En una escena del documental de Michelle Obama estrenado recientemente en Netflix, la ex primera dama muestra dos imágenes de su infancia. Por un lado, la foto oficial de su clase de preescolar; por otro, la de su clase en los primeros cursos de secundaria.
Por BBC
Entre ambas hay una diferencia notoria: los alumnos blancos de la primera han casi desaparecido en la segunda, que entonces muestra un aula de mayoría afroestadounidense.
¿Qué ocurrió entre una fotografía y la siguiente?
La «fuga blanca».
«Lo que ocurría en los años 70 es que a medida que las familias negras comenzaban a mudarse a distintos vecindarios, las familias blancas eran ahuyentadas», explicaba la ex primera dama sobre las fotografías que mostró de su vida en el sur de Chicago.
«Les decían: ‘Apresúrate a vender tu casa. Va a perder valor’, así que huían a los suburbios».
Pero el fenómeno revela mucho más que lo que Obama recogía en el documental y es comúnmente recordado por los expertos como una de las prácticas que definió la segregación en las ciudades estadounidenses, aún vigente.
«White flight»
La llamada fuga o huida blanca (en inglés, white flight) hace referencia en EE.UU. a cuando en los años 60 y 70 un gran número de ciudadanos blancos abandonaron el centro de las ciudades y se trasladaron a los suburbios.
«Hubo muchas razones para ese cambio, pero una causa importante fue la eliminación de la segregación racial de los distritos escolares urbanos [en 1954]», explica a BBC Mundo Richard Thompson Ford, reconocido investigador sobre racismo y segregación urbanística en el país y autor de diversos libros sobre estas y otras cuestiones, como Rights Gone Wrong: How Law Corrupts the Struggle for Equality o The Race Card: How Bluffing About Bias Makes Race Relations Worse.
«Después de que los tribunales establecieran que la eliminación de la segregación racial requería la mezcla de razas en escuelas públicas, muchas personas blancas respondieron mudándose a los suburbios, donde todo el distrito era blanco y los centros escolares aún estaban segregados de facto», cuenta Ford, catedrático de Derecho en la Universidad de Stanford.
Pero ¿qué llevó a esa desbandada?
El fenómeno no puede ser visto como un acto meramente personal, pues se produce tras años de políticas federales discriminatorias e iniciativas privadas y locales que impregnaron la sociedad y cultura estadounidense, advierten los expertos.
«Siempre ha habido formas de discriminación en Estados Unidos. Pero se concretó en políticas en los años 30 y hasta los 70», explica Andre Perry, investigador del Instituto Brookings especializado en desigualdad racial y estructural y autor de Know Your Price: Valuing Black Lives and Property in America’s Black Cities.
«Para entonces -añade- se convirtió tanto en parte de la cultura que no necesitas tener una norma para que se produzca la discriminación».
Hay varias políticas que se repiten en casi todas las conversaciones e investigaciones sobre la época: la primera de todas ellas, el llamado redlining.
Entre 1935 y 1939, la Corporación federal de Préstamos a Propietarios de Viviendas diseñó mapas de las grandes ciudades estadounidenses con líneas de demarcación rojas (de ahí el nombre en inglés, «delineamiento rojo») de barrios en los que habitaban, en general, comunidades afroestadounidenses.
«Los bancos se negaban a dar préstamos a propietarios en esos vecindarios, las compañías aseguradoras les calificaban como un ‘mal riesgo’ y los agentes alejaban a las familias blancas de ellos a la vez que derivaban a las familias negras. Eso incrementó la segregación y también empobreció esos barrios al privarles de capital», explica Ford.
Hubo otras políticas discriminatorias, y entre ellas varios expertos mencionan la Ley de Autopistas federal de 1956, que implicó la construcción de carreteras por medio de las urbes.
«La financiación de las autopistas fue, en realidad, un subsidio masivo federal para los residentes de los suburbios a expensas de las ciudades», sentencia el especialista de Stanford.
La legislación motivó el traslado a los suburbios que posteriormente acabaría en la fuga blanca.
«La segregación a nivel individual -que era promovida- fue gran parte del problema, pero las políticas a nivel federal animaron y reforzaron el racismo individual: lo subvencionaron».
El gobierno federal, además, impulsó programas de subsidios para desarrollar los suburbios con la condición de que solo pudieran venderse propiedades allí a familias blancas.
«Y que éstas no pudieran ser luego vendidas a afroestadounidenses», señalaba a la cadena pública NPR el escritor Richard Rothstein, que documentó cómo estas políticas socavaron la capacidad de las familias negras de adquirir viviendas y prosperar en el libro The Color Of Law: A Forgotten History Of How Our Government Segregated America.
Una sociedad dividida
Una de las más evidentes consecuencias de todo ello fue lo que Michelle Obama mostraba de manera sencilla pero directa con su álbum de fotos: la pérdida de la multiculturalidad.
Pero esa segregación también tuvo graves consecuencias en materia de financiación que se siguen sintiendo hoy en día, pese a las legislaciones que posteriormente se implementaron.
Por ejemplo, aunque el redlining fue prohibido en 1968, tres de cada cuatro vecindarios «marcados en rojo» en los mapas de la época continuaban teniendo problemas económicos en la actualidad, según un estudio de 2018 de la Coalición Nacional de Reinversión Comunitaria, un grupo en defensa del consumidor.
En materia educativa, la diferencia también es sustancial: los distritos escolares con mayoría de alumnos blancos reciben 23.000 millones más que aquellas zonas con mayoría de estudiantes de minorías, reveló la organización especializada EdBuild el año pasado.
«La triste realidad es que Estados Unidos nunca ha estado completamente comprometido con acabar con la segregación», opina Ford.
«Nuestros esfuerzos han sido medidas y promesas a medio gas, diseñadas para conseguir, como mucho, un cambio modesto, mientras se permitía que la mayoría de estadounidenses continuaran evitando la integración racial».
De hecho, pese a que Estados Unidos se encamina a convertirse en un país de minorías en 2044, ya empieza a mostrar signos de «macro-segregación».
«El número de ciudades con mayoría negra está aumentando, pero la población negra en general se ha mantenido, lo que sugiere que las personas negras se están mudando a áreas donde hay una población significativa de negros», señala el experto Andre Perry, que ha estudiado a fondo la cuestión.
«Aquí hay dos cosas en juego: los vecindarios siguen discriminando a la población negra, pero también las personas negras están buscando refugio».
En un momento de elevadas tensiones raciales tras la muerte bajo custodia policial de George Floyd, esta parte de la historia ayuda a entender el dolor y la rabia que se siente en las calles.
Aunque muchos no creen que se conozca lo suficiente.
«Creo que hay una especie de blanqueamiento de la Historia, muchas de estas cosas no son enseñadas en las escuelas», lamenta Zizi Bailey, epidemióloga social que investiga las consecuencias de la discriminación estructural y racial de la Universidad de Miami.
Bailey recuerda su época trabajando en el Departamento de Sanidad de Nueva York y su rol educando a personas en el Bronx, uno de los distritos más pobres de la famosa urbe, donde mucha gente se sorprendía al conocer las razones que marcaron esa zona.
Se trata de una especie de «amnesia» que según el investigador del Brookings Institution Andre Perry a veces es «intencional».
«Porque mucha gente blanca cree que consiguió todo por su propio pie. No fue así. Estas políticas les ayudaron a adquirir una casa y abrir negocios a expensas de las personas negras».
«Así que hay quien no quiere ver la historia más allá de su propia vida», concluye Perry.
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