Brasil se ha convertido en el escenario perfecto para los ensayos clínicos de vacunas, en la carrera mundial y a contrarreloj para alcanzar la que consiga frenar la pandemia del coronavirus.
Por RT
El virus ya ha dejado más de 15,5 millones de contagiados y 634.405 fallecidos a nivel mundial. Solo en Brasil son 2.287.475 las personas contagiadas y 84.082 las muertas, lo que le sitúa en el segundo país con más cifras de infectados y decesos, por detrás de EE.UU.
“Brasil se ha vuelto atrativo por el número de casos que se están produciendo. Es importante que los ensayos se realicen en esos lugares donde existe una alta transmisión. Los participantes son voluntarios y profesionales de salud, porque tienen un mayor riesgo de infección al estar expuestos en sus ambientes de trabajo”, explica a RT Julival Ribeiro, infectólogo y director general del Hospital de Base de Brasilia.
Tres ensayos clínicos
Desde esta semana, ya son tres los ensayos clínicos que se desarrollan en el gigante latinoamericano. En junio empezaron los estudios de la vacuna ChAdOx1 en fase tres, última etapa antes de que sea homologada, de la Universidad de Oxford y el gigante farmacéutico AstraZeneca.
El martes pasado, se iniciaron las pruebas de la vacuna china Coronavac, también en fase tres, gracias a un convenio entre el laboratorio chino Sinovac Biotech y el Instituto brasileño Butantan.
“Estoy muy contenta de poder participar de esta experiencia, estamos viviendo un momento único e histórico y eso fue lo que me hizo querer formar parte de este momento”, dijo la primera doctora en recibir la vacuna.
El mismo día, las autoridades sanitarias autorizaron las pruebas de dos vacunas -BNT162b1 y BNT162b2-, desarrolladas por la compañía alemana BioNTech y la farmacéutica estadounidense Pfizer.
En opinión de Ribeiro la llamada “vacuna Oxford” y la china Coronavac son las más prometedoras en estos momentos, por lo que el país suramericano “podría inmunizar a millones de brasileños de acuerdo con las prioridades establecidas por las autoridades de Salud Pública”.
El Ministerio de Salud destaca que las dosis iniciales estarán destinadas a la población más vulnerable, entre la que se encuentran los ancianos, personas con comorbilidades, profesionales de la salud, trabajadores del transporta público o indígenas, entre otros.
El infectólogo Alexandre Barbosa, jefe del departamento de Infectolgía de la Universidad del Estatal Paulista, piensa que es difícil determinar cuál será más favorable. “Pero cuantas más vacunas disponibles mejor, porque el número de dosis necesarias va a ser muy alto para poder cubrir a todas las personas indicadas en el criterio de vacunación”, subraya.
Abastecimiento de vacunas
Qué ocurrirá con el abastecimiento de las vacunas, en caso de que sean exitosas, y si los países con menos recursos serán los últimos en conseguirlas, son dos de las grandes preocupaciones que se plantean.
“Las inequidades inherentes a la producción de vacunas, que siempre son un problema importante, alcanzan una enorme gravedad cuando el acceso mundial a una vacuna eficaz resulta vital, como ocurre en la pandemia de COVID-19”, aseguró Erin Sparrow, experta en enfermedades infecciosas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En Brasil, en el caso de la vacuna Coronavac y la de Oxford, ya existen acuerdos de cooperación en los que se incluyen la adquisición de millones de dosis y el acceso de transferencia tecnológica, lo que permitiría al país producirlas en laboratorios nacionales.
Para la vacuna Oxford, que ha logrado una fuerte respuesta inmune, Brasil cerró un acuerdo con AstraZeneca para garantizar la fabricación y la compra de 30,4 millones de dosis. Respecto a Coronavac, el Instituto brasileño Butantan está adaptando una fábrica para su producción, con una capacidad de hasta 100 millones de dosis, y está previsto que reciba otras 60 millones desarrollas en China.
Barbosa cree que estos acuerdos son decisivos para poder incrementar la capacidad del campo tecnológico de Brasil. “Desgraciadamente, desde hace unos años se ha producido un verdadero desmonte de toda la estructura de investigación y desarrollo en ciencia en las universidad públicas”, lamenta.
Para este infectólogo es muy importante la llegada de inversión destinada a la investigación. “Algo que en Brasil ya se debería de tener desde mucho antes de la pandemia. Ahora es cuando se ha visto que la política de recortes en investigación ha sido un desastre”, critica.
Por su parte, Ribeiro sostiene que los acuerdos son muy importantes para que la población brasileña tenga acceso a la vacuna contra el COVID-19. “Hay una carrera por parte de varios países, que ya han reservado millones de dosis de las vacunas. Esta transferencia de tecnología es esencial para que Brasil pueda producir la vacuna y tener la capacidad de suministrarla a otros países, especialmente en América Latina”, subraya.
De hecho, en lo que concierne a las vacunas desarrolladas por BioNTech y Pfizer -tercer y último ensayo aprobado por las autoridades brasileñas- es poco probable que, en caso de éxito, Brasil sea uno de los primeros beneficiarios.
EE.UU. anunció esta semana un acuerdo de 1.950 millones de dólares para el suministro de 100 millones de dosis, desarrolladas por la compañía alemana. Un número que equivale al lote máximo que la empresa puede producir este año.
“Esperar pacientemente”
La OMS calcula que hay 166 vacunas en proceso de desarrollo en el mundo, entre ellas 25 en evaluación clínica y cinco en su tercera y última fase de estudio: Sinovac (China), Instituto Biológico de Wuhan/Sinopharm (China), Instituto Biológico de Pequim/Sinopharm (China), Oxford/AstraZeneca (Reino Unido) y Moderna/NIAID (EE.UU.).
Mike Ryan, director de Emergencias Sanitarias de la OMS, estimó que la población no empezará a ser vacunada antes de la primera parte del año 2021.
“Nunca la humanidad observó un desafío de este tamaño para buscar una vacuna con tanta rapidez. Hay que mencionar que la producción de una vacuna necesita infraestructura, un alto costo financiero y requiere tiempo para determinar la seguridad, eficacia y la inmunogenicidad de la vacuna”, recuerda Ribeiro.
Aunque cientos de compañías trabajen en el desarrollo de una vacuna, el experto alerta de que la comunidad científica mundial debe prestar atención a la seguridad y eficacia de estas, ya que implica una gran disputa entre empresas e inversiones muy altas.
¿Cuándo se considerará una vacuna eficaz? A su juicio, cuando 95 de cada 100 vacunados estén protegidos. “Las personas que reciben la vacuna contra el COVID-19 son monitoreadas y, después de cierto tiempo, el porcentaje de efectividad se calculará comparando las tasas de las personas infectadas que recibieron la vacuna y las que no fueron vacunadas”, explica.
“Debemos esperar pacientemente para conocer su efectividad, seguridad, cuántas dosis se necesitarán, cuánto tiempo durará la protección y qué tipo de población responderá mejor a la vacunación”, concluye.
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