Alok Sharma, el británico presidente de la conferencia sobre el clima COP26, finalmente, un día después de lo previsto, dio el pistoletazo de salida para que se aprobaran los documentos destinados a aplicar el Acuerdo de París y concluir lo que se había anunciado como la cumbre de la “última oportunidad”.
Pero los momentos finales de las conversaciones incluyeron un inusual espectáculo de audaz diplomacia en el que intervino Suiza.
Minutos antes de que comenzara la sesión final, la ministra suiza de Medioambiente, Simonetta Sommaruga, subió al estrado para rebatir lo que la delegación suiza calificó como “violenta maniobra disruptiva”. Se produjeron tensas discusiones, al tiempo que Sharma se desplazaba entre otras delegaciones.
En una intervención posterior, una vez iniciada la sesión plenaria, Sommaruga expresó su “profunda decepción”. “El lenguaje que habíamos acordado sobre las subvenciones al carbón y a los combustibles fósiles se ha rebajado aún más como resultado de un proceso poco transparente”, explicó Sommaruga a los delegados.
La ministra suiza dijo que el término “reducción gradual” del carbón había sustituido a “eliminación gradual”, las palabras previamente acordadas.
La cumbre de la COP26 se prolongó hasta la noche, y uno de los puntos más conflictivos fue la eliminación de las subvenciones al carbón.
A pesar del lenguaje suavizado sobre los combustibles fósiles, debido a la presión no solo de India, sino también de China y Estados Unidos, el acuerdo sentó un precedente al incluir la mención de los contaminantes. Y lo hizo al expresar que “los subsidios a los combustibles fósiles ineficientes y el carbón no disminuido deben ser eliminados gradualmente”.
Sommaruga dio cuenta a la sesión plenaria de que en una reunión anterior –cuando Suiza propuso cerrar una laguna en la decisión sobre los mercados de carbono– a los delegados se les había comunicado que no se aceptarían cambios en el borrador.
Tras un largo aplauso que siguió a sus palabras, otros jefes de distintas delegaciones apoyaron la defensa que la ministra suiza había hecho del texto anterior, más sólido sobre los combustibles fósiles. Más tarde, Sharma públicamente se disculpó “por la forma en que se ha desarrollado el proceso”.
De promesas individuales a compromisos globales
La conferencia sobre el clima, de dos semanas de duración, se inauguró con una serie de compromisos renovados, así como con promesas de reducir la deforestación, las emisiones de metano y el carbón entre determinados grupos de países.
Pero los delegados de los 197 países reunidos en Glasgow debían ponerse de acuerdo sobre unas normas claras que impidieran que el calentamiento global superara los 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, tal y como establece el acuerdo del clima de París firmado en 2015.
Después de todo, el texto final representa un compromiso que, a pesar de todos sus puntos débiles, los países deben llevar de vuelta a casa para indicar que para combatir la crisis climática hace falta una acción más fuerte.
Sommaruga mostró su decepción ante el pleno. “Varios de los textos que se presentan están lejos de ser el mejor denominador común”, indicó. Pero incluso después del cambio de última hora en el texto relativo a las subvenciones al carbón, dijo que el Grupo de Integridad Ambiental (EIG, por sus siglas en inglés) de los países negociadores [del que Suiza es miembro] no quería arriesgarse a perder la posibilidad de salir de Glasgow sin un acuerdo.
Acuerdo sobre el mercado del carbono
Tras la infructuosa conclusión de la última cumbre del clima en Madrid, Suiza ha firmado tratados bilaterales de compensación de carbono con un puñado de países en desarrollo sobre la base de las directrices establecidas en el artículo 6 del Acuerdo de París. Los acuerdos incluían la garantía de que estos proyectos respetaran los derechos humanos, se prohibiera la doble contabilización de los créditos de carbono y que los países anfitriones no pudieran aplicar los programas por sí mismos sin el apoyo de terceros.
La compensación de carbono permite a empresas, gobiernos y particulares neutralizar el impacto de algunas de sus emisiones invirtiendo en proyectos que reducen o almacenan carbono. El establecimiento de directrices claras para la aplicación de los programas fue una de las cuestiones clave debatida en Glasgow.
En la COP26, Suiza ha presentado las iniciativas de compensación que ha puesto en marcha hasta el momento y ha presionado duro para que en el texto adoptado sobre los mercados de carbono se reflejaran condiciones firmes.
Al final, la delegación suiza se ha mostrado satisfecha con la adopción de normas para los créditos y compensaciones de carbono. Pero Sommaruga manifestó que los miembros del EIG (que también incluye a México, Corea del Sur, Georgia, Mónaco y Liechtenstein) “lamentaron” la falta de transparencia e inclusión en las discusiones, especialmente en lo que respecta a los mercados de CO2.
El jefe negociador de Suiza en materia de clima, Franz Perrez, declaró a SWI swissinfo.ch que la cuestión de la doble contabilidad entre los Estados y el sector privado había sido problemática. Dijo que durante las conversaciones se habían hecho propuestas que habrían permitido la doble contabilización de las emisiones.
Una propuesta suiza, que fue descartada, habría determinado que si una empresa privada intenta compensar sin los “ajustes correspondientes” obtendría un certificado de “apoyo” en lugar de un certificado de mitigación.
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