Casi un millón y medio de venezolanos han llegado a Colombia a lo largo de los últimos años huyendo de la lenta y sangrienta agonía del régimen chavista. En las calles de Bogotá se les puede ver mendigando, vendiendo empanadas y hasta prostituyéndose por poco más que la voluntad. Algunos, no obstante, han convertido su desventura en arte. Kristian Vásquez, de 28 años, lleva meses ganándose el pan vendiendo retratos de personajes famosos en el centro de la ciudad usando como lienzo bolívares -la devaluada divisa venezolana-. Así, este joven vende por tres euros efigies de celebridades pintadas sobre billetes de doscientos, quinientos y hasta veinte mil bolívares.
Por Miquel Vera / abc.es
«Empecé a pintar sobre ”dinero” porque en Venezuela no tenía ni para comprar telas sobre las que dibujar», relata mientras apura una estampa con la cara Marilyn Monroe apoyado en las regias paredes de la Catedral Primada de Bogotá. Vásquez confiesa a ABC que al principio sentía pudor de dibujar las caras de Chávez o Maduro sobre los billetes, hoy son los que mejor se venden. «Es irónico retratarlos sobre las divisas que ellos convirtieron en la nada más absoluta», explica con impotencia. No en vano, los bolívares no se aceptan ya en casi ninguna casa de cambio de Colombia y están perdiendo uso hasta en Venezuela, donde el dólar y el peso colombiano ganan fuerza como moneda habitual en tiendas y mercados.
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«He visto vender estos billetes a peso, de hecho, hace tiempo que tienen más valor como papel que al cambio», relata por su parte María, otra venezolana que convierte el papel moneda en bolsos, carteras y monederos. «Están hechos de un material muy bueno, a mí me van muy bien», comenta resignada mientras recorta, encola y engancha un pedazo de moneda con la cara de Simón Bolívar, prócer de la independencia de varios países hispanoamericanos que fue elevado a héroe por el régimen de Caracas. Ella llegó a Colombia acompañada de su padre y tres de sus ocho hermanas. De noche elabora su mercancía entretejiendo unos billetes que luego, ya en forma de complemento, vende, ironías del destino, a pocos metros de la céntrica plaza Bolívar de Bogotá.
«Además de ganarme la vida, pretendo llevar un mensaje de alerta a los países vecinos con mis pinturas, lo que pasó en Venezuela se puede replicar en otros lugares de la región como Argentina o Perú», advierte Kristian Vásquez. Según dice, para él el dinero es lo de menos, lo que teme es el ocaso de la libertad en su país: «Pintando sobre billetes he entendido que a la larga, el dinero es solo papel».
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