El coronavirus, que provocó la pandemia, ya afectó a más de 510 millones de personas en el mundo. Fue identificado en enero de 2020 y durante los primeros meses los científicos pudieron determinar que el virus mutaba lentamente. Eso significaba que las primeras mutaciones no parecían tener consecuencias importantes, y que si se lograba desarrollar vacunas, no se iba a necesitar su actualización regula con el paso del tiempo. Sin embargo, hoy se sabe que el ritmo de la evolución del virus es más rápido y da lugar a variantes cada vez más contagiosas. Por eso, los expertos enfatizan en que hay que aplicarse las dosis de refuerzo, mientras se espera resultados de vacunas aún más eficientes contra la infección.
Por un lado se desarrollaron vacunas eficaces y seguras que contrarrestaron el impacto sanitario y evitaron muertes. Pero los científicos han encontrado que algunas mutaciones que aparecen por la evolución natural del coronavirus, tras su propagación por el mundo, posibilitan que haya variantes y subvariantes cada vez más contagiosas. Algunas de ellas hacen que más personas vacunadas se contagien, aunque la protección de los inoculantes contra el riesgo del cuadro grave y la muerte sigue siendo alto.
El COVID-19 es la primera pandemia que generó una crisis de salud pública global y que se produce en la era de la secuenciación genómica moderna. Hace un siglo, nadie sabía lo que era un coronavirus. Incluso, un “virus” era un concepto relativamente nuevo. Pero hoy, con millones de muestras del virus analizadas a nivel genético, los científicos pueden rastrear las mutaciones prácticamente en tiempo real y ver cómo evoluciona el virus. Luego suben la información sobre millones de secuencias a la base de datos conocida como GISAID.
Aunque la secuenciación genómica tiene una importante limitación. Los científicos pueden seguir los cambios en el genoma, pero no saben automáticamente qué hace cada uno de esos cambios en el virus. Por lo cual, cuáles son las mutaciones más importantes es una cuestión que se puede discernir mediante experimentos de laboratorio, modelización o vigilancia epidemiológica, pero no siempre es sencillo ni obvio.
“Se van detectando cada vez variantes y subvariantes más contagiosas del coronavirus y esto hace que el tan mencionado fin de la pandemia se aleje más”, dijo a Infobae Víctor Romanowski, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Virología e investigador superior del Conicet. “De todos modos es importante tener en cuenta que la memoria inmunológica generada por la infección y por las dosis de refuerzo de vacunas mejoran la respuesta llevando los riesgos de enfermedad grave a valores parecidos a los causados por las variantes anteriores. Esperemos contar pronto con vacunas nasales esterilizantes que servirán para bloquear el ingreso del virus y su transmisión de manera más eficiente”, agregó.
Nadie está seguro del origen de la variante Ómicron, pero muchos expertos en la enfermedad suponen que procedía de un paciente inmunodeprimido con una enfermedad muy prolongada, y el virus siguió utilizando mutaciones para evadir los esfuerzos del sistema inmunitario por eliminarlo. Afortunadamente, Ómicron tenía menos probabilidades de matar a una persona que las variantes anteriores. Pero los expertos en enfermedades infecciosas lo tienen claro: las futuras variantes podrían ser más patógenas.
Aquí van las 6 pruebas que indican que la evolución del coronavirus no se está desacelerando:
1- Por su evolución más rápida, el coronavirus podría ser más contagioso aún
El coronavirus se fue propagando por el mundo y siguió evolucionando. Generó nuevas variantes y subvariantes a un ritmo que ha mantenido a los científicos en vilo. Consiguió modificar repetidamente su estructura y su química y esto confunde los esfuerzos por controlarlo por completo. La última variante del coronavirus clasificada como “preocupante”, Ómicron y sus subvariantes es más contagiosa que todas.
Incluso con todos los cambios realizados hasta ahora, todavía tiene un abundante espacio evolutivo que explorar, según los virólogos que lo siguen de cerca. Lo que esto significa en términos prácticos es que un virus que ya es extremadamente contagioso podría serlo aún más. Según dijo el virólogo Robert Garry, de la Universidad de Tulane, en los Estados Unidos, al diario The Washington Post, el coronavirus “probablemente tiene trucos que aún no hemos visto. Sabemos que probablemente aún no es tan infeccioso como el sarampión, pero se está acercando, sin duda”.
