Nuevo desafío a Pekín desde Estados Unidos.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, certificó este miércoles ante el Congreso que Hong Kong «ya no es políticamente autónoma» de China, por lo que deja de merecer un trato especial bajo la legislación estadounidense, aseguró.
La decisión podría tener graves consecuencias para el comercio entre Hong Kong y EE.UU., y el futuro de las inversiones en la excolonia británica, que cuenta con mayores libertades que el resto del país.
«Ninguna persona puede asegurar hoy que Hong Kong mantiene un alto grado de autonomía de China, dados los hechos en el terreno», afirmó este miércoles Pompeo en un comunicado.
Sus declaraciones se producen en respuesta a la controvertida nueva ley de seguridad para Hong Kong -que se debatía en el Parlamento chino y fue aprobada este jueves-, después de años de intensas protestas en el territorio contra el rol de Pekín y por mayores libertades.
Calificada desde Hong Kong como «el asunto más controvertido desde el traspaso de poder» en 1997, la ley ha causado una fuerte indignación y manifestaciones en la región con cientos de detenidos.
Los enfrentamientos estallaron nuevamente el miércoles, mientras se debatía la medida.
Qué supone el anuncio de Pompeo
El estatus especial de Hong Kong bajo la legislación estadounidense proporciona al territorio condiciones favorables comerciales, en el marco del acuerdo alcanzado cuando la excolonia británica volvió a manos chinas en 1997.
Pero ese estatus especial está condicionado a que el secretario de Estado de EE.UU. certifique cada año que Hong Kong mantiene suficiente autonomía de China.
Today, I reported to Congress that Hong Kong is no longer autonomous from China, given facts on the ground. The United States stands with the people of Hong Kong.
— Secretary Pompeo (@SecPompeo) May 27, 2020
Si el secretario de Estado no lo certifica así, el Congreso de Estados Unidos puede revocar a la región ese trato preferencial.
Ello significaría que Hong Kong sería tratado de la misma manera que China en cuestiones comerciales y de otro tipo, lo que podría poner en riesgo un comercio por valor de miles de millones de dólares entre Hong Kong y EE.UU., y disuadir a inversores de apostar por la región.
También dañaría a la China continental, que utiliza Hong Kong como una suerte de intermediario en sus transacciones con el resto del mundo.
Empresas del continente o firmas multinacionales usan la región de base regional o internacional.
Poco después de las declaraciones de Pompeo, el prominente activista prodemocracia Joshua Wong pidió a los líderes de EE.UU., Europa y Asia que siguieran el paso dado por el secretario de Estado y reconsideraran el estatus especial comercial de Hong Kong si Pekín impone su ley de seguridad.
«Una vez que la ley sea implementada, Hong Kong será integrada en el régimen autoritario chino, tanto en cuestiones de protección del Estado de Derecho como de los derechos humanos», manifestó.
No obstante, aún hay margen de maniobra, advierte Bonnie Glaser, consejera sénior para Asia y directora del Proyecto el Poder Chino del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington.
«China ha puesto en marcha un proceso y ahora Estados Unidos ha hecho lo mismo. No hay nada automático sobre los próximos pasos que tomará cada uno», explica a BBC Mundo.
Pekín, por un lado, aún debe redactar la versión final de la ley, promulgarla e implementarla; mientras que el Departamento de Estado de EE.UU. aún tiene que mandar un informe al Congreso revocando la certificación de Hong Kong.
En el caso de China, «aún hay que ver lo que hará y a qué ritmo», comenta Glaser. «Lo mismo ocurre con EE.UU.», agrega.
Si el Departamento de Estado da el próximo paso, «EE.UU. entonces tendrá que decidir cómo revisará la manera en la que trata a Hong Kong en diversas áreas (…) y políticas que Estados Unidos ha aplicado con China continental podrían ser usadas con Hong Kong, como aranceles, controles a la exportación, restricciones a la inversión…».
Hay otro paso que también podría dar Washington, por separado: optar por imponer sanciones sobre entidades chinas o individuales que se demuestre que están incumpliendo la Ley Básica -la mini Constitución hongkonesa- o el acuerdo sino-británico de 1997, añade Glaser.
«El futuro está aún por escribirse».
La «opción nuclear» de Estados Unidos sobre Hong Kong enfurecerá a Pekín
Análisis de Zhaoyin Feng, BBC China, Washington
La última declaración de Pompeo sirve de advertencia para Pekín de que el trato preferencial de la región administrativa especial está en riesgo.
Tiene grandes implicaciones económicas, pero las geopolíticas pueden ser aún mayores.
La decisión probablemente será recibida con una furiosa reacción por Pekín y amenazará las ya de por sí frágiles relaciones entre EE.UU. y China, que parecen estar en caída libre entre las tensiones comerciales, la pandemia y la rivalidad tecnológica.
Una cuestión clave a preguntarse es cuánto ayudará revocar su estatus a Hong Kong a los hongkoneses que están luchando por su autonomía y libertades.
¿O puede que, mayoritariamente, lo que haga sea castigar a la gente de Hong Kong mientras se logra una ventaja estratégica limitada sobre China?
Qué dice la controvertida ley
El proyecto de ley, que ahora pasa al liderazgo de China, dice que «cuando sea necesario, los órganos de seguridad nacional relevantes del Gobierno Popular Central establecerán agencias en Hong Kong para cumplir con las obligaciones pertinentes para salvaguardar la seguridad nacional de conformidad con la ley».
Eso significa que China podría tener sus propias agencias policiales en Hong Kong, junto con las propias de la ciudad.
Los defensores de esta aseguran que es necesaria para hacer frente a la violencia en protestas en el territorio, si bien activistas hongkoneses temen que suponga un mayor recorte de libertades y, por ende, el fin de su autonomía.
Ello sería el «fin» del modelo de «un país, dos sistemas», según advierten activistas hongkoneses y países extranjeros, como Estados Unidos.
«La desastrosa decisión de Pekín es solo la última de una serie de acciones que minan de manera radical la autonomía y libertades de Hong Kong y las propias promesas de China a su sociedad bajo la Declaración Conjunta sino-británica, un tratado internacional presentado ante la ONU», destacó Pompeo.
Al recuperar Hong Kong, Pekín se comprometió a mantener el acuerdo con Londres hasta 2047, cuando en teoría quedaría en el aire el sistema político y económico que se pactó por un periodo de cincuenta años.
Los llamados de mayores libertades en Hong Kong se han convertido en uno de los desafíos para Pekín desde la «Revolución de los Paraguas», que comenzó también por una propuesta de reforma desde el gobierno central y sentó las bases de las manifestaciones que continúan hoy.
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