Una fiesta clandestina en una mansión de la costa de Chile, a la que asistieron jóvenes de familias adineradas de la capital, está generando una gran polémica por terminar sin detenidos, a diferencia de otras reuniones ilegales que acabaron esta semana con decenas de arrestos.
EFE
En las últimas horas circularon por las redes sociales un video y audios de Whastapp de jóvenes que se citaron recientemente en una vivienda del exclusivo balneario de Cachagua, a 180 kilómetros al noroeste de Santiago, para beber y bailar sin usar mascarilla ni respetar la distancia de seguridad.
Entre los asistentes, había hijos de diputados y empresarios de los barrios más ricos de la capital, graduados en las mejores escuelas del país, según medios locales.
La falta de detenidos en Cachagua, donde el cuerpo policial de Carabineros solo emitió un parte por «exceso de ruido» y la Fiscalía abrió una investigación, contrastó con las acciones policiales llevadas a cabo en otras fiestas, como las dos ocurridas la noche del viernes en los barrios capitalinos de Las Condes y Nuñoa, donde fueron arrestadas más de 150 personas.
El ministro chileno del Interior, Rodrigo Delgado, sin embargo, negó este sábado que haya «arbitrariedad» o trato diferenciado y aseguró «que no existen carretes VIP ni de segunda categoría, lo que hay son delitos sanitarios».
«A nosotros no nos importa el origen, comuna o cuenta bancaria de quienes asisten u organicen estas fiestas. Los vamos a perseguir igual», insistió Delgado en rueda de prensa.
Ya hay 20 casos confirmados de SARS-CoV-2 entre los asistentes a la polémica fiesta de Cachagua y el Ministerio de Salud está investigando la posibilidad de que haya portadores con la cepa británica, caracterizada por su mayor contagiosidad.
«Se está investigando la secuenciación genética para saber qué variante es», anunció este sábado el ministro de Salud, Enrique Paris.
La realización de masivas fiestas clandestinas coincide con un considerable repunte de los nuevos casos, que han crecido un 25 % en la última semana y que este sábado superaron la barrera de los 4.000 por segundo día consecutivo.
Las autoridades informaron de 4.361 nuevos infectados y 63 fallecidos, lo que deja el balance total desde inicios de marzo en 637.742 infectados y 17.037 decesos.
«Debemos hacerles entender a los jóvenes lo complejo y lo grave que significa la participación en un carrete.
Sabemos que jóvenes bailando y cantando sin mascarilla por muchas horas puede tener consecuencias irreversibles», instó la subsecretaria de Salud Pública, Paula Daza.
La irrupción de la segunda ola coincide también con el comienzo de la temporada estival y la afluencia de capitalinos a las playas del centro del país.
El Gobierno emitió esta semana un «permiso especial de vacaciones» para impulsar el turismo y para aquellos que viven en ciudades con restricciones de movilidad por la pandemia, como Santiago, donde existe desde antes de Navidad un cerco sanitario y cuarentena los fines de semana.
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