2- La variante de preocupación Ómicron es más contagiosa que las anteriores
Dentro del abanico de subvariantes de Ómicron, ahora está ganando terreno en la circulación mundial el sublinaje BA.2.12.1. Los estudios preliminares sugieren que es un 25% más transmisible que la subvariante BA.2. “Tenemos una variante muy, muy contagiosa ahí fuera. Va a ser difícil conseguir que nadie se contagie de COVID-19 en Estados Unidos. Ni siquiera es un objetivo político”, dijo el nuevo coordinador de COVID-19 del Presidente Joe Biden, Ashish Jha.
Lo dijo a hablar sobre el caso de la vicepresidenta Kamala Harris. Días atrás dio positivo para COVID-19 y quedó aislada. Harris se había vacunado recientemente con un segundo refuerzo, y su caso visibiliza lo que se ha hecho dolorosamente evidente en los últimos meses: Ninguna vacuna o refuerzo puede crear un escudo perfecto contra la infección del coronavirus. Es decir, las personas vacunadas también se pueden contagiar. Sin embargo, lo que las vacunas sí hacen muy bien es reducir en gran medida el riesgo de enfermedad grave. Esto tiene una enorme importancia para la salud pública, al igual que el uso más amplio de la terapéutica, como el antiviral Paxlovid.
Todas las vacunas utilizadas actualmente se basan en la secuencia genómica de la cepa original del virus que se propagó a finales de 2019 en Wuhan, China. Esencialmente, los inoculantes imitan la proteína de la Espiga de esa versión del virus y desencadenan una respuesta inmune que es protectora cuando aparece el virus real. Pero las variantes del coronavirus que han surgido pueden evadir muchos de los anticuerpos neutralizantes que son la primera línea de defensa del sistema inmunitario.
Hay científicos como Jesse Bloom, biólogo informático del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson de Seattle, que sostienen que como el coronavirus está evolucionando a un ritmo rápido, se debería considerar agresivamente la actualización de las vacunas, y hacerlo pronto.
3- El sublinaje Ómicron BA.2 está predominando más en el mundo
El sublinaje Ómicron BA.2, es más transmisible que la primera subvariante de Ómicron que se detectó en noviembre pasado en África. A su vez Ómicron era más transmisible que la variante Delta, que se había detectado en la India en octubre de 2020. Delta fue más transmisible que Alfa, que fue detectada en el Reino Unido en setiembre de 2020. Y Alfa era más transmisible que las variantes anteriores que no recibieron nombre de alfabeto griego porque el sistema se puso en marcha en mayo del año pasado.
La mayoría de las mutaciones no son ventajosas para el virus. Pero cuando una mutación ofrece alguna ventaja, el proceso de selección natural la favorecerá. Hay dos formas fundamentales en las que el virus puede mejorar su aptitud a través de la mutación. Una forma es que puede volverse innatamente mejor para infectar a un huésped. Tal vez mejore su capacidad para unirse a una célula receptora. O tal vez la mutación permita que el virus se replique en mayor número una vez iniciada la infección, aumentando la carga viral en la persona y, en consecuencia, la cantidad de virus que se desprende, pudiendo infectar a otras personas.
La otra estrategia del virus para mejorar su aptitud consiste en recurrir a la inmunidad. El sistema inmune humano, cuando está preparado por las vacunas o la infección previa para estar alerta ante un virus específico, desplegará anticuerpos que lo reconozcan y neutralicen. Pero las mutaciones hacen que el virus sea menos familiar para la primera línea de defensa del sistema inmunitario.
4- Las subvariantes Ómicron BA.4 y BA.5 se detectaron en Sudáfrica
Las subvariantes de Ómicron siguen apareciendo: los científicos de Sudáfrica han identificado las subvariantes BA.4 y BA.5, que presentan mutaciones que ya se observaban en las variantes anteriores y que están asociadas a la evasión inmunitaria. El número de casos con esas subvariantes está aumentando.
Una nueva investigación de laboratorio, publicada en línea, que aún no ha sido revisada por pares, indicó que las subvariantes emergentes son expertas en eludir los anticuerpos neutralizantes observados en personas que se recuperaron de infecciones con la variante Ómicron original. Los autores del estudio concluyeron que la BA.4 y la BA.5 tienen el “potencial de dar lugar a una nueva ola de infecciones”.
“La evolución es mucho más rápida y expansiva de lo que estimamos inicialmente”, dijo Michael T. Osterholm, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Minnesota. “Cada día que me despierto, me temo que habrá una nueva subvariante que tendremos que considerar. … Estamos viendo subvariantes de subvariantes”.
