Amnistía Internacional informó que las protestas han sido reprimidas por la Policía y que hay informaciones de heridos, amenazas y detenciones arbitrarias.
Miles de cubanos en todo el país salieron a las calles a protestar en contra de la dictadura a gritos de ¡Patria y Vida!, ¡Libertad!, ¡Díaz-Canel singao!. La ola de protestas comenzó por San Antonio de los Baños, provincia Artemisa, y, pese a que el régimen cortó el acceso a internet, tres horas más tarde se reportaban protestas en casi todas las provincias de la Isla.
En medio de las protestas, el presidente Miguel Díaz-Canel convocó a la violencia por la televisión nacional: «La orden de combate está dada, a la calle los revolucionarios». Y aseguró que está dispuesto a defender la revolución «al precio que sea necesario». El mandatario cubano, sorprendido por las manifestaciones espontáneas que estallaron en varias ciudades del país – incluida La Habana – hizo un llamamiento a los revolucionarios a que «salgan a las calles donde quiera que se vayan a producir estas provocaciones, desde ahora y en todos estos días».
En Cárdenas, Matanzas, los manifestantes llegaron a apedrear los coches policiales y las tiendas que venden en dólares, como respuesta al descontento social que existe, sobre todo porque estos mercados han acentuado la miseria y las desigualdades sociales. En ellas, se ofertan productos a los que la mayoría de la población no tiene acceso. Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Ciego de Ávila y Granma reportaron violentos enfrentamientos entre la población y los militares, con saldo de varios heridos.
Desde el inicio, el régimen desplegó a los cuerpos represivos para disolver las manifestaciones: Policía Nacional Revolucionaria, seguridad del Estado, tropas guarda fronteras y otros efectivos de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior, algunos de los cuales estaban vestidos de civil y portaban palos, piedras y otros instrumentos para agredir a la población. También se observaban despliegues de decenas de militares de las Brigadas Especiales, conocidos como «boinas negras», quienes portaban armas largas y perros.
En La Habana, el fotógrafo español Ramón Espinosa, reportero de la agencia AP, fue fuertemente agredido por militares y paramilitares. También en la capital del país, las Brigadas de Respuesta Rápida, armadas y orientadas por la seguridad del Estado, acorralaban a los manifestantes pacíficos, a quienes llamaban «gusanos», «mercenarios» y otros calificativos de odio.
«Quiero vivir en una Cuba libre»
«Estoy aquí porque soy cubano y estoy cansado de tanta miseria, de tanta represión. No es solo el trabajo que nos hacen pasar, es también la humillación, porque nos humillan constantemente. No quiero irme de Cuba, quiero vivir en una Cuba libre (…). Nadie nos paga, a ellos (a quienes nos reprimen), sí les pagan, ellos son agentes, les pagan un salario por hacer eso (…). Estamos pidiendo libertad para Cuba, que se acabe el hambre, la represión, la dictadura, no más miseria», declaró uno de los jóvenes manifestantes en La Habana Vieja. Moisés, otro de los participantes, explicó: « Soy cubano, amo a mi país por encima de todo, y estamos aquí pacíficamente. Han dado golpes, han echado gas pimienta, han maltratado a mujeres y ancianas».
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