La visita a América Latina del general y secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolái Pátrushev, finalizó con una reunión de aliados en Managua en la que quedó conformado el eje de gobiernos de la región que apoyan a Moscú en su «nuevo orden mundial», como ha bautizado el Kremlin su proyecto de dominación que planta cara a Occidente.
De acuerdo con la agencia AFP, el militar ruso se reunió en la capital de Nicaragua con funcionarios de ese país, Cuba, Venezuela y Bolivia para «conversar sobre cooperación en seguridad», eufemismo que usa el Kremlin para referirse al tejido geopolítico que está construyendo entre regímenes autocráticos y dictatoriales para desafiar a EEUU.
«La importancia de su región para el mundo y sobre todo para Rusia está creciendo rápidamente. Son sus países los que están a la vanguardia de la verdadera soberanía de América Latina», dijo Pátrushev, según una traducción oficial publicada en medios gubernamentales de Nicaragua.
«Apreciamos su no alineación de principios a la política occidental de sanciones anti rusas. Por nuestra parte, estamos dispuestos a prestar todo el apoyo necesario, pleno e integral, a nuestros amigos latinoamericanos», aseguró.
Según el general, considerado el segundo hombre fuerte del Kremlin, solo por detrás de Putin, para Moscú es una «necesidad apoyar a los estados latinoamericanos que están sometidos a la presión por parte de Estados Unidos y sus aliados en la defensa de su soberanía e independencia».
Aparte de tales elogios, y como exigencia ante ese apoyo, Pátrushev acotó que «falta reforzar nuestra coordinación en los foros internacionales», en referencia a las votaciones en organismos multilaterales, como la ONU, en la que tanto La Habana como Caracas han decidido abstenerse o no votar ante resoluciones que condenan a Moscú por su invasión de Ucrania.
Una «alianza de seguridad» contra los pueblos
Poco publicó la prensa nicaragüense acerca de lo acordado en el encuentro, al que asistieron la mayoría se los responsables del Interior e Inteligencia de los aliados de Moscú. Pero el medio ruso Glass reportó que, durante la reunión, Pátrushev calificó a Estados Unidos como «el Estado más agresivo de la historia moderna».
Asimismo, el general ruso aseguró que la cooperación con los socios latinoamericanos tiene como objetivo «garantizar la seguridad nacional y regional e incluye la lucha conjunta contra el terrorismo, el extremismo y el narcotráfico, así como el desarrollo de proyectos económicos. Los latinoamericanos se sienten atraídos por Rusia y respetan su enfoque históricamente constructivo del desarrollo de la región».
Pátrushev enfatizó que «Rusia nunca ha buscado colonizar la región», a diferencia de algunas potencias occidentales. En ello, el jefe del Consejo de Seguridad del Kremlin olvidó la presencia militar soviética durante décadas en Cuba, con la anuencia de Fidel Castro, así como el uso de tropas de la Isla en la intervención militar rusa en África.
Para confirmar el eje de la alianza geopolítica, así como hacia dónde apunta Moscú, Pátrushev señaló que la creciente diversidad de la política mundial hace que la hegemonía de Estados Unidos sea cada vez más vulnerable, y «su deseo de relaciones vasallas enfrenta la resistencia de muchos países», incluidos los de América Latina.
Pero acaso el propósito más nítido del encuentro haya sido reiterar la promesa de proteger a los regímenes aliados de sus propios pueblos. Así, en un encuentro entre el general ruso y el secretario general del Consejo de Defensa Nacional de Venezuela, José Adelino Ornelas Ferreira, se mencionó «la lucha contra el terrorismo, el extremismo y contra las ‘revoluciones de colores'», como califica Moscú los levantamientos populares que no favorecen sus intereses.
En un breve reporte del servicio de prensa del Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia, se indicó que durante esas conversaciones, Pátrushev enfatizó que Rusia y Venezuela «están trabajando juntas para construir un orden mundial multipolar justo, proteger las normas del derecho internacional, luchar contra las sanciones unilaterales y fortalecer la autoridad de la ONU».
Lo curioso de todo lo anterior es que lo dice un exagente de inteligencia, que entre 1999 y 2008 dirigió el Servicio Federal de Seguridad (FSB) de Rusia, la ex KGB, y a quien se le atribuye el haber llevado a Putin al poder.
Una asistencia de galones y uniformes
La convocatoria de Pátrushev fue respondida por altos funcionarios de cada aliado implicado. En Nicaragua, Laureano Ortega Murillo, hijo de Daniel Ortega y Rosario Murillo y presunto heredero de su poder, que ejerce el cargo de asesor presidencial para las Inversiones, Comercio y Cooperación Internacional, estuvo al frente de una comitiva de militares que se reunieron con el general ruso.
Según dijo su madre y vicepresidenta nicaragüense, el encuentro de militares en Managua estuvo encaminado «a las rutas de defensa de la paz del mundo». Rosario Murillo enumeró los funcionarios presentes:
Por Cuba asistió el general de División Lázaro Alberto Álvarez Casas, ministro del Interior (MININT); los generales de Brigada Emir Mesa Corona y Ramón Romero (ambos jefes de la Dirección del MININT), así como la coronela Rebeca Hernández, jefa de Relaciones Internacionales del MININT y el coronel Vladimir Pérez López, traductor, así como representantes de la Embajada de Cuba en Nicaragua.
