El peronista Alberto Fernández debe asumir el próximo 10 de diciembre la presidencia de Argentina, país sumido en la recesión desde 2018 y bajo presión de los mercados.
Con una propuesta antagónica a las políticas liberales del gobierno saliente de Mauricio Macri, el nuevo presidente ha asomado apenas algunas ideas, sin siquiera avanzar los nombres del equipo que lo acompañará.
Un mes antes de su investidura, esto es lo que se sabe de lo que hará Fernández en el gobierno:
– Política internacional –
Con una imagen de político moderado, Fernández promueve la idea de un “eje progresista” para América Latina. En campaña electoral visitó en prisión al expresidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva y después de la elección no ha dudado en clamar ante sus seguidores: “Lula libre”. El mandatario Jair Bolsonaro, que abiertamente había pedido a los argentinos votar por Macri, rechazó acudir a su investidura.
Pero la relación entre los dos gigantes sudamericanos, socios en Mercosur, es demasiado importante como para quebrarla. “Habrá un acercamiento pragmático”, aseguró uno de los principales asesores de Fernández.
Fernández afirma que Lula, el expresidente ecuatoriano Rafael Correa, y la exmandataria argentina Cristina Kirchner, ahora su vicepresidenta, son víctimas de “un sistema judicial que se articuló para perseguir a los líderes populares”.
Evita referirse a la situación de Venezuela, aunque declaró que no considera a Nicolás Maduro como un dictador y sostiene que, en una posición similar a las de México y Uruguay, promoverá el diálogo interno para superar la grave crisis de ese país.
Tampoco menciona a Cuba, pero expresó su deseo de afianzar lazos con la Nicaragua de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
A Donald Trump le ofreció “una relación madura y cordial” y le recordó que “Argentina necesita ayuda”.
Para su primera visita como presidente electo, Fernández escogió a México.
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– Economía –
“El 10 de diciembre no es una fecha mágica”, ha advertido Fernández, consciente de las expectativas de un electorado que votó agobiado por la inflación (37,7% hasta septiembre), la pobreza (35,4%) y el desempleo (10,6%).
Con los mercados cerrados, Argentina consiguió en 2018 un auxilio por 57.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional. Falta por entregar 13.000 millones, pero el organismo multilateral se mantiene a la expectativa de una probable reestructuración de la deuda argentina, que totaliza 315.000 millones de dólares.
Fernández ha asegurado que no declarará la cesación de pagos, pero también dice que el cumplimiento con la deuda no se hará a costa del sacrificio de los argentinos.
Allegados a Fernández sostienen que buscará afianzar la relación con China, país que ya durante el gobierno de Cristina Kirchner (2007-2015) había hecho importantes inversiones y concedido un crédito swap.
Además, el próximo presidente ha llamado a los empresarios argentinos a invertir en su país para que la economía se ponga en marcha y a los sindicatos y a los movimientos sociales les pidió una tregua de 180 días.
Para el analista Matías Carugati, la economía es su principal desafío. “A Alberto Fernández se lo eligió para que vuelva a poner la economía en crecimiento. Argentina está estancada desde 2011 y ya llevamos dos años consecutivos de recesión”.
“Se habla mucho de un pacto de precios y salarios entre los distintos sectores: Estado, empresas, sindicatos y organizaciones sociales. Podría ayudar, pero obviamente si está acompañado de una política económica consistente”, dijo Carugati.
Se da por descontado que mantendrá el control de cambios y de capitales. A la vez, ha prometido contener el aumento en las tarifas de los servicios públicos.
– Atacar la pobreza –
Fernández se ha comprometido a atacar la pobreza, que estima llegará a 40% al cierre de 2019. El presidente electo plantea esta tarea como un imperativo moral.
“Tenemos que tener vergüenza. Decimos ser el país que produce alimentos para 400 millones de personas y no podemos alimentar a 15 millones de personas que están en situación de pobreza”, se ha lamentado Fernández.
Para ello, propone un pacto que permita reducir los precios de la canasta básica y promueve que los productores de alimentos hagan donaciones.
AFP
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