Habitantes cada vez más exasperados e indicadores económicos en rojo: la estrategia china de «cero covid» -éxito sanitario y propagandístico celebrado incansablemente por los medios oficiales- parece en camino de convertirse en una desventaja para el presidente Xi Jinping.
AFP
Si bien el «cero covid» permitió limitar el balance oficial de decesos a algunos miles –en un país de 1.400 millones de habitantes– esta política pesa mucho sobre la economía y la moral debido a sus facetas de cuarentenas forzadas, reducción de las conexiones aéreas, no expedición de pasaportes salvo por razones consideradas esenciales e incesantes pruebas PCR.
A diferencia de un occidente casi paralizado por la epidemia en los últimos dos años, China ya había reanudado una vida casi normal desde la primavera de 2020.
Desde entonces, la política sanitaria ha sido elogiada en China como un símbolo del liderazgo de Xi Jinping y de la superioridad del sistema chino sobre las democracias liberales.
Ferviente defensor del «cero Covid», el dirigente de 68 años debería obtener a finales de 2022 un tercer mandato al frente del Partido Comunista (PCC).
Pero la actual ola de la variante ómicron en China pone de manifiesto los aspectos negativos de esta política sanitaria, y desacredita la imagen del presidente.
Cientos de personas murieron por el coronavirus en las últimas semanas en Shangái, donde la población, confinada desde hace casi dos meses, está al límite.
La economía comienza a tambalear debido a los confinamientos impuestos en todo el país, que impiden a muchos chinos viajar, consumir e incluso trabajar.
Sin olvidar la interrupción de las cadenas de suministro.
– Suicidio político –
China admitió el lunes su peor desempeño económico en dos años, con un consumo bajo y un desempleo cercano al récord. No flexibilizar «el +cero covid+ corre el riesgo de hacer aparecer la estrategia china como terca, nada creativa y poco juiciosa», declara a AFP Vivienne Shue, profesora de la universidad de Oxford.
Pero Xi Jinping llamó a continuar esta política de manera «indefectible», afirmando querer poner la vida de sus compatriotas por encima de las consideraciones económicas.
El año 2022 es crucial para él. En el 20º Congreso del PCCh, que se celebrará en otoño, los principales dirigentes deberían concederle, salvo gran sorpresa, un tercer mandato de cinco años como secretario general.
Mientras tanto, para intentar salvar la economía, su primer ministro Li Keqiang apeló esta semana a un «sentido de urgencia» en las colectividades locales para lanzar medidas de apoyo.
Sin embargo, a nivel social, los políticos locales tienen poco margen de maniobra.
El presidente, que ya es el líder chino más poderoso en décadas, está tan asociado con el «cero covid» que no tiene otra opción que aplicar con celo esta estrategia, según los expertos.
«Cuestionar esta política significaría cuestionarlo a él», estima Alfred Wu, profesor especialista de China en la universidad Nacional de Singapur.
«Es difícil saber si las élites del Partido Comunista tienen otras opiniones» que Xi Jinping sobre la situación sanitaria, comenta Joseph Torigian, especialista en regímenes autoritarios en la universidad estadounidense de Washington.
De todos modos, «la política china no es un concurso de popularidad», criterio que no es determinante para acceder al poder, subraya.
A pocos meses del Congreso del PCCh, renunciar a la política +cero covid+ sería un riesgo considerable para Xi Jinping, según el grupo estadounidense SinoInsider. «Hoy más que nunca, sería un suicidio político», afirma.
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