente en la zona conocida como La Araucanía, a unos 800 kilómetros al sur de Santiago. A sus 52 años de edad, el líder de la Coordinadora Arauco-Malleco (CAM) -una organización que ayudó a fundar a fines de la década de los 90- no es un activista común. Formado en ciencias sociales en la Universidad de Concepción, Llaitul militó en organizaciones de izquierdas durante la dictadura cívico militar del general Augusto Pinochet. Él mismo ha dicho que se distanció de las «organizaciones chilenas» pues no incluían en sus propuestas una política hacia los pueblos originarios, por considerarlos «campesinos pobres».
Por David Alandete / abc.es
Llaitul admite que vivió un proceso de mapuchización. La pobreza y la instalación de empresas forestales en los territorios que antes pertenecieron al pueblo mapuche generaron un desplazamiento de la población hacia las grandes ciudades, al punto que actualmente vive en la Araucanía solo un 20 por ciento de casi 1,8 millones de personas que se declaran mapuche. La otra consecuencia ha sido la resistencia de los sectores organizados del pueblo originario.
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«Uno de los pilares fundamentales y completamente necesario en la estrategia de la CAM es la resistencia mapuche», escribió Llaitul el mes pasado en la edición chilena de Le Monde Diplomatique, para enseguida agregar que esa resistencia es «graficada concretamente en la acción directa, la acción colectiva que parte con la reclamación territorial del territorio usurpado».
Llaitul ha sido varias veces detenido y llevado a la justicia por leyes antiterrorista. Sin embargo ha sido absuelto de cargos, la última vez en octubre de 2017.
Valentín Santana, paramilitar venezolano
Valentín Santana, líder del llamado Colectivo La Piedrita -grupo paramilitar venezolano-, ha llegado a aparecer armado en varios vídeos con mensajes amenazantes en defensa del régimen. Santana, que se ha caracterizado por sembrar miedo y terror en las manifestaciones opositoras, también ha amedrentado en las protestas en sectores populares de la capital venezolana para evitar que los ciudadanos se quejen de los problemas que les afecta.
Sobre el revolucionario reposan tres órdenes de captura por homicidio desde 2007, aunque las autoridades chavistas parecen desconocer que es un prófugo de la justicia. Durante mucho tiempo le han protegido y dotado de poder y armas. El propio Valentín Santana se ha negado en todo momento a dar explicaciones sobre la procedencia y quiénes le proporcionan las armas y ha dicho tenerlas «listas para usarlas para defender la revolución».
El líder paramilitar ha asegurado que, de haber recibido la misión. él solo hubiese capturado a Juan Guaidó, presidente de la Asamblea y también presidente interino del país, para encarcelarlo por «traicionar la patria». Asimismo, no dudaría en encarcelar a varios dirigentes chavistas, y de la oposición, por presuntos casos de corrupción.
En junio de este año, el cuerpo de criminalística de Venezuela mencionó a Santana después de que un funcionario fuese asesinado en una misión policial. El líder paramilitar fue señalado por «haber proferido palabras obscenas y de desprestigio hacia nuestra institución», dijo ese cuerpo policial. Pero la denuncia fue tan débil que no dio finalmente pie a una investigación por el homicidio.
El paisa montero, guerrillero colombiano
Nicolás Maduro ha hecho comentarios favorables y ha dado incluso la bienvenida a prófugos exlíderes de las FARC, lo que ha dado pistas a Colombia para denunciar al régimen por estar colaborando con la protección de estas figuras. «El Paisa Montero», alias de Hernán Darío Velásquez, es uno los tantos guerrilleros escondidos en suelo venezolano, atrincherado y protegido por un fuerte brazo de seguridad del régimen al sur del país petrolero.
Tras su participación en las negociaciones de paz de Colombia en 2016, Velásquez se mantuvo bajo de perfil para luego criticar el proceso y su posterior implementación. En el año 2018 huyó de un campamento de reinserción en Caquetá, en el que se encontraba con otros excombatientes. Desde entonces estuvo escondido, hasta que en 2019 apareció en un vídeo, fusil en mano, junto con el comandante guerrillero Luciano Marín, alias «Iván Márquez» -su aliado más cercano-, en el que anunciaba el rearme.
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A los 19 años de edad, «El Paisa» se unió al grupo guerrilero y ahora es uno de los líderes más destacados del grupo paramilitar. Aprendió del propio Pablo Escobar y estuvo bajo la tutela del Cártel de Medellín. Trabajó como sicario mientras forjaba sus habilidades para el tráfico de armas y de estupefacientes.
En 1989 estuvo preso y, tras quedar en libertad, se convirtió en la figura más trascendental y responsable de operativos como la toma del edificio Miraflores en Neiva (2001), el secuestro del vuelo comercial que puso fin a las conversaciones de paz con el Gobierno de Colombia (2002) y el ataque con un coche bomba al club El Nogal en Bogotá (2003). Velásquez llegó también a formar y comandar una de las fuerzas de élite de las FARC: la columna móvil Teófilo Forero.
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