5- El sublinaje Ómicron BA.2.12.1 es más contagioso que Ómicron BA.2
Las mutaciones del virus no cambian su aspecto de forma drástica. Pero ya se puede identificar que el sublinaje Ómicron BA.2.12.1 hace que el nuevo coronavirus suba otro peldaño en la escala de contagio. Es más contagiosa que Ómicron BA.2, que está aumentando su circulación en Sudamérica.
En el caso de la subvariante BA.2.12.1, tiene una mutación, denominada S704L, que probablemente desestabiliza una parte de la proteína de la Espiga en la superficie del virus. Esto hace que una parte de la Espiga se afloje de forma que facilite la infección. Esta mutación S704L distingue esta subvariante de la BA.2. Podría ser la diferencia que hace que sea más transmisible.
6- El riesgo de la variante “recombinante” Ómicron XE está latente
Por si las mutaciones no fueran suficiente problema, el virus tiene otro as en la manga: la recombinación. Se produce cuando dos variantes distintas infectan simultáneamente a un mismo huésped y sus genes se entrelazan. El proceso de recombinación es el origen de lo que se conoce como Ómicron XE. Esa recombinación probablemente surgió de una persona coinfectada con la variante Ómicron original y la subvariante BA.2.
Siempre fue posible en teoría, pero la identificación de recombinantes reales proporciona “una prueba de concepto”, según Jeremy Luban, virólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts. El peor escenario sería la aparición de una variante o recombinante que hiciera que las vacunas actuales fueran en gran medida ineficaces para bloquear la enfermedad grave. Pero hasta ahora, eso no ha ocurrido. Y hasta el momento ninguna “recombinante” se ha propagado como Ómicron u otras variantes y subvariantes recientes.
Erica Saphire, presidenta del Instituto de Inmunología de La Jolla, especula con la posibilidad de que la variante Ómicron tenga mutaciones que han cambiado el virus de formas aún no comprendidas, pero que lo hacen más resistente a la neutralización mediada por anticuerpos. “Es posible que haya adquirido algún truco nuevo que aún no hemos descubierto”, afirma Saphire. “Es más difícil de neutralizar de lo que habría esperado, basándome sólo en el número de mutaciones”.
Sin embargo, Jeremy Kamil, profesor asociado de microbiología e inmunología de la Universidad del Estado de Louisiana, consideró que todas son variaciones del mismo virus, a pesar de lo que parece una tremenda cantidad de mutaciones. En consecuencia, alguien que se infecte con una de estas nuevas variantes tiene la misma enfermedad que las personas que se infectaron anteriormente, es decir, el COVID-19.
Consultada por Infobae, la doctora Daniela Hozbor, investigadora del COVID-19 en el Instituto de Bioquímica y Biología Molecular, dependiente del Departamento de Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata y el CONICET, comentó: “El coronavirus está y sigue circulando y evoluciona con los sublinajes de Ómicron más contagiosos. Hoy la situación epidemiológica obliga a ocuparse de la pandemia y no relajarse”.
Se necesitan coberturas de vacunación más altas frente a la evolución rápida del virus, según Hozbor. En Alemania, se reportaron 90.000 casos de COVID-19 promedio en la última semana, y aún no superó el 80% de la población con el esquema primario de vacunación. Francia bajó un poco en casos de COVID-19 y Estados Unidos también. China tiene casos pese a sus medidas restrictivas. “Por lo cual, hoy hay que acudir a las herramientas que tenemos como las vacunas”, resaltó Hozbor.
En 65% de la población mundial recibió al menos una dosis. Pero aún es muy baja en los países con bajos ingresos. Esa inequidad en la distribución de las vacunas, y eso aumenta las chances que el virus siga evolucionando y que surjan más variantes. También se han bajado los testeos que se hacen, advirtió.
“La variante Ómicron del coronavirus es más contagiosa y más evasora de la respuesta inmunológica de la vacuna. Esto último se suple con la aplicación de las dosis de refuerzo. El segundo refuerzo mejora la prevención contra los cuadros graves, especialmente en la población adulta, según un estudio que se llevó a cabo en Israel”, contó Hozborg.
Para la científica, “es clave que la distribución global sea más equitativa, que más personas adhieran a las dosis de refuerzo y completen el esquema primario, seguir con la vigilancia genómica y que se esperan los resultados de ensayos para actualizar a las vacunas frente a las nuevas variantes del coronavirus. Hay más de 153 ensayos clínicos sobre vacunas para COVID-19 en el mundo. Esto debe mantenerse para estar mejor preparados”.
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