Las protestas sociales de Chile regresaron con fuerza este viernes tras el letargo vacacional de los meses centrales del verano austral, con cientos de miles de personas protestando en el centro de Santiago contra el Gobierno que preside Sebastián Piñera.
La Plaza Italia de la capital chilena, renombrada como Plaza Dignidad por los manifestantes, volvió a ser el punto de encuentro del descontento ciudadano, con estampas de muchedumbre cercanas a las que se vieron cuando estalló el fenómeno, el 18 de octubre del año pasado.
Los ciudadanos siguen mostrando descontento en las calles y la crisis parece lejos de solucionarse, pese a las medidas sociales anunciadas por el Gobierno y al plebiscito sobre una nueva Constitución que tendrá lugar el próximo 26 de abril.
El rechazo a Piñera, la adopción de medidas en el corto plazo que mejoren los sistemas de pensiones y de salud hasta que se apruebe una hipotética nueva Constitución, así como el apoyo a la opción del «Apruebo» en el plebiscito, son algunas de las razones que los manifestantes esgrimen para mantener vivo este estallido social, que se prolonga ya por cuatro meses y medio.
En la tarde de este viernes hubo constantes cánticos contra Piñera, consignas ya clásicas de las protestas como «¡Chile despertó¡» e incluso música en directo de la mano de dos conocidos artistas chilenos, Illapu y Nano Stern, que cantaron desde la ventana de un edificio que da a Plaza Italia.
Al margen de esta concentración pacífico-festiva también hubo desmanes, enfrentamientos entre manifestantes y agentes policiales de Carabineros y la quema de algunos vehículos de las fuerzas especiales del orden con cócteles molotov lanzados por parte de algunos violentos.
Durante el día hubo cerca de 40 cierres temporales en al menos 30 estaciones del metro, con intentos masivos de entrar sin pagar y disturbios en el interior, acontecimientos que recordaron los episodios que vivieron los santiaguinos en el comienzo de las protestas.
Y es que lo que en octubre de 2019 empezó como un llamado de los estudiantes a protestar contra el aumento de la tarifa del metro se convirtió en una revuelta por un modelo económico más justo que dejó eventos de violencia extrema y hasta ahora al menos 30 muertos.
A raíz de esos episodios empezó a haber señalamientos por presuntas violaciones a los derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad a la hora de contener las manifestaciones, denunciadas por varias organizaciones internacionales.
«FALTA UNA AGENDA SOCIAL EFECTIVA»
Una de las personas que se manifestó este viernes en Plaza Italia, que responde al nombre de Pedro, dijo a Efe que «las movilizaciones van a seguir porque la Constitución es sólo una primera parte y faltan soluciones a corto plazo».
«Hay gente con pensiones de miseria, la educación sigue siendo para el lucro, el coste de la salud sigue en alza… Tiene que solucionarse en el corto plazo o si no las manifestaciones van a seguir», dijo este ciudadano.
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Para explicar por qué siguen las manifestaciones pese a que hay convocado un plebiscito que podría abrir un proceso constituyente y consagrar en una nueva Carta Magna otro modelo de organización económica, el sociólogo de la Universidad de Chile Octavio Avedaño dijo a Efe que falta una agenda que materialice a través de políticas públicas las demandas ciudadanas.
«Lo que en este momento ha faltado y que con cierta media ha mantenido activa la movilización es una agenda social efectiva, esa agenda social no se ha logrado materializar en un cambio sustantivo en las políticas públicas, ha habido cierto paliativos que muchos han considerado insuficientes y que efectivamente son bastante insignificantes», dijo Avedaño.
LLEGÓ MARZO
La masiva concentración de este viernes cumple con el pronóstico popular de que las protestas se reactivarían a partir de marzo con el inicio de la actividad escolar, laboral, legislativa y gubernamental.
No obstante, y aunque perdieron fuerza durante el verano, las protestas no se extinguieron en ningún momento, como tampoco dejaron de producirse en el periodo estival enfrentamientos entre manifestantes y policías ni episodios de violencia, como el incendio, en dos ocasiones, del Museo Violeta Parra en la capital.
Ya antes del fin de las vacaciones el primer aldabonazo de descontento llegó en la última semana de febrero durante el Festival de Viña del Mar, con manifestaciones en las inmediaciones del recinto que acoge los conciertos de este mítico encuentro musical pero sobre todo con un estallido de violencia en forma de incendios y graves destrozos.
«Se viene marzo», se podía leer entonces en Twitter como una consigna que auguraba la reactivación de las protestas de forma masiva, en un mes en el que las acciones feministas toman protagonismo y en el que los estudiantes regresan a las clases y a la acción.
El primer lunes del mes, conocido en Chile como «súper lunes» por el primer día hábil tras el letargo vacacional, dejó un balance de 283 detenidos y 28 eventos «muy graves», según el Ministerio del Interior, con episodios violentos que se extendieron a lo largo de todo el país con barricadas, ataques a cuarteles policiales y enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad.
La agitación continuó el resto de la semana con la entrada en escena de los estudiantes, que varios días protagonizaron sentadas en los andenes de diversas estaciones del metro de la capital, que tuvieron que cerrar de manera preventiva.
EFE
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