Para cuando cumplen los 10 años, la mitad de los niños latinoamericanos no son capaces de leer y comprender un relato simple. Es lo que el Banco Mundial recientemente bautizó como «pobreza de aprendizaje».
Por BBC
Este indicador, que concretamente es del 51% en promedio para la región, muestra que América Latina necesita «transformar profundamente» su sistema educativo, afirmaba un análisis de diciembre pasado de dicha institución.
En el artículo también se explicaba que según los resultados de las pruebas PISA 2018 «en promedio, un estudiante de 15 años en América Latina muestra tres años de rezago en lectura, matemáticas y ciencia comparado con un estudiante en algún país de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos)».
Meses después, la pandemia de covid-19 obligó al cierre masivo de institutos educativos, afectando a más de 166 millones de estudiantes de la región, según datos de Unesco de este martes.
De hecho, todos los países de América Latina menos Nicaragua han implementado cierres a nivel nacional de todos los niveles educativos, desde preescolar hasta terciario.
¿Qué pasó con esta región ya rezagada cuando el coronavirus obligó a implementar de forma rápida una estrategia de educación masiva a la distancia?
«En la región hay países que han ido aplicando distintas estrategias, a menudo implementadas con rapidez y objetivos claros, que se han apoyado en desarrollos previos que estos países ya tenían», le dice a BBC Mundo Emanuela Di Gropello, gerente del área de educación del Banco Mundial para Latinoamérica y el Caribe.
El Banco Mundial justamente está haciendo un seguimiento de cómo los países están utilizando la tecnología en la educación (lo que incluye internet, pero también radio o televisión) para dar apoyo al aprendizaje remoto durante la pandemia.
Tras aclarar que «todos los países han hecho cosas bien en algunas dimensiones», Di Gropello destacó cuatro ejemplos de la región en el siguiente orden.
1. Uruguay
«Uruguay estaba ya muy bien preparado para la enseñanza online», afirma Di Gropello, que es economista especializada en educación.
El país sudamericano «dedicó muchos años a garantizar la conectividad y el acceso a herramientas digitales para la comunidad educativa, incluso con apoyo suficiente para su uso», agrega.
Desde hace más de una década que Uruguay implementa el Plan Ceibal, una iniciativa gubernamental famosa por haber sido pionera en la entrega de una laptop a cada alumno en las escuelas públicas.
Pero desde entonces se han desarrollado otras innovaciones educativas, como la plataforma CREA, una suerte de red social donde cada docente puede cargar materiales, enviar y calificar tareas, y dialogar con sus alumnos.
Otras iniciativas incluyen la plataforma gamificada de matemáticas Matific y Biblioteca País, con más de 7.000 libros recreativos y materiales de estudio en formato de texto, audio e imágenes.
2. México
«México ha invertido mucho esfuerzo y por muchos años en el desarrollo de una televisión educativa multigrado. Entonces ahora le está sacando provecho a este programa, en particular para garantizar equidad», dice Di Gropello.
En este sentido, la especialista del Banco Mundial explica que esta institución internacional está financiando innovaciones tecnológicas de punta en la región, por ejemplo, vinculadas a programas que se adaptan al estudiante o de tutoría inteligente.
«Pero pienso que no hay que perder de vista las tecnologías más tradicionales, que tiene la posibilidad de tener un impacto masivo y particularmente para la población más vulnerable», afirma.
Y continúa: «Lo que estamos viendo, por ejemplo, con Telesecundaria en México, donde han podido acercar la educación a casi un 1,5 millones de estudiantes, nos llama mucho la atención».
Telesecundaria fue creada por el gobierno en 1968, con el objetivo de educar a estudiantes de secundaria en áreas rurales a través de la televisión.
Actualmente Televisión Educativa es una red nacional con programas emitidos en todo México en distintos horarios y para los diferentes grados.
El gobierno también puso a disposición herramientas digitales para docentes, alumnos y familias, así como copias online de todos los libros de texto de las diferentes materias y niveles de educación.
3. Colombia
«Colombia ha ido invirtiendo en valiosos portales educativos que se han venido desarrollando desde hace tiempo», dice Di Gropello.
Las familias, según Di Gropello, «han sido llamadas a tener un papel de apoyo en el aprendizaje».
En Aprender Digital, una plataforma del Ministerio de Educación colombiano, hay más de 80.000 recursos educativos digitales, organizados por grados, que incluyen desde videos hasta aplicaciones y juegos.
Pero existen numerosas plataformas educativas creadas por empresas privadas o de fundaciones.
Además, tal como recomienda Di Gropello, el país también ha comenzado a transmitir programas educativos en la radio y la televisión públicas, combinando una estrategia innovadora con otra más tradicional.
En su página de seguimiento de estrategias, el Banco Mundial explica que, tras decretar la cuarentena, el gobierno colombiano dio dos semanas a los docentes para «preparar un plan pedagógico, con el objetivo de desarrollar y crear actividades y tareas para los estudiantes».
Según Di Gropello, «para seguir enseñando a los niños en un contexto tan difícil, los maestros están innovando».
4. Chile
Sobre Chile, Di Gropello habló de cómo el país «le está sacando provecho al desarrollo de la evaluación online».
El país está usando tanto Aprendo en Línea, una plataforma con recursos digitales para el autoaprendizaje en casa y en familia, así como Aptus, orientado a los centros educativos y que incluye desde software educativo hasta capacitaciones para docentes y evaluaciones para los alumnos.
En este sentido el Banco Mundial explica: «Un equipo del Ministerio de Educación de Chile ha puesto este contenido a disposición de otros países de la región para hacer frente al cierre de las escuelas. Algunos de estos materiales incluyen videos gratuitos de clase producidos en Chile para niños de cuatro a 13 años (especialmente útiles para la enseñanza de la alfabetización)».
Di Gropello explica: «Es crítico que todos los países puedan contar con los contenidos educativos para cubrir su currículum o por lo menos una parte de su currículum. Y no todos están listos».
«Lo bueno -continúa- es que, ante esta emergencia, el acceso a los recursos de aprendizaje se puede ampliar con bastante rapidez. En el caso de América Latina, los países pueden aprovechar que tienen un idioma común y usar aquellos en español de otras partes».
Di Gropello incluso habla de cómo docentes individuales, regiones y países están compartiendo experiencias: «Ojalá que se pueda mantener ese espíritu positivo de colaboración hacia el futuro».
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