José Pedro Castillo Terrones, de 51 años, asumió ayer la presidencia del Perú con un mensaje tranquilizador para los agentes económicos, en el que prometió cerrar las grandes brechas sociales en el acceso a salud y educación, puestas al desnudo durante la pandemia del Covid-19 que ha dejado cerca de 200.000 muertos desde marzo del 2020.
Castillo fue investido presidente usando su tradicional sombrero de paja, propio de su lugar de origen; Chota, en Cajamarca (norte de Perú) y un traje similar al que usaron antes mandatarios como Evo Morales o Rafael Correa, de Bolivia o Ecuador, respectivamente.
La familia de Castillo, conocido como ‘el profe’ entre sus allegados; sus padres y su esposa, Lilia Palacio y sus tres hijos: Jennifer (24 años), Arnold (16 años) y Alondra (9 años), fueron testigos de la asunción presidencial desde el balcón de invitados de honor en el Congreso
«Es un inmenso orgullo para mí, estar aquí hoy»
«Saludo a mis hermanos descendientes de los pueblos originarios del Perú prehispánico, a mis hermanos quechuas, aimaras y amazónicos, a los afroperuanos y a las distintas comunidades descendientes de inmigrantes, así como a todas las minorías desposeídas del campo y la ciudad. Juntos, decimos hoy, ¡Kashkaniracmi! ¡Seguimos existiendo!», dijo Castillo, al tiempo que agregó, «este simbólico día en el que se cumplen 200 años de la declaración de la independencia del Perú… Es un inmenso orgullo para mí, estar aquí hoy».
Castillo fue la sorpresa de las elecciones del país andino en el año del bicentenario y llegó a ser jefe de Estado tras ganar por mas de 44.000 votos a la ex primera dama, Keiko Sofía Fujimori, quien perdió por tercera vez consecutiva la candidatura presidencial. Keiko Sofía Fujimori perdió antes en el 2011, frente a Ollanta Humala y en el 2016, frente a Pedro Pablo Kuczynski.
Historia no escrita
«Es el mas ‘outsider’ de todos los ‘outsiders’ que hemos tenido en la historia en Perú, incluso más que Fujimori en 1990, pero no creo que sea un antisistema, viene de una zona muy pobre y representa el olvido del interior del país. Si se articula con una agenda social y se rodea de una tecnocracia buena y hace alianza con los empresarios puede ser un gran quinquenio. Esta historia no está escrita y puede salir bien o muy mal si se cierra en el círculo de su partido», según señala el analista Augusto Alvarez Rodrich al ABC.
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