Era un día como cualquier otro en Aguascalientes cuando Salma visitó un centro comercial junto a sus amigas. Con tan solo 17 años, tomaba unas vacaciones fuera de su natal Veracruz, emprendiendo un trayecto que hoy tomaría más de diez horas en automóvil.
De la nada llegaron patrullas de la policía local a la plaza, sorprendiendo a las jóvenes mientras trataban de disfrutar un descanso de la vida diaria. En cuestión de minutos, elementos oficiales bloquearon las entradas y salidas del recinto.
Como si fuera una persecución de alta importancia, los policías bajaron de sus vehículos para cumplir con sus labores. Solo que no se trataba de un ladrón u otro delincuente. Su objetivo era detener a Salma y a sus amigas quienes, por expresarse libremente, habían transgredido las leyes del estado.
¿El crimen del que se les acusaba? Ser mujeres transexuales en un país conservador.
“En Aguascalientes en ese entonces, el simple hecho de mostrar tu identidad era motivo de arresto, era motivo de persecución policíaca, porque lo consideraban faltas a la moral, atentado al pudor” dijo Salma en entrevista con el Nuevo Herald. “Tenían ahí un sinfín de calificativos el cual era motivo para la detención para nosotras por mostrar nuestra identidad”.
Los policías tomaron a las jóvenes por la fuerza, jaloneándolas, esposándolas y tirándolas bruscamente en sus camionetas, iniciando el trayecto a un centro donde podrían ser detenidas por hasta 36 horas sin derecho a fianza.
“Esto marcó para mi algo así como no entender, el traumatizarme, el llorar, el no comprender por qué pasaba esto, por qué me hacían esto, por qué nos hacían eso” agregó.
En rumbos similares se encuentra la historia de María Clemente quien, como Salma, creció en un México donde la discriminación parecería ser la norma contra las mujeres transexuales.
Para ella, el trayecto inició aún antes en una infancia rodeada de mítines y sesiones de partido acompañando a sus padres, quienes eran políticamente activos en su momento.
Al cumplir 15 años, María Clemente se afilió al Partido de la Revolución Democrática (PRD) donde comenzaba a forjarse la carrera política de Andrés Manuel López Obrador, hoy presidente de la república.
Hablando con el Nuevo Herald, María Clemente destacó que participar en la vida pública como mujer trans fue “igual de complicado que cualquier otro espacio público”. Pero con los años, la política se transformó “en un espacio, de alguna manera seguro” donde podría expresar su verdadera identidad.
Para ambas, la lucha por los derechos de la comunidad LGBTI+ se volvió en una odisea por la justicia que consumiría los próximos años de sus vidas. Hoy, tras muchas batallas, Salma Luévano y María Clemente García lograron lo que muchos pensaban imposible, volviéndose en las primeras diputadas trans electas al congreso mexicano.
LAS CUOTAS ARCOÍRIS
El caso de la diputación de Salma Luévano es interesante por si solo, pues llega con un principio de representación conocido como la “cuota arcoíris”. Bajo dicha cuota, los partidos políticos deben reservar un número determinado de lugares en sus gobiernos para miembros de la comunidad LGBTI+.
La “cuota arcoíris” es un principio de inclusión iniciado en México y su historia está entretejida con la carrera de Salma Luévano.
Tras mudarse a la Ciudad de México, Salma regresó a Aguascalientes, donde había sido detenida al vacacionar con sus amigas dada su expresión sexual. A pesar de que pasaron tres años desde el incidente, la persecución contra mujeres trans seguía siendo un problema en el estado.
Pero si las cosas no habían cambiado en Aguascalientes, Salma sí que era otra. En su breve estadía en la Ciudad de México logró explorar su identidad como antes le había sido casi imposible.
Salma recordó que el vivir a la capital mexicana “me permitió el irme empapándome más de mi situación; el irme empapando más de mi identidad lo cual yo no tenía el conocimiento”.
Al regresar a Aguascalientes, había perdido el miedo que antes tenía y estaba lista para pelear por sus derechos. Reuniendo a varias compañeras trans, se aventuró al palacio municipal para hablar con el alcalde sobre la situación. La respuesta fue la que se esperaría de un estado donde se detiene a personas por su identidad de género.
“No nos hicieron caso” recordó la ahora diputada. “Volvimos, metimos una solicitud. Volvimos a ir y tampoco se nos hizo caso y fueron repetidas ocasiones en el cual nos ignoraban, no nos atendían, no nos querían atender”.
