Muchos habitantes de Montauk, en el extremo oriental de Long Island, Nueva York, se burlan de las historias sobre Camp Hero que la describen como una base militar del gobierno de EEUU donde hubo experimentos secretos sobre control mental y niños raptados y cubiertos de cables en laboratorios subterráneos ocultos.
En 1992, once años después de que se clausurara y dejaran de verse militares en la zona, comenzaron a circular diversas teorías conspirativas sobre el sitio tras la publicación del libro “El Proyecto Montauk: Experimentos en el tiempo», de Preston Nichols, que relataba siniestros testeos que trastornaban genética y psicológicamente a niños locales secuestrados.
Ese texto fue ampliamente desacreditado y hay historiadores que lamentan que esos relatos hayan atraído a miles de curiosos que buscan extraterrestres o elementos paranormales y desconocen la historia oficial del lugar, que data de la Guerra de la Independencia de EEUU.
Sin embargo, el diario New York Post ha obtenido un nuevo testimonio que vuelve a alimentar las teorías sobre la base abandonada que inspiró a los creadores de la serie “Stranger Things”.
Joe Loffreno tiene 53 años, creció en Montauk, trabaja desde hace 18 años en el ahora llamado Parque Estatal Camp Hero, en el límite oriental de Long Island, y asegura que conoce las oscuras entrañas del bunker. “Es un lugar que ha dominado mi vida y mis pesadillas”, explicó al Post.
Loffreno está convencido de que es uno de los “Montauk Boys” secuestrados y torturados que describió Preston Nichols en su libro. “No lo creí hasta hace dos años. Fui hipnotizado (por un hipnotizador certificado) durante unos 40 minutos y todos estos recuerdos me inundaron. Nos hicieron algo muy malo ahí adentro. Éramos sólo unos niños pequeños. No tenían derecho a experimentar con nosotros. Fue algo muy oscuro, muy malvado”, contó al reconocido diario.
El neoyorquino cree que fue raptado y abusado durante el verano de 1980 y posiblemente durante el verano de 1981, cuando tenía 12 años. Explicó que bajo hipnosis recordó que un chico de la zona al que nadie conocía muy bien le invitó a ir a la base en bicicleta. Allí había dos hombres esperando vestidos de civil. Ellos fueron quienes los llevaron a un sitio subterráneo de la base, junto a otros menores que no conocía, a través de la Batería 113, uno de los túneles de artillerías que quedaron de la Segunda Guerra Mundial y ahora se encuentran sellados.
El empleado del Parque Estatal Camp Hero recuerda haber estado acostado en una mesa con cables conectados a su cabeza. “Nos analizaron como animales”, afirmó, y dijo que calcula que allí vio a hasta 50 niños más y cree que algunos de ellos fueron asesinados más tarde.
El New York Post advierte que sería muy fácil tildar de loco a Loffreno, pero destacó que tiene un trabajo remunerado en el parque, aparentemente tiene una relación sólida con sus hijos, y los vecinos lo tratan como a un amigo. Además, contó que, aún bajo hipnosis, fue con un compañero de trabajo al lugar que recordaba y encontraron restos de la construcción bajo tierra que apareció en sus visiones. “Si tuviéramos una excavadora y mi jefe me dejara cavar en ese lugar, lo cual sé que no hará, puedo garantizar que encontraríamos algunas estructuras de cemento ahí abajo”, dijo Loffreno.
Camp Hero fue una base del Ejército de EEUU durante la Segunda Guerra Mundial y una estación de la Fuerza Aérea durante la Guerra Fría. Fue desmantelada en 1981 y ahora es propiedad del sistema de parques estatales dentro de un terreno de 755 acres de bosques y humedales.
En la parte más alta del terreno todavía hay una potente torre de radar SAGE de la era de la Guerra Fría, construidas en caso de un ataque nuclear soviético con la intención de dar a los EEUU una advertencia de 30 minutos. Los vecinos de la zona que defienden las historias de la “base subterránea secreta” recuerdan que, cuando la torre estaba en funcionamiento, hacía interferencias en los televisores y otros aparatos electrónicos y que por ello muchas personas reportaron que sufrían dolores de cabeza.
La inmensa torre y su antena ahora es una atracción turística vinculada a los artilleros de la Segunda Guerra Mundial.
Vincent Barbarick, que co-escribió el libro con Nichols utilizando el seudónimo de Peter Moon, explicó al Post el valor geográfico de la base: “Si investigan la geometría sagrada, Montauk es conocido por ser un vórtice de poder. Geológicamente, es una montaña subterránea que surge. En cierto modo, es su propia isla separada. Y algo sucedió allí, de eso estoy seguro”.
Otro local, Paul Fagan, pasó 14 años explorando Camp Hero e investigando los documentos del gobierno en los Archivos Nacionales de Manhattan y señaló al Post que estima que hay un reactor nuclear enterrado en secreto en el lugar, instalado alrededor de 1958 como parte del Programa de Energía Nuclear del Ejército, y sospecha que las teorías conspirativas sobre los experimentos con niños pueden haber sido plantados para desviar la atención del posible reactor.
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