El número de infecciones diarias en Alemania supera las 4.500 y el ministro de Sanidad, Jens Spahn, hace constantes llamadas a la responsabilidad ciudadana, pero la canciller Angela Merkel teme que no sea suficiente con eso. «Nos encontramos en las semanas decisivas», ha dicho, al anunciar que su gobierno está dispuesto a imponer nuevas restricciones si los brotes no son atajados en 10 días.
La evolución de los contagios, además, exige nuevas estrategias. Dado que el virus se expande más fácilmente en las grandes ciudades, la canciller alemana llamó ayer a consultas a los alcaldes de las once mayores poblaciones por habitantes. «Es notorio que las grandes ciudades son ahora el lugar donde debemos demostrar si somos capaces o no de mantener la pandemia bajo control, como hemos hecho durante meses», advirtió Merkel, que hasta ahora se había reunido con los presidentes de los Bundesländer. Estos días son el «momento decisivo» para evitar que la situación «descarrile», les dijo a los ediles, a los que trató de implicar seriamente en las tareas de vigilancia y control. «Hemos estado hablando de que no basta con tomar medidas. Lo más importante es vigilar que las medidas se cumplen y hacerlas cumplir», dijo la canciller alemana tras la reunión, que duró una hora más de lo previsto debido a que «todos los alcaldes han querido tomar la palabra y nos hemos extendido hablando y escuchando, para entender en qué puede ayudar el gobierno».
Merkel dejó claro que la colaboración entre sí de todos los niveles de la administración es «crucial» para obtener resultados satisfactorios. Otro de los objetivos de la reunión era «unificar en lo posible las medidas para evitar un caos normativo», después de que algunos alcaldes hubieran empezado a anunciar decisiones por su cuenta. Manteniendo la línea roja de los 50 nuevos casos por cada 100.000 habitantes en siete días, se procederá a extender el uso de las mascarillas, que por ahora no son obligatorias en la calle y espacios públicos, a restringir o prohibir por completo la venta de alcohol y al cierre de bares y restaurantes a partir de las 23:00 horas.
«Mi prioridad es mantener abierta la economía y en activo el sistema educativo», insistió la canciller, «pero solo podremos hacerlo en la medida de lo posible». «Sé que estas decisiones pueden parecer difíciles y exageradas», se dirigió especialmente a los jóvenes, a los que advirtió que «no deben pensar solamente en ellos mismos o en las personas mayores a las que puedan infectar, esto va mucho más allá. Deben entender que lo que está en juego es que pasado mañana puedan o no encontrar un puesto de trabajo».
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