Brasil ha batido este año los registros de incendios en su selva amazónica. Entre enero y lo que va de agosto ha habido 72.843 focos detectados por el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales(INPE), que los recuenta por vía satelital. Es la cifra más alta desde que en 2013 comenzaron a divulgarse estos datos.
Se trata de un aumento del 83% respecto al mismo periodo en 2018. Desde el jueves, las imágenes satelitales del INPE detectaron casi 10.000 nuevos incendios forestales en el país, principalmente en la cuenca del Amazonas donde han afectado 68 reservas protegidas por motivos ambientales o por los indígenas que allí moran.
Son varios los estados brasileños afectados. El de Amazonas declaró una emergencia en el sur del estado y en su capital, Manaos, el 9 de agosto. Acre, en la frontera con Perú lleva en alerta desde el viernes por el fuego. La humareda multiplica o agrava las enfermedades respiratorias y dificulta el tránsito aéreo.
Los incendios forestales también han aumentado en Mato Grosso y Pará, dos estados donde la frontera agrícola de Brasil ha entrado en la cuenca del Amazonas, eje del mayor bosque tropical de un planeta amenazado por el calentamiento global.
Este aumento sin precedentes coincide con el inicio del mandato del polémico Jair Bolsonaro, un gobernante que al asumir el cargo prometió desarrollar la región amazónica para la agricultura y la minería. Los vínculos del político ultraconservador con los terratenientes ganaderos y agricultores son conocidos.
Los incendios forestales son comunes en la estación seca, pero también son provocados deliberadamente por agricultores que deforestan ilegalmente tierras para la cría de ganado, según denuncian las organizaciones ambientalistas de la región.
Bolsonaro respondió a las críticas achacando el repunte del fuego a la época del año de la queimada, cuando los agricultores usan el fuego para limpiar la tierra: “Solían llamarme Capitán Motosierra. Ahora soy Nerón, incendiando el Amazonas. Pero es la temporada de la queimada”.Pero no son todos de la misma opinión.
Alberto Setzer, investigador de INPE, niega que se pueda echar la culpa a la estación seca o los fenómenos naturales por sí solos: “No hay nada raro en el clima este año ni en los niveles de lluvia en la región amazónica, que sólo está un poco por debajo del promedio. La estación seca crea las condiciones favorables para la propagación del fuego, pero su inicio es obra de los humanos, ya sea deliberadamente o por accidente”.
Para la ONG Pesquisa Ambiental de la Amazonía el aumento de los incendios se debe a la deforestación promovida por hacendados, agricultores y criadores de ganado.
El impulso a la tala de árboles en el pulmón verde ha motivado que algunos Estados como Noruega y Alemania suspendan partidas destinadas al Fondo Amazonía, dedicado a la protección ambiental en Brasil y del que ambos países son los principales patrocinadores. Bolsonaro ha criticado la doble moral de Noruega,a la que acusa de “matar ballenas” y promover la explotación del crudo en el Ártico.
Bolsonaro despidió recientemente al director del INPE después de criticar por inexactas las estadísticas de la agencia pública que ponen de manifiesto la aceleración de la deforestación en Brasil. Ante los periodistas hizo una promesa: “Estoy esperando la próxima que no será inventada. Si son alarmantes, los reconoceré frente a ustedes”.
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