Una encuesta sobre la crisis de Ucrania realizada en siete Estados miembros de la UE refleja un sentimiento conjunto (la invasión se producirá) y claras divisiones sin resolver.
¿Cuáles son los planes de Vladimir Putin en Ucrania? Solo él —y quizá su círculo más cercano— lo sabe. Pero la sensación mayoritaria entre los europeos es que las tropas rusas van a cruzar la frontera e invadir el país vecino en algún momento de los próximos meses. Así lo piensa el 73% de los polacos, el 64% de rumanos y algo más del 50% de suecos, alemanes e italianos, según una encuesta paneuropea del European Council on Foreign Relations (ECFR) realizada a finales de enero. En Finlandia, único país de la muestra utilizada por el sondeo que comparte frontera con Rusia, un 44% opina que habrá invasión, por el 42% que no lo cree probable. El Kremlin ha logrado meterle el miedo en el cuerpo a un continente que empezaba a creer que las guerras ya eran cosa del pasado.
Mientras que el sentimiento de amenaza inminente genera un amplio consenso entre la ciudadanía, cuando se les pregunta sobre cómo deberíamos responder a una eventual escalada militar, emergen los matices. Una amplia mayoría de encuestados opina que tanto la OTAN (62%) como la Unión Europea (60%) deben defender a Ucrania, pero se ven diferencias regionales con raíces geográficas, históricas y políticas. Mientras polacos (80%) y suecos (más del 60%) son muy favorables a una intervención directa de Occidente, entre los franceses y alemanes ronda el 50%. En Alemania, a la que algunos socios recriminan su tibieza diplomática en esta crisis, se prefiere una acción bajo el paraguas de la OTAN a una europea independiente.
También franceses y alemanes son los que menos confían en la capacidad de la UE y la OTAN para defender los intereses europeos si la invasión se produjera, apenas la mitad de los ciudadanos, un porcentaje que sube hasta casi dos tercios de los encuestados en el resto de países. En general, Europa y sus ciudadanos se muestran más unidos en esta crisis que en anteriores disputas con Rusia, aunque siguen existiendo amplias diferencias de fondo que suponen un riesgo para una respuesta coordinada.
«Las próximas semanas pondrán a prueba si los europeos pueden llevar a cabo la transición de un mundo moldeado por el poder blando a otro basado en la resiliencia», concluyeron Mark Leonard e Ivan Krastev, analistas del ECFR que coordinaron el sondeo.
Cuando la pregunta es si tu país debería defender a Ucrania, la cosa cambia. Los finlandeses pasan de rozar el 60% de apoyo a una intervención de la UE o la OTAN (a la que no pertenecen) a solo un 20% si se trata de una intervención nacional. Una situación que se repite en el resto del continente, aunque de manera menos pronunciada, hasta una media del 43%. Un dato que revela que Ucrania es importante para Europa, pero no tanto como para que más de un 37% de alemanes o un 43% de franceses respalden que su país actúe por su cuenta para frenar una invasión.
En marzo de 2014, Putin logró la anexión de Crimea sin necesidad de gastar apenas balas, y Europa recurrió a las sanciones económicas —su arma más habitual— como respuesta. En ningún caso se planteó una intervención militar. Tampoco cuando los rebeldes prorrusos del Donbás proclamaron la independencia de Donetsk y Lugansk unos meses más tarde. En la actual crisis, sigue sin estar (en principio) sobre la mesa de los mandatarios ni de la OTAN, que se han limitado a enviar armas defensivas y equipamiento. Pero los tambores de guerra sí han calado en el imaginario de los europeos.
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