En horas de la noche de este lunes, el Congreso destituyó a Martín Vizcarra de la presidencia debido a las acusaciones de corrupción en su contra y víctima también de los intereses políticos de un parlamento dividido.
La reacción de la ciudadanía no se hizo esperar. Algunas personas a favor y otras en contra tomaron tímidamente las calles para manifestar. El fragor de la política los hizo olvidar, incluso, del distanciamiento físico para evitar contagios.
En algunos barrios se escucharon cacerolas por las ventanas y luego grupos de ciudadanos se congregaron para protestar en la céntrica plaza San Martín.
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La posición más dura, de momento, provino del Arzobispo de Lima, Carlos Castillo, quien nada más conocer el resultado de la votación pidió al Congreso que rectifique una decisión que pone al país ante «un aborto, no un renacimiento».
También se registró una agresión contra el diputado Ricardo Burga, uno de los impulsores de la destitución, quien recibió un puñetazo de un joven, que fue inmediatamente arrestado, cuando hablaba con los medios de comunicación nada más culminar el pleno.
Julio Guzmán, precandidato presidencial del Partido Morado, el único que votó en bloque contra la destitución, llamó vía Twitter a la población para que acudieran a la plaza San Martín «a defender la democracia», tras lo cual se produjeron algunas trifulcas entre ciudadanos y policías en el centro de Lima.
El presidente del Congreso, Manuel Merino, del partido de centro derecha Acción Popular (AP), quien votó a favor de la destitución y un declarado opositor de Vizcarra, asumirá las riendas de la república en cuanto jure el cargo, lo que está previsto para la mañana de este martes.
Vizcarra aceptó la decisión apenas fue notificado, y en una declaración pública señaló que no tomará ninguna acción legal y se retirara del Palacio de Gobierno.
Esta decisión política, que se produce apenas cinco meses antes de las elecciones generales previstas para abril de 2021, no parecía posible hace apenas 24 horas, pese a la gravedad de las acusaciones de corrupción que se cernían sobre Vizcarra y el crecimiento de los indicios que apuntan a su verosimilitud.
EFE
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