Como el gobierno local no hizo caso por la vía formal, Salma se hizo del activismo para conseguir la legislación que deseaba. Reuniendo de nuevo a sus compañeras organizó un plantón para llamar la atención del gobierno. Como en todas las ocasiones anteriores, las autoridades hicieron caso omiso de sus quejas.
Pero está vez Salma no los dejaría ignorar su causa, optando por medidas poco ortodoxas para que el gobierno de Aguascalientes las notara.
“Entonces les dije a las compañeras, ‘Pues vamos, fuera ropa. Vamos a desnudarnos’. Casi casi nos desnudamos y ellos ante esta situación de no entender, no comprender y la vergüenza, según ellos, fue la manera en que nos atendieron inmediatamente” dijo Luévano.
Tras su reunión, la persecución policiaca en Aguascalientes llegó a su fin.
Siendo ahora una activista reconocida en la comunidad LGBTI+, Salma se encontró con una nueva frustración: el gobierno rara vez escuchaba sus propuestas si no venían con consecuencias judiciales.
Los funcionarios públicos la invitaban junto con otros activistas a eventos de inclusión, pero como comentó Salma, “para lo único que nos utilizaban era para tomarse la foto y ya después jamás nos volvían a ver, ni nos recibían, ni les interesaban nuestros temas”.
Es ahí donde nace la iniciativa de las “cuotas arcoíris”, después de que Salma determinara la importancia de hacer cambios desde dentro del sistema y no solo por medio de activismo.
“Para que realmente se nos hiciera caso y para que realmente empezáramos a trabajar nuestras políticas públicas, teníamos que estar del otro lado; teníamos que ocupar esos espacios” dijo la ahora diputada.
En un principio, las “cuotas arcoíris” fueron presentadas como un oficio para el Instituto Estatal Electoral de Aguascalientes, el cual rechazó la iniciativa. Acto seguido, Salma batalló para que la decisión fuera al Tribunal Electoral del mismo estado, el cual decidió en su favor, creando así el primer principio de representación de su tipo en México y el mundo.
“No hay ningún otro país que tenga estas acciones afirmativas, que tenga estas cuotas” agregó Luévano quien es la primera persona en acceder a una curul por medio de las cuotas que luchó por conseguir.
POR UN MÉXICO INCLUYENTE
Juntas, Salma y María Clemente tienen como objetivo crear un México que reconozca y respete la integridad de sus comunidades LGBTI+ por medio de sus puestos en la sesión legislativa que iniciará este 1º de Septiembre.
En primer lugar, se encuentra el testimonio de inclusión que dan solo con ocupar escaños en el Congreso de la Unión.
“El llegar una mujer; el llegar mujeres trans al congreso, para mi en lo personal, es un gran mensaje para nuestra población, para los grupos en situación de vulnerabilidad” dijo Luévano. “Y decir: ‘Aquí estamos. ¡Sí se puede! ¡Hay que luchar! No hay que arrepentirse de lo que somos, porque no estamos mal. Defiende tu identidad y sigue luchando’. Y esa es la esperanza”.
A esto se le agrega la participación de más personas de la comunidad LGBTI+ en los comicios de este año. Hablando con el Nuevo Herald, María Clemente destacó que en una encuesta de diversidad realizada por el Instituto Nacional Electoral se encontró que de los 5,300 candidatos a diversos cargos políticos un 1.9% se identificaron como miembros de la comunidad LGBTI+.
También están las medidas concretas para mejorar la representación en México. María Clemente, por ejemplo, buscará iniciar una revisión de todos los textos judiciales en el país para eliminar las instancias en que se use lenguaje discriminatorio contra la comunidad LGBTI+. Inclusive planea reformar el artículo primero de la constitución “para incorporar los conceptos de orientación sexual e identidad de género”.
Por su parte, Luévano resaltó que el mayor problema en México sigue siendo la discriminación que limita la entrada de la comunidad LGBTI+ a la normalidad social y política.
“Por décadas y décadas se nos ha debido y se nos sigue debiendo y se nos está matando” dijo Luévano. “El problema no es ser trans, el problema es la transfobia. Esa transfobia que no nos ha permitido avanzar; que nos ha negado nuestros derechos”.
Queda mucho por hacer, pero tanto Salma como María Clemente ven con entusiasmo los siguientes retos que se les puedan presentar. A manera de conclusión Luévano recordó un mensaje que la ha acompañado durante sus diversas iniciativas y permanecerá a su lado en años por venir:
“Seguiré luchando hasta que la dignidad se haga costumbre” dijo la ahora diputada.
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