En el condado de Los Ángeles se muere una persona con Covid cada diez minutos y en los hospitales tan solo quedan 17 camas en las unidades de cuidados intensivos para una población de 10 millones de personas. La situación es tan extrema que a los operadores de ambulancias les han recomendado no traer a pacientes sin apenas posibilidades de sobrevivir, como paradas cardiorrespiratorias graves. Es mejor morirse en casa porque en los centros médicos no hay oxígeno ni medios ni espacio. Enfermarse aquí, sea cual sea la dolencia, ya casi resulta una temeridad.
El lunes se batió otro récord desde que comenzó la pandemia. Se registraron 74.000 nuevos casos en California, un 11% más que la anterior marca establecida el pasado 28 de diciembre, cuando se alcanzaron los 66,726 positivos en una sola jornada. En cuanto a fallecidos, se llegó a los 379, con una media diaria de 343 durante la semana pasada. Ningún Estado tiene un panorama tan negro como California, con 2,4 millones de casos y 27.027 fallecimientos desde que comenzó la pandemia.
Como ya preveían las autoridades, la situación ha ido empeorando con el paso de los días y debería agravarse aún más por las reuniones familiares durante las fiestas navideñas. La situación es tan desesperada en algunos hospitales que médicos y enfermeras se enfrentan a diario con la decisión de a quién atender y quién dejar esperando. Hay pacientes que se han visto obligados a permanecer en una ambulancia más de ocho horas antes de ser ingresados en el hospital.
«Los hospitales están declarando desastres internos y teniendo que abrir gimnasios para habilitar como unidades hospitalarias», indicó Hilda Solís, la supervisora del condado de Los Ángeles. «Nuestro personal médico está física y mentalmente agotado y enfermo».
El lunes había 7.600 personas ingresadas con Covid en Los Ángeles, con un 21% de ellos en la UCI. De ahí la saturación y la escasez de recursos, con instrucciones de solo administrar oxígeno a aquellos pacientes con una saturación en sangre por debajo del 90%. El mismo gobernador de California, Gavin Newsom, ha organizado un equipo de emergencia para hacer llegar más oxígeno a los centros más necesitados.
La estrategia ahora pasa por dar de alta a los pacientes lo antes posible para liberar camas para los casos más urgentes. El problema es que los números siguen sin cuadrar. Unas 700 personas estaban siendo ingresadas cada día en el condado de Los Ángeles alrededor de Navidad, pero solo estaban saliendo 500. Se teme además que la nueva cepa detectada en diciembre en Reino Unido y que ya ha aparecido en California agrave la situación.
De acuerdo a lo dictado por las autoridades sanitarias californianas, entre los pacientes que no deben ser enviados a los hospitales están aquellos con ataques al corazón, sin pulso ni movimiento ni respiración, y cuyos esfuerzos de reanimación deben ser llevados a cabo dentro de la ambulancia.
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