Por segunda noche consecutiva, los residentes de Maine permanecieron en sus casas mientras cientos de policías y agentes del FBI fuertemente armados buscaban intensamente a Robert Card, un reservista del Ejército acusado de matar a 18 personas en un local de bowling en la peor masacre en la historia del estado.
La búsqueda de este jueves se centró en la propiedad de un familiar de Card, en la zona rural de Bowdoin, donde camionetas llenas de agentes armados rodearon una casa de la localidad. Card o cualquier otra persona que estuviera dentro de la vivienda fueron ordenados repetidamente a rendirse.
“Debes salir ahora con las manos en el aire”, ordenó la policía a través de un parlante.
Horas después, las autoridades se retiraron de la zona sin tener la certeza de si el sospechoso había estado alguna vez en ese lugar, indicó la policía estatal.
Richard Goddard, un vecino de la localidad donde se realizó la búsqueda, conoce a la familia del autor de la masacre.
“Este es su territorio. Aquí creció”, dijo Goddard. “Conoce cada rincón donde puede esconderse, cada matorral”.
Card es sospechoso de abrir fuego con un rifle de alto calibre en un bar y un local de bowling de Lewiston, ubicada a unos 15 kilómetros de Bowdoin y la segunda ciudad más grande de Maine. En el tiroteo fueron asesinadas 18 personas y otras 13 resultaron heridas, tres de ellas en estado en estado crítico.
Las autoridades no detallaron cuántas armas se utilizaron ni cómo se obtuvieron.
Escuelas, consultorios médicos y supermercados cerraron sus puertas este miércoles ante el peligro de “tirador activo” mientras que cientos de vecinos se vieron obligados a encerrarse bajo llave en sus hogares en ciudades a hasta 80 kilómetros de distancia del lugar de los disparos.
La ciudad más grande de Maine, Portland, cerró sus edificios públicos, mientras que la Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá emitió una alerta de “hombre armado y peligroso” a sus oficiales desplegados a lo largo de la frontera con Estados Unidos.
April Stevens, residente del mismo vecindario donde tuvo lugar uno de los tiroteos, encendió todas las luces de su casa y cerró sus puertas con llave. Conocía a alguien asesinado en el bar y a otra persona herida que necesitaba cirugía.
“Estamos rezando por todos”, dijo Stevens entre lágrimas.
Los ataques conmocionaron a un estado de solo 1.3 millones de habitantes que tiene una de las tasas de homicidios más bajas del país: 29 asesinatos en todo el 2022.
La gobernadora de Maine, Janet Mills, prometió hacer lo que fuera necesario para encontrar a Card y establecer las responsabilidades de esta “atrocidad”. Además de “buscar justicia plena para las víctimas y sus familias”.
Mientras las autoridades buscaban a Card, surgieron detalles sobre su comportamiento reciente. El hombre se sometió a una evaluación de salud mental a mediados de julio después de que comenzara a actuar erráticamente mientras estaba en su regimiento de reserva, dijo un funcionario estadounidense a la agencia de noticias The Associated Press.
Maine no requiere permisos para portar armas, y el estado tiene una antigua cultura de propiedad de armas que está ligada a sus tradiciones de caza y tiro deportivo.
Teniendo en cuenta el fuerte apoyo a los derechos de las armas, los legisladores aprobaron una ley de “bandera amarilla” en 2019 que pide que la policía busque una evaluación médica de cualquier persona que se considere peligrosa antes de intentar quitarle el arma. Sin embargo, los críticos afirmaron que se trata de una versión más débil de las leyes de “bandera roja” más estrictas que han adoptado muchos otros estados.
Se emitieron ocho órdenes de asesinato contra Card después de que las autoridades identificaron a ocho de las víctimas, indicó la policía. Es probable que se emitan diez más una vez que se confirmen los nombres del resto de los muertos, según el coronel de la policía estatal de Maine, William Ross.
El ataque comenzó en el Just-In-Time Recreation, un local donde se estaba llevando a cabo una liga de bowling para niños, poco antes de las 19:00 del miércoles.
Patrick Poulin, quien tenía previsto estar en el local con su hijo de 15 años, decidió quedarse en casa en esa ocasión. Estimó que en el lugar había varias docenas de jóvenes jugadores, de edades comprendidas entre los 4 y 18 años, junto con sus padres. Su hermano se encontraba allí y ayudó a algunos de los niños a ponerse a salvo cuando se desató el tiroteo.
“Está muy impactado”, compartió Poulin este jueves. “Hoy estoy reflexionando sobre lo cerca que estuve de estar allí”.
La búsqueda de Card abarcó tanto tierra como agua. La Guardia Costera envió una lancha patrullera el jueves por la mañana a lo largo del río Kennebec, pero después de horas de búsqueda, no encontraron “nada fuera de lo común”, dijo el contramaestre Ryan Smith, quien está a cargo de la estación del puerto de Boothbay.
AP
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