David es el visionario, Jeimer el de la chispa y Nubia, la nobleza. Los tres aman el campo. Cuentan con un carisma extraordinario. Son más conocidos como «Nubia y sus hijos». Y son los campesinos más famosos de Colombia.
Por BBC
Antes de la pandemia, la familia Gaona luchaba para comer más de una vez al día, llevaban 5 años sin trabajar la tierra y las deudas con bancos, heredadas de varias inversiones agrícolas fracasadas, sumaban cada mes un nuevo tormento para esta madre de 37 años que quedó viuda hace dos.
Aun así, tenían un celular con acceso a internet que David usaba para ver videos.
«Yo veo mucho canal de YouTube», dice el joven de 14 años. «Y veía que no le daban visión al campo, que nos tienen bien olvidados».
La solución fue grabar un video que en minutos se hizo viral, llegó a los medios de comunicación y le cambió la vida a una familia campesina que, como tantas otras en Colombia, no lograba vivir de su principal conocimiento: la tierra.
Hoy en día su canal tiene más de 500 mil suscriptores y cada uno de los videos, que son como un viaje al campo en tiempos de confinamiento, promedian las 150 mil vistas.
En estos dos meses, Nubia compró tres camas, dos marranos, dos computadores y tres celulares, entre otras cosas. Su sueño es poder construir una granja, estudiar computación y poder pagar una universidad para David, que quiere ser arquitecto, y Jaimer, que tiene 9 años y sueña con ser camarógrafo.
Además de las ayudas de empresas y gobiernos locales, que entre otras pusieron dos sistemas distintos de electricidad en una casa que no tuvo luz por 12 años, el canal les ha generado dos fuentes de ingresos: la venta de unos kits de siembra de vegetales y la publicidad por la que YouTube paga a sus contribuyentes.
«Mi Dios es grande», señala Nubia entre llantos. «Nunca me imaginé que mis hijos estén interpretando cámaras (…) Mis hijos han conocido muchas cosas después de este canal».
«Como familia»
Detrás del éxito de Nubia y sus hijos están Juliana Zapata y Sigifredo Moreno, una pareja de emprendedores bogotanos que tienen un lote en esta vereda de Portero Grande, 50 kilómetros al sur de Bogotá en la vasta sabana que rodea a la capital.
Moreno, un acelerado y agudo bogotano, nació acá en una familia como la de Nubia que, sin embargo, se desplazó a la ciudad. Estudió ingeniería civil y trabajó con diferentes entidades del Estado, pero nunca perdió el vínculo emocional y empresarial con la vereda.
Hace poco más de 5 años, les propuso a Nubia y otros vecinos invertir sus ahorros en un cultivo de papa, pero los sistemas de distribución y venta de uno de los productos más codiciados de Colombia hicieron que el negocio fracasara.
Durante el último año, entonces, puso Huertos de la Sabana, un negocio de repartición de productos de la vereda a través de una aplicación de internet. Venden mermeladas, dulce de leche y platos típicos de la zona, entre otros.
Pero el proyecto cambió, ya entrados en pandemia por el coronavirus, cuando a David, un adolescente con cara de niño que se toma su tiempo cada vez que lanza una reflexión, decidió llamar a Juliana para que los grabara y publicara un video en YouTube.
«Yo les dije que bueno, pero que teníamos que tener paciencia, que para poder monetizar el canal habría que esperar unos cuatro o cinco meses», dice Zapata, hoy la directora y camarógrafa del canal.
El video, que hoy tiene un millón y medio de vistas, estaba repleto de problemas de sonido y grabación. Era tan humilde y despreocupado que captó la esencia de esta familia encantadora.
Daniel Samper Ospina, un reconocido humorista que dirige una escuela de youtubers en la que Nubia y sus hijos estarán becados, explica: «Internet es una herramienta que, bien utilizada, es capaz de trascender límites geográficos y generacionales como ninguna otra, y de permitir que cualquier persona pueda crear una audiencia sin acudir a intermediarios».
El caso de Nubia es un buen ejemplo, dice Samper: «Desde el campo, sin más armas que un celular y su persistencia, cautivó a una audiencia a la que le puede vender de modo directo sus productos, sin intermediaciones y produciendo con cada seguidor un sentimiento de cercanía entrañable».
La crisis constante del campo en Colombia
La crisis del campesinado en Colombia tiene raíces tan profundas que algunos historiadores encuentran en ella la principal causa del conflicto armado de 60 años, una guerra entre poderes rurales que desarrollaron actividades ilícitas ante la falta de oportunidades legales.
Colombia es el mayor productor de coca del mundo porque, según organizaciones campesinas, cultivar alimentos no es rentable. Los indicadores de pobreza, informalidad laboral y desigualdad son dos o tres veces más graves en el campo que en la ciudad.
Y, según Oxfam, una organización de labores humanitarias, Colombia tiene la mayor concentración en la tenencia de tierra de América Latina.
«La vida del campo es muy dura», dice Nubia. «Somos las personas más olvidadas, no tenemos los auxilios que siempre nos prometen (…) Lo que uno escucha es que la única opción viable es sembrar coca».
Ella, así como Moreno y Samper, insiste en el tema de los intermediarios, los agentes que compran barato los productos y venden y revenden varias veces hasta que llegan caros al consumidor.
«Hicimos un estudio de mercado y encontramos que al menos ocho intermediarios estaban alterando los precios del producto a favor de ellos y en detrimento del productor», dice Moreno.
Los estudios estiman entre 6 y 12 intermediarios en las cadenas de valor dependiendo del producto y entre 5% y 10% de ganancia del total que va para los productores; el resto, a los intermediarios.
«Yo me siento la mujer más afortunada», dice Nubia, subrayando que un campesino no tiene cómo acceder a una cámara ni cómo saltarse el entramado de distribuidores de alimentos.
Pero el carisma extraordinario de Nubia y sus hijos, de sus perros, sus gallinas y sus marranos, hicieron la excepción.