Los restos de más de un centenar de personas fallecidas durante la explosión de una refinería de petróleo ilegal en el sur de Nigeria fueron enterrados en tres fosas comunes, señaló un responsable local del servicio de urgencias.
AFP
El suceso ocurrido el viernes entre los estados de Rivers e Imo es uno de los peores accidentes en una región donde el robo de petróleo y la refinería ilegal provocan pérdidas considerables para el mayor productor de crudo de África.
Al menos 110 personas fallecieron en lo que el presidente Muhammadu Buhari llamó una «catástrofe nacional».
Los cuerpos calcinados fueron enterrados en tres fosas comunes en presencia de responsables locales del estado de Imo.
Ningún familiar ni allegado a las víctimas estuvo presente porque los cuerpos carbonizados eran irreconocibles, lo que imposibilitó su identificación, dijo a AFP Ifeanyi Nnaji, responsable local de la Agencia Nacional de Gestión de Urgencias.
La región del delta del río Níger lleva décadas asolada por el vandalismo y la explotación ilegal de hidrocarburos por parte de grupos armados que roban el crudo de los oleoductos de multinacionales y luego lo refinan en sitios clandestinos para venderlo en el mercado negro.
La peor explosión de un oleoducto en Nigeria se produjo en octubre de 1998 en la localidad de Jesse, en el sur del país, en la que murieron más de 1.000 personas.
Mele Kyari, director de la compañía petrolera nacional, estimó que Nigeria pierde casi 250.000 barriles diarios por estos robos.
La inmensa riqueza en petróleo del país no se traduce en grandes beneficios para la mayoría de habitantes, que viven en la pobreza y acusan regularmente a las empresas petroleras de contribuir a la contaminación de su región.
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