«Las 50 personas más ricas del mundo tienen un patrimonio equivalente a 2,2 billones de dólares. Esas cincuenta personas por sí solas podrían financiar la atención médica y la educación de cada niño pobre en el mundo, ya sea a través de impuestos, iniciativas filantrópicas o ambas cosas. Esas 50 personas podrían salvar millones de vidas cada año», declaró el papa Francisco al criticar a la sociedad por permitir la enorme brecha entre la pobreza y la riqueza.
El sumo pontífice señaló que hoy en día «la economía y las finanzas se vuelven un fin en sí mismas» y en el mundo predomina «la idolatría del dinero, la codicia y la especulación», mientras que el bien común se ve «reducido o limitado a determinados sectores». A esta «globalización de la indiferencia» el papa Francisco se refirió como «estructuras del pecado».
«Las estructuras del pecado hoy incluyen repetidos recortes de impuestos para las personas más ricas, justificados muchas veces en nombre de la inversión y desarrollo; paraísos fiscales para las ganancias privadas y corporativas; y, por supuesto, la posibilidad de corrupción por parte de algunas de las empresas más grandes del mundo, no pocas veces en sintonía con algún sector político gobernante», afirmó.
«Cada año cientos de miles de millones de dólares, que deberían pagarse en impuestos para financiar la atención médica y la educación, se acumulan en cuentas de paraísos fiscales impidiendo así la posibilidad del desarrollo digno y sostenido de todos los actores sociales», agregó.
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