Los líderes reunidos en la conferencia sobre el clima en Glasgow se comprometieron a detener la deforestación para el final de la década y a reducir las emisiones de metano, un potente gas de efecto invernadero.
El Compromiso Mundial sobre el Metano, que se anunció por primera vez en septiembre, incluye ahora a la mitad de los 30 principales emisores de metano, que representan dos tercios de la economía mundial, según el oficial estadounidense. Cerca de 100 países se han unido a un esfuerzo liderado por Estados Unidos y la Unión Europea para reducir la cifra en un 30% para 2030 respecto de 2020.
Entre los nuevos firmantes está Brasil, uno de los cinco mayores emisores de metano del mundo, que se genera en el sistema digestivo de las vacas, en los residuos de los vertederos y en la producción de petróleo y gas. Tres de los otros -China, Rusia e India- no han firmado, mientras que Australia ha dicho que no apoyará el compromiso. El compromiso fue firmado por un centenar de naciones, según su página web, y Biden llamó a que “más países se sumen”.
Argentina se sumó a la promesa enfatizando “el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas” entre países desarrollados, responsables de la inmensa mayoría de las emisiones en el último siglo, y países en desarrollo.
“El anuncio de hoy no alcanza la reducción del 45% que, según la ONU, es necesaria para mantener el calentamiento global por debajo de +1,5ºC”, lamentó Murray Worthy, responsable de la oenegé Global Witness.
El metano tiene una vida más corta en la atmósfera que el dióxido de carbono, pero es 80 veces más potente a la hora de calentar la Tierra. Por ello, la reducción de las emisiones de este gas, que se calcula que es responsable del 30% del calentamiento global desde la época preindustrial, es una de las formas más eficaces de frenar el cambio climático.
La humanidad también ha aumentado los gases de efecto invernadero en la atmósfera al talar los bosques que absorben aproximadamente el 30% de las emisiones de dióxido de carbono, según el Instituto de Recursos Mundiales (WRI), organización sin ánimo de lucro.
Este “es uno de los gases que podemos reducir más rápidamente”, subrayó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, junto al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, recordando que dicho gas es responsable de “cerca del 30%” del calentamiento global acumulado desde la revolución industrial.
La incapacidad de las grandes potencias para acordar una reducción rápida del uso de combustibles fósiles, la principal causa del calentamiento global provocado por el hombre, ha molestado a los países más pobres y pequeños que probablemente sufrirán los peores efectos.
Surangel Whipps Jr., presidente de Palaos, un estado del Pacífico con 500 islas bajas amenazadas por la subida del nivel del mar, dijo a los líderes de las potencias industriales del G20 en un discurso: “Nos estamos ahogando y nuestra única esperanza es el salvavidas que ustedes tienen”.
MASACRE CON MOTOSIERRA
En 2020, el mundo perdió 258.000 kilómetros cuadrados de bosque, una superficie mayor que la del Reino Unido, según el Global Forest Watch del WRI. La organización benéfica de conservación WWF calcula que se pierden bosques a razón de 27 campos de fútbol por minuto.
Más de 100 líderes nacionales se comprometieron el lunes a detener y revertir la deforestación y la degradación de la tierra para el final de la década, con el apoyo de 19.000 millones de dólares en fondos públicos y privados para invertir en la protección y restauración de los bosques.
El acuerdo amplía enormemente un compromiso asumido por 40 países como parte de la Declaración de los Bosques de Nueva York de 2014, y promete más recursos.
“Pongamos fin a esta gran masacre mundial de la motosierra haciendo que los efectos de conservación consigan lo que sabemos que pueden hacer y proporcionen también puestos de trabajo y crecimiento sostenibles a largo plazo”, dijo el primer ministro británico, Boris Johnson.
Según la ONG Global Forest Watch, solo en 2020 la destrucción de bosques primarios aumentó un 12% respecto al año anterior pese al parón económico por la pandemia y en Brasil, cuna del mayor pulmón del planeta, provocó un aumento de 9,5% en las emisiones de gases de efecto invernadero.
En este contexto, de Brasil a China, pasando por Rusia, Indonesia o la República Democrática de Congo, los líderes de más de cien países, que reúnen el 85% de los bosques del mundo, firmaron el martes la denominada Declaración de Glasgow.
Sus medidas incluyen respaldar actividades en los países en desarrollo como la restauración de tierras degradadas, la lucha contra los incendios forestales y la defensa de derechos de las comunidades indígenas.
La COP26 pretende mantener vivo el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales para evitar daños aún mayores por la intensificación de las olas de calor, las sequías, las tormentas, las inundaciones y los daños costeros que ya está causando el cambio climático.
En el marco del acuerdo, 12 países se comprometieron a aportar 12.000 millones de dólares de financiación pública entre 2021 y 2025 para que los países en desarrollo restauren las tierras degradadas y hagan frente a los incendios forestales.
Al menos 7.200 millones de dólares procederán de inversores del sector privado que representan 8,7 billones de dólares en activos gestionados, que también se comprometieron a dejar de invertir en actividades vinculadas a la deforestación, como la ganadería, el cultivo de aceite de palma y soja y la producción de pasta de papel.
Brasil, que ya ha talado grandes extensiones de la selva amazónica, se comprometió el lunes a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 50% para 2030, frente al 43% prometido anteriormente.
Y el primer ministro indio, Narendra Modi, fijó por primera vez una fecha límite para que India, muy dependiente del carbón, reduzca sus emisiones de carbono hasta un nivel que pueda absorber, aunque sólo en 2070, 20 años después de la recomendación mundial de la ONU.
Sin embargo, hasta ahora hay pocos indicios de una mayor determinación compartida por los dos mayores emisores de carbono del mundo, China y Estados Unidos, que juntos representan más del 40% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, pero están enfrentados en una serie de cuestiones políticas y comerciales.
El presidente de EEUU, Joe Biden, ha señalado a China y al principal productor de petróleo, Rusia, por no haber intensificado sus objetivos climáticos en Glasgow. Pekín, en tanto, ha rechazado los esfuerzos de Washington por separar las cuestiones climáticas de sus desacuerdos más generales.
El diario Global Times, dirigido por el Partido Comunista, afirmó en un editorial el lunes que Estados Unidos no debería esperar poder influir en Pekín en materia de clima mientras le ataca en materia de derechos humanos y otros asuntos. Afirmó que la actitud de Washington había hecho “imposible que China viera la posibilidad de mantener una negociación justa en medio de la tensión”.
China dijo el martes que su presidente, Xi Jinping, que decidió no asistir en persona, no había tenido la oportunidad de pronunciar un discurso en vídeo, y que en su lugar tuvo que enviar una respuesta por escrito, en la que no ofreció ningún compromiso adicional.
El Gobierno británico dijo que había querido que la gente asistiera a la conferencia en persona, y que había ofrecido a los ausentes la posibilidad de ofrecer discursos o declaraciones grabadas.
Por su parte, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, insistió en su intervención en la importancia de que los Estados ricos contribuyan a financiar la acción climática de los países en desarrollo. “Como dice nuestro querido papa Francisco, construyamos juntos la globalización de la solidaridad para que no triunfe lo que triunfó hasta ahora: la globalización de la indiferencia”, dijo el mandatario.
“Si el mundo fuera una empresa privada”, dijo el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado Quesada, “imagínense por un minuto, y los líderes del mundo fueran diferentes presidentes ejecutivos de las empresas: hoy estaríamos todos despedidos”.
Reuters/AFP/Infobae
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