Por Bolivia estuvo José Hugo Moldiz Mercado, asesor para temas de seguridad del presidente Luis Arce, y Luis Fernando Rodríguez Ureña, jefe de la Unidad de Análisis de la Información del Gobierno de ese país.
Por Venezuela asistieron, además de Ornelas Ferreira, el mayor Jorge Luis Ruiz Torres, mientras que por Nicaragua estuvieron presentes el comandante en jefe general del Ejército, Julio César Avilés Castillo; la jefatura de la Policía Nacional; la ministra y el viceministro del Interior, entre otros.
A Pátrushev lo acompañó una delegación que antes estuvo en La Habana: Alexander Venediktov, secretario adjunto del Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia; Sergey Beseda, jefe adjunto del Servicio Federal de Seguridad de Rusia; al asesor del secretario del Consejo, Nail Mukhitov; Konstantin Manasenko, referente de la Oficina del Consejo de Seguridad, y Evgeny Anoshin, asesor del secretario del Consejo de Seguridad.
Laureano Ortega Murillo no perdió la oportunidad de comentar que esta fue una reunión de «países hermanos» que enfrentan «el mismo adversario», mientras que el jefe del Ejército de Nicaragua apuntó que encuentros de esta naturaleza «son necesarios para nuestros vínculos de seguridad, para defendernos unidos de las agresiones de que somos objeto por parte de los Estados Unidos y sus aliados».
«A los aquí presentes (…), nos une la firme determinación de rechazar y no aceptar imposiciones de naciones que, como los Estados Unidos, nos han agredido a lo largo de la historia», agregó Avilés Castillo.
La parte cubana del pastel
Pátrushev y su comitiva arribaron a Managua procedentes de La Habana, la segunda visita del general ruso a la Isla en menos de un año. En ambas ocasiones, ha sido recibido por Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel.
En marzo de 2023, durante su viaje anterior, según reportaron los medios rusos, el funcionario del Kremlin se reunió con Álvarez Casas para dialogar en torno a «la cooperación en el ámbito de la seguridad y las amenazas procedentes de Occidente».
En la reunión de entonces, se debatió sobre los esfuerzos conjuntos para contrarrestar las llamadas »revoluciones de colores» y las »actividades destructivas» que, según los representantes de los regímenes ruso y cubano, realizan organizaciones no gubernamentales.
«Se presta especial atención a la interacción de los dos países en el ámbito de la búsqueda internacional de personas, la lucha contra los organismos de delincuencia transnacionales, el tráfico de drogas y la trata de personas», indicó además la nota del Consejo de Seguridad de Rusia.
En referencia a la trata de personas, es curioso que no existan trascendidos sobre cómo en esta ocasión fue abordado el reclutamiento de cientos de cubanos como mercenarios por el Ejército de Rusia, escándalo que destapó en el verano de 2023 y sobre lo cual ni La Habana ni Moscú han vuelto a hacer referencia.
Entre aquel viaje, que también incluyó a Caracas, y este, el panorama geopolítico ha cambiado. No solo Rusia retomó la iniciativa en el frente en Ucrania, sino que la retórica de La Habana, Managua y Caracas contra EEUU se ha endurecido. Juntos, se preparan para las elecciones de EEUU y el giro que ello pueda dar al balance de poder internacional.
A fines del propio 2023, el ministro del Interior de Rusia, Vladímir Kolokóltsev, llegó a La Habana en una visita que no había sido anticipada públicamente, con una agenda que incluyó, según medios de Moscú, «cuestiones de cooperación policial entre ambas naciones».
Y antes, en mayo de 2023, la Guardia Nacional de Rusia y el MININT cubano firmaron un acuerdo de cooperación para, según dijeron, «aumentar la eficacia del trabajo conjunto en la lucha contra el terrorismo y la delincuencia».
En ese mismo mes, Álvarez Casas visitó Moscú para asistir a lo que el Kremlin denominó la XI Reunión Internacional de altos representantes a cargo de cuestiones de Seguridad. Aparte de él y de representantes del régimen venezolano, a ese encuentro convocado por Pátrushev asistieron el director general de la Dirección Central de Inteligencia de la República del Congo, Philippe Obara; el director general del Servicio Central de Inteligencia de Namibia, Bennedict Licando, y el director general de la Policía Republicana de Benín, Soumail Allabi Yaya.
Lo anterior sucedió justo después que se supiera que la Embajada de Rusia en Cuba alberga un centro de espionaje en el que decenas de oficiales y agentes llevan a cabo acciones contra EEUU usando cobertura diplomática. Ese centro está bajo el mando del teniente general y Héroe de Rusia, Andrei Gushchin, quien ejerce el cargo de jefe de gabinete del Ministerio de Defensa de la Federación de Rusia en Cuba.
En julio de 2023, The Wall Street Journal advirtió que Moscú estaría buscando la «desestabilización de la democracia occidental» a través de una operación de espionaje que implicaría además «alimentar silenciosamente la ideología antidemocrática en otras partes de las Américas, con poca resistencia por parte de Estados Unidos».
De todo lo anterior, tan opaco como peligroso, faltan las consecuencias sobre el terreno. Más temprano que tarde las veremos.
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