El expresidente Barack Obama agudizó aún más sus críticas a Donald Trump en un mitin el viernes 18 de octubre, tachando al candidato republicano de charlatán que carece de la aptitud mental para liderar la nación, inclinándose por una estrategia de burla fulminante mientras se lanza a la campaña en apoyo de la vicepresidenta Kamala Harris.
Por Infobae
A poco más de dos semanas del día de las elecciones, Obama habló ante una multitud que la campaña de Harris estimó en 7.000 personas, que abarrotaron el campo de césped dentro de las instalaciones de prácticas de fútbol de la Universidad de Arizona la noche antes del esperado partido de regreso a casa de la escuela. El mitin de Tucson fue la primera parada de Obama en una gira relámpago de seis días y cinco estados por los campos de batalla más encarnizados de las elecciones.
Esta juerga de discursos subraya la evolución del papel de Obama en los últimos días de la campaña presidencial: ha pasado de ser la caja de resonancia de confianza de Harris entre bastidores y el motor de la recaudación de fondos, a una presencia visible y vocal en la propia campaña.
En sus últimas declaraciones -incluidas las del viernes-, Obama ha asumido un tono distinto que pocos otros podrían lograr, apoyándose en su experiencia, credibilidad y popularidad, hablando en términos cada vez más directos al criticar a Trump y exhortar a sus compañeros demócratas.
“Estarías preocupado si tu abuelo actuara así”, dijo Obama sobre la extraña aparición de Trump en el ayuntamiento esta semana, en la que dejó de responder preguntas y en su lugar se balanceó al ritmo de la música en el escenario durante más de media hora. “Tucson, no necesitamos ver cómo es un Donald Trump más viejo, más chiflado y sin barandillas”.
El discurso continuó la táctica de Obama de aguijonear a Trump donde es más sensible, un aparente esfuerzo por meterse en la piel del candidato republicano y sacarle del mensaje. El discurso de Obama en horario de máxima audiencia en la Convención Nacional Demócrata en agosto, por ejemplo, fue memorable por una sugerente puya sobre la obsesión de Trump con el “tamaño de las multitudes”.
En Arizona, Obama continuó con sus críticas a Trump, adoptando a veces el tono de un cómico de monólogos cuando ironizaba sobre la aptitud mental del expresidente republicano y su afición a vender productos de marca propia.
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