El actual presidente tiene asegurado su cuarto mandato en un país destrozado por la sangrienta guerra y hundido en una crisis económica.
Los sirios están convocados hoy a las urnas en unos comicios presidenciales en los que Bashar al Assad tiene asegurado su cuarto mandato en un país destrozado por la sangrienta guerra, hundido en una crisis económica y sin oposición. Sin embargo, los resultados no se esperan antes de 48 horas.
«Teatro», elección «ni libre ni justa». La comunidad occidental ya ha rechazado los comicios, los segundos de este tipo desde el inicio en 2011 de una guerra en la que participaron multitud de beligerantes y potencias extranjeras y que se ha cobrado más de 388.000 muertes y envió al exilio a millones de sirios.
Para su nuevo mandato de siete años, en un país con la economía destrozada y las infraestructuras en ruinas, Bashar al Assad se presenta como el hombre de la reconstrucción, tras haber encadenado batallas militares con el apoyo de Rusia e Irán, sus aliados fieles. Desde hace varias semanas, las fotos del presidente de 55 años son visibles en todas partes, pero en particular en Damasco.
Dos candidatos desconocidos por la población desafían a Asad: el exministro y parlamentario Abdallah Sallum Abdallah y un miembro de la oposición tolerada por el poder Mahmud Marei. La ley electoral exige que los candidatos hayan vivido en Siria diez años consecutivos antes de los comicios, lo que excluye a las figuras de la oposición en el exilio, muy debilitada. Su principal coalición denunció que los comicios son una «farsa».
Propulsado al poder en 2000, Assad reemplazó a su padre Hafez, fallecido tras 30 años en el poder con mano de hierro. El actual presidente no ha hecho mítines electorales ni ha dado entrevistas a la prensa. Con la elección, el jefe del Estado decretó una amnistía para miles de presos.
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