El papa Francisco hizo hoy de nuevo un llamamiento por la paz en Ucrania y en Tierra Santa, así como en Sudán y todos los lugares donde hay guerra, al final de la audiencia general celebrada en la plaza de San Pedro.
“¡Queremos la paz!”, clamó el papa, que pidió rezar “por la martirizada Ucrania, que sufre tanto, por Tierra Santa, en Palestina e Israel, y no olvidemos Sudán, que también sufre tanto, y pensemos en los lugares donde hay guerra, hay tantas guerras…”
El pontífice pidió a los fieles que dediquen un poco de tiempo a pedir por la paz en el mundo.
Francisco reiteró su llamamiento del pasado domingo tras el rezo del ángelus donde incluyó también Sudán entre los países por los que ha pedido la paz, debido al conflicto que “está provocando numerosas víctimas, millones de desplazados internos, refugiados en países vecinos y una situación humanitaria gravísima”, señaló.
“El pensamiento cada día va dirigido a la gravísima situación en Israel y Palestina. Estoy cerca de todos los que sufren, palestinos e israelíes, los abrazo en este momento oscuro”, dijo después del rezo del ángelus.
Y agregó: “Todo ser humano, ya sea cristiano, hebreo, musulmán, de cualquier pueblo o religión, es sagrado, es precioso a los ojos de Dios y tiene derecho a vivir en paz”.
Asimismo, Francisco lamentó que haya cristianos sin alegría, que “tienen cara de bacalao”, y aseguró que “un cristiano descontento, triste, insatisfecho o, peor aún, resentido y rencoroso no es creíble” y “hablará de Jesús pero nadie le creerá”.
“O anunciamos a Jesús con alegría o no lo anunciamos”, indicó Francisco en la catequesis de hoy durante la audiencia general celebrada en la plaza de San Pedro.
Y contó que una persona le dijo, “hablando de estos cristianos, que son cristianos con cara de bacalao, y no expresan nada”.
El papa también afirmó que “el Evangelio no es una ideología, es un anuncio, un anuncio de alegría” y que “el Evangelio tiene el calor de la alegría” mientras que “las ideologías no saben sonreír”.
Y por ello, agregó, que “los primeros en tener que ser evangelizados somos nosotros los cristianos. Inmersos en el clima veloz y confuso de hoy, también nosotros, de hecho, podríamos encontrarnos viviendo la fe con un sutil sentido de renuncia, persuadidos que para el Evangelio no haya más escucha y que ya no valga la pena comprometerse para anunciarlo”.
“Los cristianos no podemos ser gente triste ni mucho menos resentida, traumatizada por los propios fracasos o el devenir de la sociedad”, añadió después saludando a los fieles de lengua española. EFE
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