El gobierno de Brasil y grupos voluntarios sigue trabajando para enfrentar el desastre ecológico que ha causado el derrame de petróleo registrado en las playas del gigante amazónico.
EFE
Las autoridades se han enfocado en el archipiélago de Abrolhos, la mayor cuna de ballenas jorobadas del Atlántico Sur y a donde han llegado vestigios de crudo.
«Todavía tenemos pequeñas partículas llegando a las playas. Los buzos están haciendo la limpieza de los corales. Las playas están más limpias, pero seguimos preocupados con los arrecifes», dijo a Efe Sergio Belo, coordinador del Comité Popular de Monitorización en el estado de Pernambuco.
El último sábado, las autoridades encontraron en el archipiélago de Abrolhos pequeños fragmentos de crudo que fueron retirados de Santa Bárbara, una de las cinco islas que conforman el santuario ecológico situado en el estado de Bahía, que al igual que Sergipe se declaró en situación de «emergencia» en octubre.
Especialistas ya habían advertido de los riesgos para la fauna y flora de los océanos, principalmente del manatí marino, el mamífero más amenazado de extinción en Brasil y que tiene su hábitat justo en la zona impactada por el petróleo.
El estatal Instituto Brasileño del Medio Ambiente y los Recursos Naturales Renovables había reportado 112 animales con vestigios de petróleo, de los cuales 29 fueron rescatados con vida y 83 murieron.
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Estudios de laboratorio de Petrobras determinaron que el crudo fue extraído de tres pozos específicos de Venezuela, pero el origen del vaciamiento sigue siendo un misterio.
El principal sospechoso del derramamiento es un buque de bandera griega, de propiedad de la empresa Delta Tankers, que partió de Venezuela el 15 de julio cargado de petróleo y rumbo a Singapur.
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