La llegada de Donald Trump a la presidencia en 2016 fue un punto de quiebre en la política exterior estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial. Por primera vez en más de medio siglo, la Casa Blanca pareció enfocada más en cuestiones domésticas y desinteresada en ejercer el liderazgo al que aspiró siempre el país en el hemisferio occidental.
Por Infobae
|Es cierto que esa posición política hacía juego con una escena global fragmentada y multipolar, en la que los Estados Unidos perdieron buena parte de la capacidad de influencia que tuvieron hasta el fin de la Guerra Fría. Es evidente que Joe Biden no va a poder reconfigurar el orden mundial en cuatro ni en ocho años. Pero uno de sus objetivos como presidente será tratar de cambiar el lugar que ocupan los Estados Unidos en ese orden.
Tras un gobierno que se centró casi exclusivamente en la política doméstica y que solo se vinculó con el resto del mundo en busca de obtener beneficios puntuales, las nueva administración procurará volver a incidir en el diseño de políticas de escala planetaria.
“La política exterior de Trump estuvo centrada en conseguir ganancias materiales de corto plazo, sin preocuparse por los posibles impactos negativos de largo plazo en los intereses de los Estados Unidos o en nuestra capacidad de retener influencia en el mundo. El retiro del Acuerdo de París le dio a Trump una victoria política para su base y beneficios modestos, pero puso al país en una desventaja competitiva a medida que el mundo avanza hacia una economía más eficiente desde el punto de vista energético. Este es sólo un ejemplo de cómo Trump ha abordado una serie de cuestiones de política exterior, desde la inmigración hasta la guerra comercial con China, pasando por su negativa a responder a la aquiescencia de Jair Bolsonaro con la continua destrucción de la selva tropical y la expansión de la injerencia rusa en Europa Oriental”, explicó Flavio R. Hickel Jr., profesor del Departamento de Ciencia Política del Washington College, consultado por Infobae.
La reconciliación con el multilateralismo será una pieza fundamental de la diplomacia de Biden. Eso tendrá impacto para muchos organismos y acuerdos que habían quedado muy debilitados tras el retiro de la máxima potencia mundial durante el gobierno de de Trump.
La otra reconciliación será con los aliados tradicionales de los Estados Unidos, especialmente las potencias europeas, con las que hubo tantos cortocircuitos en estos años. La contrapartida de ese acercamiento será un endurecimiento del vínculo con Rusia y Turquía, considerados una amenaza por la Unión Europea, pero con cuyos líderes Trump desarrolló un vínculo cercano.
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