“Me dicen que es para cuidar personajes, como por ejemplo estar en la primera línea o cuando el presidente vaya a hacer un movimiento”, con esa frase inicia las reveladoras conversaciones con su esposa uno de los militares retirados, detenidos por el magnicidio del presidente de Haití, Jovenel Moïse, de 53 años. Quien se escucha es el retirado sargento viceprimero Ángel Mario Yarce.
SEMANA tuvo acceso en exclusiva a esta evidencia. “Eso prácticamente es una unidad contra el terrorismo”, se le escucha decir a Yarce. En su mensaje, él insiste en la importancia de su misión y en alto perfil de los funcionarios a los que supuestamente debe prestar seguridad, “O algún ministro, algún duro de la poliítica. Cosas así. Como hacen en Colombia, lo mismo, las AFEAU (siglas para Agrupación de Fuerzas Especiales Antiterroristas Urbanas). Aquí, las unidades contra el terrorismo son las AFEAU y eso hacen ellos, lo mismo”, concluye.
El ex uniformado llegó el 4 de junio a Punta Cana, en República Dominicana, en un vuelo de Avianca a las 2:25 de las tarde. En el mismo grupo viajaban otros militares retirados, entre ellos, Víctor Alberto Pineda, Manuel Antonio Grosso, Jhon Jairo Ramírez, Jhon Jairo Suárez, Germán Alejandro Rivera García, Maiger Franco Castañeda, Carlos Giovanny Guerrero, Francisco Eladio Uribe Ochoa y Alejandro Giraldo Zapata.
Pero al mismo tiempo todo era para ellos una buena noticia, “Hasta el momento, me están recibiendo para tener mando… Porque pues el pelado me dijo: ‘a usted lo voy a proyectar para que llegue también con mando, para que vaya con grado, no como soldado normal, sino con grado’. Los que tienen grado, ganan un poquito más que el soldado. Vamos a ver si se dan las cosas, amor, esperemos a ver. Eso se define, prácticamente, en dos meses o en menos de dos meses. Bueno bebé yo te marco ahorita”, concluye Yarce para darle tranquilidad a su señora.
La ilusión de la pareja era conseguir un poco más de dinero y que Yarce viajara a su misión de “tan alto nivel” y regresara con buen dinero. Sin embargo, al parecer, había algunos temores. Así se percibe en un tercer audio que él le envió a su esposa recordándole que su tarea era la seguridad.
“Hola, amor, qué pena. Me tocó ocuparme de rapidez, entonces por eso me tocó no contestar más. No mami, todo el día, seguridad, seguridad”.
Pero no solamente los audios son reveladores. SEMANA también conoció chats entre el sargento viceprimero y su esposa. En uno de los mensajes que ella guarda como un tesoro se lee lo siguiente:
Sargento: No es peligroso
Esposa: De todas formas, cuídate mucho. Me preocupaste…
S: Ay Dios, no hay peligro, es solo protección. Bueno bb chao.
E: Bueno, amor. Si tú lo dices. Te quiero mucho
S: Ya son las 7 acá.
E: Acá también son las 7:20. En Nueva York sí era una hora más.
S: Ah, bueno, bb
La esposa, quien hasta hoy no tiene detalles de lo que está viviendo el militar retirado tras su captura, permanentemente le preguntaba detalles de lo que estaba viviendo en Haití:
E: ¿Utilizas algún uniforme?
S: Ese es el uniforme
E: Ahhh
S: Sí amor
E: Ah, bueno. ¿Amor y estás en una casa?
S: Sí
E: Con gente
S: Claro, con los demás
Minutos después, la mujer le pregunta al sargento (r) si había más personas en el lugar donde estaba viviendo en Haití:
S: No, solo una señora que hace la comida
E: Ah, bueno. Bebé ahora hablamos
S: Y el señor que estamos cuidando
En ese momento, la esposa del sargento se preocupa por la situación ante el riesgo que podía estar asumiendo Yarce.
E: Cómo así, ay Dios. Me da susto. Eso suena peligroso, jummm.
S: Bueno, chao, voy a borrar el chat.
Entre lágrimas ella asegura que su marido es un hombre bueno y que su hoja de vida en el Ejército siempre estuvo limpia. El día que supo que habían asesinado al presidente de Haití Jovenel Moise, no tuvo mayor interés en la noticia. Solo en el momento en el que alguien la alertó porque en la lista de capturados estaba su esposo.
La última vez que lo vio fue cuando la Policia de ese país reveló las imágenes de las capturas y entre los hombres detenidos alcanzó a ver a Yarce, tirado en piso, esposado y con la cara llena de sangre. Ella sigue creyendo en su inocencia y tiene miedo de lo que le pueda pasar.
Tampoco sabe bien cómo explicarle a su hija de nueve años que su papá se fue a cumplir el sueño de su vida para tener un mejor futuro y terminó, de manera inexplicable, en la cárcel, detenido por el magnicidio del presidente de un país al que nunca ni siquiera pensaron visitar. Ella pide hoy al lado de las esposas de los demás capturados que avancen las investigaciones, que le digan cómo está su marido y que le protejan la vida.
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