Decenas de personas siguen sin ser localizadas, mientras el recuento de las víctimas mortales avanza con lentitud. Así lo reseñó BBC Mundo.
Por BBC Mundo.
Cada día que pasa los familiares y amigos pierden un poco más la esperanza de encontrar a sus seres queridos con vida, aunque algunos confían en que se produzca un milagro.
Al mismo tiempo, sobrevivientes del colapso hablan de cómo lograron escapar del desastre.
Una de ellas es Susana Álvarez, de 62 años, que vivía en la 10ª planta del edificio Champlain Towers South.
Antes de nada, ¿Cómo estás?
No estoy bien. Estoy muy, muy sensible. Todo lo que poseo estaba en ese apartamento, pero no me importa. Dejé a mi gata. Y eso, para mí, es lo peor y es lo único que quiero recuperar.
Estabas en el edificio cuando colapsó. ¿Nos puedes contar qué pasó?
Estaba en la cama y oí un temblor. La verdad es que no me preocupé. Pensé “oh, mañana en las noticias oiremos hablar sobre temblores en Florida”. Pero ni siquiera había pasado un minuto cuando mi cama empezó a sacudirse como si estuviera en una atracción.
Quiero decir, la cama se agitaba. Las puertas del balcón se abrieron. Y sentí el trueno más largo que jamás escuché en mi vida. En ese punto, me levanté, cerré las puertas del balcón, no sé por qué, y agarré mi teléfono. No sé por qué, porque no agarré nada más. Y corrí y salí por la puerta.
Mi apartamento está en la parte frontal del edificio y está justo frente a los elevadores. No había elevadores, solo agujeros. Y había mucho humo que en realidad debe haber sido polvo.
Di la vuelta a la esquina y ahí es cuando vi que el edificio ya no estaba. No había nada ahí y la gente gritaba. Podía oírlos gritar. En ese punto me di la vuelta. Debían quedar dos apartamentos en mi planta y golpeé sus puertas. Salieron y les dije «tenemos que salir de aquí».
La salida de emergencias no se abría, pero vi gente en el otro lado y golpeé la puerta. La abrieron y corrí. Fui con los demás, simplemente corrí. Dejé la gata atrás, corrí. Y corrí y corrí. Bajamos las escaleras, que estaban llenas de escombros. Y entonces no sé dónde salimos, pero había autos que estaban llenos de rocas y materiales encima, estrellados.
Y había agua, mucha agua. Y no sé cómo escalamos por los escombros. Había dos hombres y un joven con nosotros que nos ayudaron. Había una señora mayor y nos ayudaron a sortear los escombros. Y cuando salimos, solo podía oír a personas gritando. Gritaban «ayuda, ayuda, ¡que alguien nos ayude!». Gritaban. Había personas vivas ahí.
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