El pasado martes 12 de mayo falleció en Barranquilla, Colombia, el capitán Luis Guillermo Peláez Isaza, veterano retirado del Ejército que hizo parte del contingente de soldados que integró el Batallón Colombia durante la guerra de Corea, los únicos latinoamericanos que combatieron en ese conflicto bélico a mediados del siglo pasado.
Pocos días antes de morir, el capitán Peláez compartió con Infobae sus increíbles historias de la guerra y de su vida militar, la cual estuvo marcada por férreos combates contra las primeras guerrillas colombianas, y contra las férreas tropas chinas, rusas y norcoreanas, el bloque comunista que se enfrentó a Estados Unidos, Corea del Sur y sus aliados, por el control de la península de Corea.
La muerte siempre lo acechó durante sus años en el Ejército y estando en Corea una granada casi logra arrebatarle la vida. Así lo narró el capitán Peláez a Infobae:
Me toco la primera línea y de ahí para adelante era tierra de nadie. Uno veía las posiciones de los chinos a lo lejos, ellos tenían artillería de largo alcance y esperaban rompernos la línea para invadir con 140 mil soldados que tenían de su lado.
Un día nos mandaron a tomarnos una posición, yo iba con mi tropa, adelante en un cerrito (montaña pequeña) estaban los chinos, ahí tenían la zanja y estaban esperando. Para mí era más peligroso retirarme que tomar la posición, pero tenía que esperar el avión táctico que iba sobre nosotros para brindarnos apoyo aéreo. Yo ya iba metido con la gente cuando lanzaron la granada, los chinos no tiene esa granada como una piña que tienen los Estados Unidos, ellos tenían unos bastones de una pulgada de diámetro -usa su mano para mostrar el largo y demuestra cómo era el lanzamiento- voleaban eso, lo tiraban y donde caía, estallaba.
Eso me estalló en la espalda, me hirió y boté mucha sangre, se me hundieron las esquirlas. Ahí ya estaba el avión arriba dándoles plomo para tomarnos la posición, pero a mí me tuvieron que sacar, me llevaron en helicóptero. Duré 32 días en Japón recuperándome, cuando estuve bien me devolvieron al mismo puesto en la línea, nojoda- se ríe- ahí me pusieron, ahí me tocó”.
Eso fue en 1951, cuando venció a la muerte decidido a volver a Colombia, casarse, dedicarse al campo y tener familia. Todo eso lo cumplió, renunciando a la vida militar, pero nuca al honor de haber hecho parte de ella, 69 años después de su paso por Corea el capitán Peláez encontró su descanso final, por causas naturales y lúcido hasta el último día.
Así se lo contó su hijo Carlos Mario Peláez a Infobae, quien estuvo con él hasta el último momento.
“Después que salió la nota encontramos la partida de bautismo y resulta que no tenía 100 años sino 101 años”, precisa Carlos Mario como dato curioso.
Cuenta que su padre comenzó a sentir algo de incomodidad desde el sábado 8 de mayo y que el domingo 9, mismo día en que se publicó la nota de sus memorias, lo internaron en la clínica por una obstrucción intestinal.
“Él tenía un umbral de dolor muy alto no molestaba por nada, todos sus signos vitales estaban perfectos, la presión, la hemoglobina, el colesterol. Sufría desde hace años del colon, un mal de los Peláez”, asegura Carlos Mario.
Los días en el hospital los pasó entre exámenes y lavados gástricos, pero nunca perdió el ánimo ni la lucidez. “Él no dejó de ser el capitán Peláez”, dice su hijo.
En la clínica Carlos Mario le leyó la crónica que sobre él publicó Infobae, lo hizo con entonación militar para ponerle más emoción y cuenta que cada vez que llegaba a una anécdota de guerra el capitán empuñaba la mano y sacaba el dedo pulgar en un gesto de aprobación. “Cuando llegué a la parte que habla de mi madre, se le salieron unas lágrimas”, agrega conmovido.
El recuerdo de su esposa Lucila Dangond Lacouture lo llevó consigo hasta el final, y una de las últimas cosas que le dijo a su hijo era que ya quería descansar para encontrarse con ella, que hubiera cumplido 90 años el 13 de mayo, un día después de la muerte del capitán.
“Él tenía buen ánimo, bromeamos varias veces con irnos a la finca, me decía que lo escondiera entre unos bultos y me lo llevara. Yo le dije papá a mí me coge la policía y me mete preso por llevarlo escondido usted con 100 años por violar las leyes de la cuarentena”; cuenta Carlos Mario, quien incluso alcanzó a recibir ánimos de su padre: “sea guapo, sea fuerte, hay que echar pa lante”, le dijo el capitán horas entes de morir.
El deceso del capitán Peláez se dio el martes 12 de mayo a las 6 p.m. Vivió 101 años en los que enfrentó a las guerrillas colombianas, luchó contra el comunismo a miles de kilómetros de su patria, dejó cuatro hijos, tuvo un matrimonio feliz, vivió a plenitud y por fin se reencontró con su adorada Lucila, el amor de su vida.
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